viernes, 21 de agosto de 2009

Diversidades

José Sarukhán
El Universal/21 de agosto de 2009

Aunque ya bien conocido para legos y expertos, uno de los resultados del recién publicado estudio de los ecosistemas y la biodiversidad de nuestro país, titulado Capital natural de México, coordinado por la Conabio (y accesible en línea en www.conabio.gob.mx), es que el nuestro es un país en extremo diverso y complejo. Lo es en la forma, ubicación y topografía de su territorio, sus ecosistemas y diversidad biológica, su historia y sus culturas.
Tal diversidad y complejidad conjugan oportunidades enormes pero también representan retos significativos para el país y su gobierno. Nuestra diversidad cultural y social demanda una multiplicidad de formas de relación con todos los grupos étnicos y sectores sociales. La gran biodiversidad (nuestro capital natural) requiere diversas formas de uso y manejo, más complejas que las conocidas y dominadas en la mayoría de los países desarrollados, de donde somos tan dados a importar tecnologías y que son más homogéneos cultural, social y ecológicamente que el nuestro.
Las ventajas de esta gran diversidad residen en que contamos con una mayor gama de opciones de utilización de la riqueza potencial de los recursos vivos, en especial de los ecosistemas: los reservorios de la diversidad biológica. Necesitamos encarar y asumir el hecho de que la realidad biológica y cultural de nuestro país es la de una gran diversidad.
A pesar de ello, a lo largo de su historia, los muy diferentes grupos que han dominado y conducido al país han ignorado esa diversidad, propiciando la pérdida o el deterioro de nuestro capital natural y la severa marginación social y económica de sectores importantes de nuestra sociedad, que además son los dueños de ese capital natural.
Tal marginación ha perdurado, en mayor o menor grado, hasta nuestros días. Los esfuerzos de construcción de un concepto de nación basados en el intento de “homogeneizar” a la gran diversidad cultural del país en una sola —que con muy pocas bases se siente la dominante— han fracasado. La UNESCO, en un estudio sobre diversidad cultural (1995) asevera que “la forma más duradera de darle lugar a la diversidad étnica es crear un sentimiento de nación como una sociedad cívica, enraizada en los valores compartidos por todos los componentes de la sociedad nacional. La diversidad cultural constituye el cimiento social del progreso y la creatividad en una sociedad.
Esto es de particular importancia cuando los grupos étnicos del país son poseedores de la mayor parte del capital natural (ecosistemas, biodiversidad) del país y también de conocimientos propios de cómo utilizar esos recursos, que deberíamos incorporar a nuestras estrategias de uso de los mismos.
Una vez perdido nuestro capital natural, no es un bien que podamos adquirir y traer de fuera. Los ecosistemas no son transportables de un sitio a otro, como no lo son tampoco los servicios ambientales que prestan ni su diversidad biológica. Éste es el patrimonio que debemos conocer, aprender a manejar sustentablemente, valorar y conservar para beneficio de todos los mexicanos. No es un conocimiento susceptible de ser importado de otros países; lo tenemos que generar en el nuestro, con nuestros propios recursos humanos.
Esa riqueza biológica es el patrimonio fundamental de México; la materia con la que se construyó nuestra cultura y nuestro modo de ser, y nuestro legado más importante para las generaciones futuras. Es también el elemento central del estudio sobre nuestro capital natural, al que he hecho referencia al principio.
Investigador del Instituto de Ecología de la UNAM

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