viernes, 9 de mayo de 2008

Monsiváis: ganador del XVI Premio de Literatura de la FIL

De nuestros archivos, la siguiente nota que, en su momento informó, de que Carlos Monsiváis, había resultado ganador, en 2006, del XVI Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, que otorgaba la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). El mismo premio, a partir del 2007, se llama Premio de Lieratura de la FIL:

Guadalajara, Jalisco, a 4 de septiembre de 2006

Carlos Monsiváis es el ganador del XVI Premio de Literatura
Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo

El escritor y periodista mexicano recibe el premio por ser el “autor de una obra deslumbrante que ha sabido combinar, con maestría y calidad literaria excepcional, el rigor crítico con la lucidez de una mirada capaz de interpretar en cada elemento de la realidad que registra, seña y signo de las complejas negociaciones y opciones que delinean y configuran la realidad humana, política y cultural de nuestro tiempo”.

El crítico cultural, escritor y ensayista mexicano Carlos Monsiváis fue elegido por votación unánime para recibir el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo en su XVI edición. El jurado conformado por los mexicanos Sergio Pitol, José Luis Martínez, Gonzalo Celorio, Cecilia García Huidobro (Chile), Seymour Menton (Estados Unidos), Julio Ortega (Perú), y los españoles Beatriz Pastor y Jorge Urrutia tomó esta decisión luego de haber deliberado en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, México.

El jurado consideró que la obra de Monsiváis ha renovado “las formas de la crónica periodística, el ensayo literario y el pensamiento contemporáneo de México y América Latina. (…) ha forjado un lenguaje distintivo para representar la riqueza de la cultura popular, el espectáculo de la modernización urbana, los códigos del poder las mentalidades”, señala en el acta resolutiva del premio. El documento añade que Monsiváis es “autor de una obra deslumbrante (…) ha sabido combinar, con maestría y calidad literaria excepcional, el rigor crítico con la lucidez de una mirada capaz de interpretar en cada elemento de la realidad que registra, seña y signo de las complejas negociaciones y opciones que delinean y configuran la realidad humana, política y cultural de nuestro tiempo”.

Nacido en la Ciudad de México, en 1938, Carlos Monsiváis es uno de los más reconocidos intelectuales mexicanos y un cronista indispensable de la realidad mexicana. Estudió en las facultades de Economía y Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Fue becario del Centro Mexicano de Escritores y del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Harvard.

Desde muy joven colaboró en suplementos periodísticos y diarios que posteriormente marcarían el desarrollo del periodismo en México, como fueron México en la cultura, de El Universal, y Futuro y El Gallo Ilustrado, de El Día, así como Sucesos para Todos y Política, del Excelsior. Confundador y colaborador de Proceso, UnomásUno y La Jornada. Cofundador (1962) y director (1972-1982) de La cultura en México, suplemento de la revista Siempre! Fue director de la colección Voz Viva de México, de la UNAM, ha sido investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia y conferencista en innumerables universidades latinoamericanas y estadounidenses.

El Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo está dotado con cien mil dólares y se entrega como reconocimiento al conjunto de una obra de creación en cualquier género literario. Los escritores que han recibido este premio son: Nicanor Parra (1991), Juan José Arreola (1992), Eliseo Diego (1993), Julio Ramón Ribeyro (1994), Nélida Piñón (1995), Augusto Monterroso (1996), Juan Marsé (1997), Olga Orozco (1998), Sergio Pitol (1999), Juan Gelman (2000), Juan García Ponce (2001), Cintio Vitier (2002), Rubem Fonseca (2003), Juan Goytisolo (2004) y Tomás Segovia (1995). Carlos Monsiváis lo recibirá el próximo 25 de noviembre, en el marco de la ceremonia de inauguración de la FIL 2006.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Después de una agresión, hay ciertos miopes que culpan a la propia víctima por lo ocurrido. Si es una mujer que ha sido violada, alguien explica que su falda era muy corta o que se contoneaba con provocación. Si se trata de un asalto, los hay que sacan a relucir el llamativo bolso o los brillantes aretes que despertaron la codicia del delincuente. En caso de que se haya sido objeto de la represión política, entonces no faltaran quienes aleguen que la imprudencia ha sido la causante de tan “enérgica” respuesta. La víctima se siente -ante actitudes así- doblemente agredida.

Las decenas de ojos que vieron como a Orlando y a mí nos metieron a golpes en un auto, preferirían no testificar, sumándose así al bando del criminal.

El doctor que no levanta un acta de maltratos físicos porque ya ha sido advertido de que en este “caso” no debe quedar ningún documento probando las lesiones recibidas, está violando el juramento de Hipócrates y haciendo un guiño cómplice al culpable. A quienes les parece que debería haber más moretones y hasta fracturas para empezar a sentir compasión por el atacado, no sólo están cuantificando el dolor, sino que le están diciendo al agresor: “tienes que dejar más señales, tienes que ser más enérgico”.

Tampoco faltan los que siempre van a alegar que la propia víctima se autoinfligió las heridas, los que no quieren escuchar el grito o el lamento a su lado, pero lo resaltan y lo publican cuando ocurre a miles de kilómetros, bajo otra ideología, bajo otro gobierno. Son los mismos descreídos a los que les parece que la UMAP fue un divertido campamento para combinar la preparación militar y el trabajo en el campo. Esos que aún siguen creyendo que haber fusilado a tres hombres está justificado si de preservar el socialismo se trata y que cuando alguien golpea a un inconforme, es porque este último se lo buscó con sus críticas. Los eternos justificadores de la violencia no se convencen ante ninguna evidencia, ni siquiera ante las breves siglas E.P.D. sobre un mármol blanco. Para ellos, la víctima es la causante y el agresor un mero ejecutor de una lección debida, un simple corregidor de nuestras desviaciones.

Yoani Sanchez, despues de ser golpeada y secuestrada por el G2 cubano.Generacion Y