domingo, 20 de abril de 2008

La niña de los ojos del Estado


Comentario sobre la huelga en la Unison, publicado por el Mtro. Héctor Rodríguez Espinoza:

A Fausto Soto Silva, bien su regreso.

La Universidad de Sonora es la niña de los ojos del Estado.

La democracia es una aspiración de los pueblos, desde las antigüas Grecia y Egipto. Su etimología es demos/pueblo, kratos/poder, el poder del pueblo.

Es sabia la definición de nuestra democracia del artículo 3° constitucional: debe entenderse “no solamente como una forma de gobierno y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo.” Sabia es la norma constitucional que mandata que el gobierno se instituye para beneficio del pueblo.

Universidad de Sonora logoAplicado esto –en forma lógica- a la Universidad de Sonora, su democracia interior debe traducirse en un gobierno –Junta, Administración y Órganos- que represente las aspiraciones e intereses de su comunidad y en un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural de quienes la hacen posible en las aulas y laboratorios: sus profesores, alumnos y trabajadores.

Sus sindicatos de trabajadores y el de académicos decidieron, democráticamente, si estallaban sus respectivas huelgas; y vistos los cómputos, debemos darle su justa dimensión.

La Universidad de Sonora es la niña de los ojos del Estado.

Tanto el derecho a su asociación y defensa colectiva mediante sindicatos, como el de emplazar a huelga y estallarla, si no son satisfechas sus legítimas demandas, no son actos subversivos, son instituciones que pertenecen a nuestro estado de derecho, que aspira a ser democrático; y siendo el del trabajo un Derecho social, de defensa del más débil -como lo enseñamos en las aulas-, no caben las interpretaciones con base en ficciones jurídicas al más puro estilo de F. K. von Savigny, propias del siglo XIX.

A nadie le convienen las huelgas en las universidades públicas –quizá sí a sus enemigos y grupos de interés inmoral-, en un país emergente e históricamente subdesarrollado, cuyo pueblo está ayuno de profesionistas venidos de sus ejidos, comunidades, barrios y colonias, para que egresen con un nivel técnico y ético superior, que mejoren sus finanzas familiares, atemperen las desigualdades crónicas y eviten estallidos sociales. A mí mismo me afecta como estudiante de Doctorado y como profesor, para concluir cabalmente mis cursos.

Pero a nadie conviene, tampoco, para poner sólo ejemplos, el de demandas muy sentida de los académicos: en los últimos 15 años decreció un 42% el poder de compra de su salario; su actual régimen de jubilación: al retiro, se les disminuye un 40% de su ingreso y, lo peor, se les priva del seguro de gastos médicos mayores, cuando precisamente más lo necesitan, y los endurecidos requisitos de promoción a categorías y niveles de titular a quienes tienen postgrados.

La Universidad de Sonora es la niña de los ojos del Estado.

Y así vemos, con no poca pena, profesores que han muerto –mutilados sus cuerpos después de penosas enfermedades o repentinamente- sin disfrutar de su jubilación; otros, de 70 o hasta 80 años de edad, con una o más cirugías mayores, enseñando en silla de ruedas, en caminadora o con bastón, con incontinencia urinaria o sin control de esfínteres, porque no les conviene su jubilación.

Si precisamente esta palabra viene de “júbilo”, pero ¿cual “júbilo” en la vejez, con enfermedades mayores y carísimas -cuya atención por su cuenta los dejaría en la ruina y pobreza juntas, atenidos a la eventual ayuda de sus hijos y dando lástima social?

Esto, sin considerar que esa situación provoca una planta docente avejentada y sin su entusiasmo y pasión de antaño, convertidos en tapón al ascenso de la docencia joven posgraduada.

La Universidad de Sonora es la niña de los ojos del Estado.

El estado mexicano debe apoyar más a las universidades públicas que, por ser las únicas sin afán de lucro y que hacen labor de investigación, son mejores para el desarrollo desigual y combinado del país.

No les pongan topes salariales por debajo de la inflación a quienes, a pesar de ver cada año disminuida la capacidad de compra de su salario e inconveniente su retiro, se entregan, en cuerpo disminuido y alma marchita, a la formación de las nuevas generaciones. Al menos, no ofendan su inteligencia y su dignidad.

Pero tampoco los sindicatos deben asumir posturas tan intransigentes que nos lleven a matar a la gallina de los huevos de oro. La nuestra es una institución sujeta a fondos públicos etiquetados y condicionados pero que, además de contar con calendarios de trabajo francamente privilegiados, nos brinda la misión más hermosa y sagrada, la educación superior.

Del Steus recojo la viabilidad de demandas de despensa razonable, rezonificación y cese del trato despótico que dicen recibir de dos áreas clave. Si como le dijo Don Quijote a Sancho: “Al que has de castigar con obras, no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones.”

Pero todo lo actual es una coyuntura. En el fondo urge un diagnóstico de la realidad de la Institución, de su estructura normativa, de su administración, de la eficiencia y eficacia de sus tres ejes: Docencia, investigación y difusión de la cultura.

¡Que el arreglo de la huelga estallada sea para bien!

La Universidad de Sonora ha sido, es y deberá seguir siendo, por siempre, la niña de los ojos del Estado.

Tomado de: www.contactox.net

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