miércoles, 1 de julio de 2009

Microbios previsores

Martín Bonfil Olivera
Milenio/1 de julio de 2009

Según la Wikipedia, fue el caricaturista holandés Robert Storm Petersen quien dijo: “hacer predicciones es difícil… especialmente acerca del futuro”.
Cierto, pero quien puede predecir con cierta confiabilidad el futuro tiene mejores oportunidades de sobrevivir.
Por ello, muchos animales han desarrollado la capacidad de hacer predicciones sobre su ambiente, basándose en información que obtienen a través de sus sentidos. (La ciencia misma es un descendiente refinado de estos mecanismos biológicos de supervivencia.)
Las predicciones pueden ir desde el fenómeno complejo del aprendizaje —qué hacer para obtener ciertos resultados— hasta las respuestas condicionadas descubiertas por Iván Pavlov en el siglo XIX, que explican por qué unos perros “aprenden” a salivar con el sonido de una campana, aunque no haya alimento cerca.
Pero para aprender que cuando el cielo se nubla debo buscar refugio, o para odiar cualquier alimento que me haya enfermado del estómago, necesito tener un sistema nervioso.
Las especies que carecen de él tienen que conformarse con “aprender” más lentamente mediante la selección natural: el ambiente va eliminando a los individuos que reaccionan de forma equivocada, y conserva a los que aciertan. Por desgracia, esta forma de “predecir” no es flexible, y los grandes cambios ambientales acaban con gran parte de las poblaciones, incapaces de adaptarse rápidamente.
Sorprendentemente, científicos del Instituto Weizmann de Israel acaban de publicar (Nature, 17 de junio) que microbios como la bacteria intestinal Escherichia coli y la levadura de cerveza Saccharomyces cerevisiae pueden “predecir” cambios que todavía no ocurren en su medio, y activar anticipadamente los genes que van a necesitar.
Lo logran por evolución: mediante selección natural, como se confirmó experimentalmente, dichos microbios “aprenden” como especie a asociar estímulos ambientales con la activación de genes.
Claro, el truco sólo funciona en medios que presentan cambios regulares.
Aun así, la lección es clara: también microbios sin cerebro pueden aprender a predecir, gracias a la evolución.
lacienciaporgusto.blogspot.com

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