martes, 10 de junio de 2008

Relevo UNAM: gratuidad, clave de la estabilidad

Lo escribió Martí Batres Guadarrama, en EL UNIVERSAL, 5 de octubre de 2007:

En los próximos días comenzará el proceso de sucesión en la UNAM. De los últimos cuatro rectores, tres de ellos enfrentaron graves conflictos estudiantiles que incluso llegaron a la interrupción de clases. Otro heredó un conflicto de la administración previa y lo resolvió bien.

Jorge Carpizo lidió con la huelga estudiantil del CEU que duró poco más de dos semanas; José Sarukhán vivió el paro de un día y la toma de rectoría por parte del movimiento estudiantil. Francisco Barnés sufrió una huelga que superó los nueve meses y que lo llevó incluso a su propia caída.

Juan Ramón de la Fuente, en cambio, comenzó su rectorado con una universidad en huelga, resolvió el conflicto de algún modo y no volvió a enfrentar estas situaciones.

En otras palabras, De la Fuente es el primer rector que logra una estabilidad prolongada durante dos periodos consecutivos, es decir, ocho años. La clave de esa estabilidad, entre otras, está en el respeto a un principio básico del pacto social que sustenta a la educación pública en México: la gratuidad.

Contrario sensu, los conflictos que devoraron a las administraciones de Carpizo, Sarukhán y Barnés tuvieron su origen en el propósito de imponer a como diera lugar el cobro de cuotas a los estudiantes.

Después de 1968, la UNAM no volvió a vivir un gran movimiento estudiantil de masas. En 1986 fue la pretensión de Carpizo de imponer el cobro de cuotas lo que alentó el surgimiento de un movimiento que colmó tres veces el Zócalo. Dicho movimiento conquistó la realización de un Congreso Universitario en 1990, mismo que acordó una gran reforma académica y refrendó la gratuidad en la UNAM.

Dos años después, Sarukhán, violando los acuerdos de ese congreso, intentó imponer elevadas cuotas a los alumnos, cual si se tratara de una institución privada. Aun cuando el movimiento del CEU había entrado en un reflujo después del congreso, la sola intención del rector provocó el resurgimiento del movimiento, que en tan sólo dos semanas llenó la explanada de rectoría. Nuevamente los estudiantes echaron atrás la intentona de la autoridad.

Como si la historia no existiera, Barnés volvió a imponer la receta del Banco Mundial, proponiendo un sistema escalonado de cuotas como si la UNAM fuera la Secretaría de Hacienda cobrando impuestos. La respuesta no tardó.

Vino la larga huelga que desgastó a la UNAM.

En estos tres conflictos los estudiantes demostraron que por más que se elevaran las cuotas, el presupuesto de esta institución no se incrementaría más de 2%; ganaron el debate histórico y académico.

De la Fuente tuvo el gran acierto, entre muchos otros, de respetar el carácter gratuito de la educación pública superior. En lugar de buscar más recursos exprimiendo a los de por sí expoliados estudiantes, dio la batalla por más presupuesto público para la UNAM. Logró sustantivos aumentos y dedicó su tiempo a reconstruir el tejido social interno, a reposicionar la presencia de la UNAM en el país y en el mundo, y a fortalecer la capacidad docente, investigadora y difusora de la cultura de esta institución. Por eso mantuvo la estabilidad de nuestra casa de estudios. Quien llegue a la Rectoría no debe olvidar esta lección.

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