martes, 29 de abril de 2008

Crisis del sindicalismo universitario: el caso del SITUAM


Tomado de LA JORNADA, Edición del 24 de septiembre de 2007:

A 32 años de su fundación, el gremio se debate entre la “apatía” y el “sectarismo”
El Situam elegirá a su dirigencia en medio de una profunda crisis


“Estamos en la lona, pero no muertos”, reconocen trabajadores de base y ex líderes sindicales

Laura Poy Solano /I

A más de 32 años de su fundación, sin lograr aún superar los problemas de representatividad, participación y ejercicio democrático dentro del gremio, el Sindicato Independiente de Trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) vive una de sus peores crisis.

Dividido entre la “apatía” de los trabajadores y un evidente “sectarismo” fomentado por las distintas corrientes políticas que lo integran, ex dirigentes sindicales, empleados de base y expertos en asuntos laborales coinciden en este diagnóstico. El Situam está “en la lona, aunque no ha muerto”.

Fundado en marzo de 1975 como parte de las organizaciones del llamado “nuevo sindicalismo universitario”, la creación del Situam es resultado de la participación de un importante número de académicos –que más tarde abandonarían sus filas–, pero también de un contexto político y social que “demandaba nuevos espacios de lucha laboral y nuevos mecanismos de representatividad, ajenos al control corporativo de los organismos charros”.

Con premisas como la autonomía y la democracia sindical, desde su creación el Situam sumó a diversas corrientes políticas, aunque “siempre se le identificó con la llamada izquierda revolucionaria de los años 70, en la que confluyeron troskistas, maoístas e incluso quienes consideran tibio al Partido Comunista, porque desde su fundación el sindicato siempre ha tenido un discurso ideológico muy radical, sin capacidad para transigir.

“Esta posición lo ha llevado a movimientos de huelga, como el que paralizó en 2002 a la UAM por más de 40 días; son estrategias que sólo lo llevaron a un proceso de desgaste y erosión de las bases”, advirtieron expertos en política laboral.

Para ex dirigentes sindicales y trabajadores, el reto principal del Situam es consolidar los nuevos liderazgos que rompan con la “apatía y la falta de interés” de los agremiados. Pero también debe desarrollar esquemas de participación que garanticen que en los comités ejecutivos y en los cargos de delegados “no estén siempre las mismas personas, fieles a determinada corriente sindical, pero que no ven por el conjunto de sindicalizados, sino por sus intereses”.

Democracia, tarea inconclusa

Ignacio Gatica Lara, experto en política laboral y jefe del área de gestión estatal y sistemas políticos en la UAM Xochimilco, afirmó que si bien el Situam mantiene su “autonomía ante los grandes sindicatos corporativos, tampoco ha tenido capacidad para reconstruir la visión ideológica con que nació y hacer realidad la democracia sindical, aunque no plenamente”.

Destacó que este organismo mantiene una estructura ideológica que marcó al sindicalismo universitario de los años 70, pero en los hechos no acaba de garantizar a todos sus agremiados un verdadero espacio de representatividad. Uno de los reclamos más añejos, añade, es que las decisiones importantes, como realizar una huelga, “no son tomadas por la mayoría, pues no se contempla el voto universal y secreto. Los trabajadores sólo se expresan a través de sus delegados en asambleas departamentales”.

Autor del libro Democracia y construcción de la legitimidad en el Situam, Gatica Lara advierte que a pesar de que el sindicato nació con amplia participación de académicos, actualmente “son muy pocos los que participan; sin duda, esto ha tenido efecto en su capacidad de representatividad, pues en 2000, de un total de 5 mil 108 sindicalizados, 3 mil 868 eran trabajadores administrativos y mil 240 académicos, pese a que en la universidad laboran poco más de 3 mil 200 profesores-investigadores”.

El hecho de que la mayoría de académicos considere que no se le toma en cuenta para las decisiones del entorno sindical y la creación –por parte de la administración universitaria– de espacios de participación como los colegios académicos y los consejos divisionales, ha “favorecido la apatía y la falta de interés de la mayoría de profesores”.

Por su parte, Enrique de la Garza Toledo, catedrático de la UAM y especialista en política laboral y sociología del trabajo, señaló que desde principios de los años 80 se eliminaron los mecanismos de ingreso y ascenso de los académicos, quienes se vieron expuestos a una política laboral que favorece el “individualismo, ya que la mayor parte de sus ingresos no dependen directamente del salario, sino de estímulos que sólo se consiguen con el trabajo personal. Esto generó que en los años 90 se diera un vuelco radical en la participación de los catedráticos, pues no sólo dejaron de participar, sino que muchos se desafiliaron”.

De esta forma, agregó, el Situam transitó de una “fuerte presencia académica en sus orígenes a una ausencia casi total de profesores en sus filas; los trabajadores administrativos mantienen clara presencia y en los hechos no se puede considerar a éste como un sindicato que represente a los dos grandes sectores” de la UAM.

Ideario, desdibujado

El efecto de una representatividad cada vez más “incompleta”, enfatizó, también se traduce en que muchas banderas de lucha que asumió el Situam en su fundación se desdibujaran. “Ahora se privilegian demandas importantes, como salarios y prestaciones, pero que no van al fondo de los grandes cambios que prometió el sindicalismo universitario de los años 70”.

A más de tres décadas de su fundación, agregó De la Garza, el Situam tampoco ha logrado forjar una política estudiantil. “No ha sabido acercarse a los alumnos, a quienes exhorta a participar en la lucha sindical de los trabajadores universitarios, pero no deja claro por qué es importante que los jóvenes se sumen. Lo que está de fondo, y no se dice, es la defensa de la universidad pública, que es otro de los grandes temas ausentes en el discurso y acciones sindicales”.

Para los trabajadores administrativos de base, superar la apatía y la falta de interés por las tareas sindicales depende en gran medida de acabar con las caras de siempre. “Todo el tiempo son los mismos dirigentes; llega una corriente y luego otra, pero a los trabajadores siempre nos dejan muy solos”.

Las condiciones de trabajo, afirman, han empeorado. “Hay más trabajo y somos menos; además, muchos llegamos cuando se fundó la universidad, ya vamos de salida y no vemos que se formen cuadros o nuevos líderes. Malo o bueno, es el único sindicato que tenemos, y aunque esté en la lona, debemos resucitarlo.”

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