lunes, 5 de mayo de 2008

Libertad de expresión un derecho que se debe enseñar


Interesante reflexión escrita por Susan Moeller, sobre la libertad de expresión, que hemos retomado del portal de la UNESCO:
El mundo entero se prepara para asistir a los Juegos Olímpicos 2008, cuya inauguración se efectuará el 8 de agosto en Beijing, en el curso de la tradicional ceremonia de apertura. En el Estadio Nacional se esperan 80.000 espectadores y otros 4.000 millones tendrían fija la mirada en las pantallas de televisión o de Internet.
No obstante, meses antes del acontecimiento, los medios ya se han visto agitados por las controversias: durante el recorrido de la antorcha olímpica a través del mundo, debido a la idea de los desplazamientos de las pruebas de natación y de gimnasia para que coincidan en el comienzo de los programas nocturnos de las televisiones estadounidenses. Además, las protestas contra los despliegues de violencia en Tíbet y la situación de los derechos humanos en China amenazan con perturbar el festejo.

Tanto los Juegos como las polémicas que éstos suscitan estarán cubiertos por los medios del mundo, que serán leídos, escuchados, mirados, por un público internacional. Pero, ¿qué comprenderá este público?, ¿cómo va a descifrar la población del planeta los resultados deportivos y las problemáticas?, ¿qué papel deben desempeñar los profesores de periodismo?
¿Cuál es el papel de los profesores de periodismo?

Para responder a este tipo de cuestiones, cincuenta estudiantes y una docena de profesores de 14 universidades de los cinco continentes se reunieron el verano pasado en Salzburgo (Austria). Uno de los docentes invitados venía de China. Desde el comienzo de este encuentro internacional de tres semanas, dio a conocer sus inquietudes. Si bien su escuela proporciona una excelente formación periodística, el resultado no es halagüeño, puesto que los egresados no encuentran trabajo. En efecto, ¿por qué los medios pagarían reporteros y redactores cuando pueden contratar gratuitamente a jóvenes en prácticas? Además, explicó el profesor, las prensa china está dominada por los tabloides que, no es ningún secreto, no destacan por la calidad de sus informaciones ni tampoco por su exactitud ni objetividad. Murmuraciones y chismes sobre personalidades de la farándula son el quehacer cotidiano de los medios chinos tanto impresos como en línea. ¿Cómo, siendo profesor, se puede remediar esta situación?

Las tres semanas de reflexión propuestas por la Academia de Salzburgo sobre los medios y el cambio mundial en las cuales los participantes prepararon un currículo de iniciación al dominio de los medios destinado a los estudiantes de todo el mundo, brindaron a ese profesor chino una nueva idea de su papel. Ahora sabe que no puede contentarse con enseñar a sus alumnos a dar cuenta de hechos o problemas del día, sino que también debe sensibilizar a sus estudiantes a la importancia de una prensa libre y objetiva. Sabe también que mientras que no se le haya enseñado al público que el acceso a la información es una condición necesaria para el ejercicio de la ciudadanía, no existirá un periodismo de calidad.

La sociedad civil no ha sido nunca tan tributaria de los medios y sin embargo la libertad de expresión pierde terreno por doquier. La atención se encuentra tan acaparada por la gestión de las nuevas tecnologías, la interrogación sobre la viabilidad de los modelos económicos, la adaptación a las fluctuaciones espectaculares de la audiencia y la condena de una sed aparentemente insaciable de la prensa escandalosa que se han dejado de lado otras cuestiones esenciales.

Durante ese tiempo, los defensores de la libertad de prensa hacen inventarios: violaciones de la libertad de palabra, periodistas tomados por blanco, cierre de medios establecidos como soportes virtuales establecidos como soportes virtuales y la marginalización de la voz de las minorías. El menoscabo a la libertad de expresión y a la libertad de prensa han tomado tales proporciones en todo el mundo que ya no pueden ser ignoradas.

Una cuestión de vida o muerte
Según la Asociación Mundial de Periódicos, con sede en París, el año pasado fueron asesinados 95 periodistas: 44 en Iraq, ocho en Somalia, seis en Sri Lanka y cinco en Pakistán. Se suman a los 110 abatidos en 2006, entre los cuales se cuentan voces tan importantes como las de la periodista rusa Anna Politkovskaya. Cuando el presidente Pervez Musharraf suspendió la Constitución de Pakistán, en noviembre pasado, se cerraron varias cadenas de televisión, se prohibió la retransmisión de programas extranjeros vía cable y los boletines informativos fueron censurados. Las penas impuestas a los periodistas van desde el pago de cuantiosas multas, la prohibición de transmitir información hasta la condena a tres años de cárcel.

Por otra parte, en el mundo occidental, Francia por ejemplo debe regir la situación de los hijos y nietos de inmigrantes del norte de África, marginalizados e incluso diabolizados por los medios –salvo cuando se manifiestan en las calles– que con sus descripciones refuerzan esteriotipos negativos sin que exista correspondencia con la realidad.

Los periodistas no deberían incurrir en tales riesgos sólo por tomar públicamente la palabra. Una prensa libre no sólo es útil en tiempos de crisis política. Los medios, que permiten a las voces más diversas hacerse oír y a las ideas más variadas ser debatidas, son indispensables no sólo para el buen funcionamiento de las instituciones, sino que también favorecen el crecimiento económico, la transparencia y el deber de responsabilidad de las empresas. La libertad de expresión es tan preciada como el aire que respiramos, es una cuestión de vida o muerte. Para vivir feliz y en seguridad, el público debe ser consciente del carácter fundamental de su derecho a la libertad de expresión.


Susan Moeller, directora del International Center for Media and the Public Agenda (Estados Unidos)

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