sábado, 10 de mayo de 2008

Mis hijos también forman parte de mi currículum: Margit Frenk

Entrevista con la filóloga Margit Frenk, que se publica hoy sábado 10 de mayo, en el rotativo CRÓNICA DE HOY:
Mis hijos también forman parte de mi currículum: Margit Frenk
Por: Juan Carlos Aguilar García | Sabado 10 de Mayo de 2008

Luego de meditarlo un poco, la filóloga Margit Frenk (1925) responde: “No fue nada fácil, al contrario, en ciertos momentos llegó a ser muy complicado. Sin embargo al final todo salió bien, puedo decir que el panorama es muy positivo”.
No se refiere a algún estudio sobre lírica popular o una investigación sobre un poeta del siglo XIX. En esta ocasión habla sobre esa otra parte que pocos le conocen, pero que a decir de la propia Frenk ocupa un lugar sustancial en su vida: ser madre.
“No soy una persona que diga que todo está bien, pero en este caso sí, y no creo estar idealizando. Funcionó y la prueba es que mis hijos son felices, con sus vidas resueltas y compartiendo el tiempo con sus familias”.
Margit Frenk tiene tres hijos: Silvia, Gerardo y Claudio.
A Claudio, el más pequeño, lo tuvo a la edad de 37 años. Así que siendo una joven investigadora en el Colegio de México, donde trabajaba en aquel tiempo, tuvo que dividir sus jornadas para atender a sus tres hijos. En ese entonces Silvia tenía 10 años y Gerardo 8.
“Al hacer mi tesis de licenciatura —cuenta Frenk— descubrí mi vocación para la investigación. A partir de ese momento lo que quise hacer fue investigar. Después hice una maestría y un doctorado, que realicé cuando estaba en el Colegio de México. Durante el doctorado yo ya tenía mis dos hijos y al poco tiempo vendría el tercero.
“Así que a lo largo de mi vida he combinado mi labor como investigadora y como madre. Toda mi vida anduvo por esos dos carriles, aunque desde luego no fue fácil.
—¿En algún momento tuvo que abandonar la investigación?
—No. Cuando eran chiquitos yo me ocupaba de ellos y al mismo tiempo trabajaba en casa. Además, debo decir que tuve la suerte de tener una muchacha maravillosa, a la cual por cierto le dediqué el libro Cancionero de romances viejos en agradecimiento a que gracias a ella pude trabajar y publicar esa obra.
Se llama Trinidad Romero y recuerdo que era una chica maravillosa, inteligente y buena persona que siempre trató muy bien a mis dos primeros hijos. Incluso hubo un tiempo que vivimos en Estados Unidos y se fue con nosotros.
Pero hay otra cosa. Aparte de la ayuda que recibí, considero que es una cuestión de vocación. Como tenía la inclinación por la investigación, pues la seguí ejerciendo.
—Muchas mujeres deciden renunciar a ser madres para continuar con su vida profesional...
—En mi caso ayudó haberme casado con un investigador —Antonio Alatorre— que tenía plena aceptación de que su mujer también estuviera trabajando. Lo que es más, a veces sentía que él hubiese preferido que le dedicara más tiempo a la investigación. Para cuando tuve a Claudio, me sentía más tranquila de vivir con mi doble vida. Me causó mucho menos conflicto.
—¿Sí tuvo un conflicto?
—Por supuesto, pues es una cuestión de tiempo, de atender ambos aspectos.
—¿Qué quería para sus hijos, en términos de enseñanza?
—En realidad no hubo un plan de llevarlos por ciertos caminos. Quizá la prueba de esto que le estoy diciendo es que ninguno de ellos se dedica a la literatura. Silvia es matemática, Gerardo antropólogo y Claudio ingeniero.
Cada hijo es un caso aparte y a mí lo que me da mucho gusto es ver que ahora que son adultos están básicamente bien. Eso es lo que me importa. Los tres están llevando una vida que yo diría que es buena y los tres son tremendamente trabajadores, lo cual creo que es una mala influencia de sus padres.
—¿Qué ha significado para usted ser madre?
—Ha sido algo muy importante. Me cuesta trabajo entender que una mujer no quiera tener hijos, que rechace ese aspecto, porque esa experiencia es un gran enriquecimiento. Una y otra vez pienso, a esta edad que tengo yo, lo que significa tener hijos frente a lo que significaría no tenerlos. No es que esté todo el tiempo con ellos, realmente los veo muy poco, pero sé que en cualquier momento están ahí. A esta edad uno se enferma, lo operan y es importante recibir su apoyo.
Luego Frenk recuerda una anécdota de su hija Silvia: “Una vez que Alfonso Reyes visitó nuestra casa, a mi hija Silvia, que estaba en brazos, le llamó la atención la calva de Reyes. ¡Ella le comenzó a acariciar la cabeza y créame que eso no le gustó nada! Creo que es la primera vez que cuento esto”.
—Y sus nietos, ¿cuál es su relación con ellos?
—Esto ya es más complicado. Tengo siete pero casi no los veo. Cinco de ellos han vivido gran parte de su infancia lejos de mí, los veo solamente dos veces al año, así que mucha relación no ha podido haber. Creo que no soy muy buena abuela. En ciertos momentos me he sentido mal con ellos, pero bueno esto va cambiando con la edad. No soy el tipo de abuelita apapachona. Con el menor de los nietos tengo una relación afectiva fuerte. Es el único que cuando me ve de lejos viene corriendo a darme abrazos y besos.
—¿Cómo definiría la relación con sus hijos?
—De amistad. Absolutamente de amistad. Me interesa su vida, saber cómo están. Me preocupo cuando algo no anda bien. A pesar de la distancia, de que los veo poco, hay un lazo de unión muy fuerte con los tres. Mis hijos forman parte de mi proyecto de vida. Recuerdo que en el último currículum que tuve que presentar se me ocurrió poner al final en letras cursivas: “Esto no suele hacerse pero considero que es parte de mi currículum haber dado a luz y criado a tres hijos. Silvia es matemática, Gerardo antropólogo y Claudio ingeniero”. Y de verás que lo siento. Mis hijos son parte de mi currículum ¿Por qué separar la vida académica de la vida familiar? Ambos aspectos forman parte de mi proyecto de vida...

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