domingo, 25 de mayo de 2008

Monsiváis: El ciudadano omnipresente


Nota publicada en EXPRESO, domingo 25 de mayo:

El ciudadano omnipresente

CARLOS MONSIVÁIS PREFIERE RECORRER LAS CALLES A PIE

En su altar personal tienen sitio especial Novo, Cuesta y Villaurrutia Por Juan Solís CIUDAD DE MÉXICO.- Se le puede encontrar en cualquier lado: examinando antigüedades en La Lagunilla, comprando discos, en una marcha o esperando el arribo del metro a la estación Portales.

El miércoles, por ejemplo, se le vio en el Salón de Cabildos del Antiguo Palacio del Ayuntamiento, recibiendo la Medalla 1808, que por primera vez otorgó el Gobierno del DF. La ocasión fue perfecta para entrar en el tema que más le apasiona: la ciudad de México. Aunque hay quien dice que a la misma hora se le vio caminar por las calles del Centro hasta el Museo del Estanquillo, donde se exhiben las colecciones que ha formado a lo largo de los años.

Carlos Monsiváis parece tener el don de la omnipresencia, simula ejercer la ubicuidad en una ciudad a la que considera agonizante y en donde habita su idea de nostalgia. Nació en la capital un 4 de mayo de 1938.

Fue niño catedrático, memorizaba versículos de la Biblia con la misma facilidad con la que ahora recita poemas.

Camina, no maneja. Sabe que el embotellamiento es un comercial del fi n de la ciudad, escenario donde “se aplastan los orgullos y caen en la sombra las vanidades.” El septuagenario escritor prefi ere ejercer la ciudad a pie y diseccionarla en su complejidad, registrarla a pesar de lo inabarcable, cronicarla en su resignada agonía.

“Es un fi n inevitable y lo que queremos todos es pedirle a la ciudad que se aguante tantito, de aquí a que cada quien emprenda el viaje a donde lo emprenda, y que ya después haga lo que quiera porque no tiene remedio.” Le tocó ser adolescente en tiempos de Miguel Alemán, recuerda el mambo, “los lugares nocturnos, la vida febril, las prostitutas como una danza inacabable de los callejones”.

Ya en el sexenio de Ruiz Cortines gozó las libertades otorgadas: “Uno apreciaba estar en el Tenampa hasta las tres de la mañana, entrar en un antro y salir a las cinco y ver formadas a las señoras que iban por la leche porque el antro se transformaba en lechería.” Con todo, el DF es un sitio en el que, opina, algo se ha logrado, luego de aquella explosión festiva y trágica de 1968, que registró en “Días de guardar”.

“La izquierda gobierna en la ciudad de México; se aprueba en la Asamblea de Representantes del DF la Despenalización del Aborto, las Sociedades en Convivencia; y se realizan desnudos masivos en Zócalo, que dan muestra de una nueva actitud de la población, de las autoridades y de los cuerpos, no sé si en ese orden”, dijo en el discurso de recepción de la medalla.

Mezclilla, pelo despeinado y cano, un libro bajo el brazo, tales son los atributos del autor, afi cionado a los boleros tanto como a la literatura del siglo XIX.

En su altar personal tienen sitio especial Novo, Cuesta y Villaurrutia, quienes lo observan desde las fotografías ubicadas en la parte más alta de su estudio.

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