viernes, 14 de agosto de 2009

UNAM: un alto en el camino

Gabriela Rodríguez
La Jornada/14 de agosto de 2009

Es un hecho que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es el núcleo de inteligencia más importante del país y probablemente de la región. No es solamente la más antigua y la universidad más grande de América Latina, sino, y sobre todo, la de de más alto rango.
Atiende actualmente a 305 mil 969 estudiantes de nivel bachillerato y licenciatura, a 23 mil 875 en estudios de posgrado y a 303 becarios de posdoctorado. Cuenta con 2 mil 360 investigadores, 5 mil 391 profesores de carrera (58 por ciento son hombres y 42 por ciento mujeres; en igualdad de género no es campeona).
La UNAM publica 32.9 por ciento del total de artículos mexicanos registrados en los indicadores científicos internacionales (ISI, por sus siglas en inglés); agrupa al 22 por ciento de quienes pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores y a 48 por ciento del nivel tres.
Ningún otro centro de estudios superiores del país cuenta con tres premios Nobel y se trata de la única universidad de la región latinoamericana clasificada entre las 100 mejores del mundo, llegando a ocupar el lugar 95 en 2005, aunque ahora que vienen cortándole los recursos ha descendido al 150; la siguiente de la región es la Universidad de Sao Paulo, que se ubica en el sitio 196. Pero en el rubro de ciencias de la vida y biomedicina, la UNAM se mantiene en el lugar 64, mientras en artes y humanidades se ha colocado en el 97. En tecnología es la número 107, por encima del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, el cual se ubica en el sitio 158 (Times Higher Education/2008).
De ahí que la UNAM constituya uno de los más prestigiados lugares para opinar sobre la realidad nacional, colocar el conocimiento al servicio de la gente y ejercer la crítica en el sentido más elevado del término.
El rector José Narro Robles dio el martes 11 de agosto una opinión de gran trascendencia tras la declaración de Agustín Carstens relativa a que México vive el shock financiero más grave de los últimos 30 años.
Frente a representantes del gobierno, del sector privado, la academia y el Congreso de la Unión Narro propuso hacer un alto en el camino y buscar los consensos necesarios para corregir el rumbo económico: “las medidas para superar la crisis no deben reiterar la puesta en práctica de acciones encuadradas en la lógica del modelo que nos ha conducido a la situación actual. No es aplicando disposiciones similares a las que nos llevaron a este trance como saldremos adelante. No se puede solventar un problema repitiendo las causas que lo originan. Las iniciativas para superar la emergencia tampoco deben trasladar los costos a los más afectados por una crisis, cuyo origen no tiene que ver con ellos y sí con la codicia de unos cuantos, al igual que con la obstinación de seguir un modelo que a todas luces hoy no es el adecuado para nuestra realidad. Cuando sostengo que debemos redefinir nuestro proyecto de desarrollo, lo hago con la convicción de que no se debe dar continuidad a esquemas económicos que no producen bienestar para la mayoría, que no se ocupan de la desigualdad, que no combaten debidamente la marginación, la enfermedad, la ignorancia o el hambre de muchas personas. Para complicar aún más el panorama, nos aferramos a pautas que han trastocado profundamente el sistema de valores laicos. A las dificultades señaladas, se suman graves problemas éticos y de expectativas para las nuevas generaciones. Los millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan tampoco tienen confianza ni esperanza. […] La educación en general, pero sobre todo la de nivel superior, así como la ciencia y la tecnología, deben jugar un papel central para replantear nuestro rumbo”.
Ojalá que esas palabras fueran tomadas con la seriedad que el momento de México exige: corregir el modelo económico. Por lo pronto aclamo ese importantísimo discurso y también celebro la inauguración, el pasado 12 de agosto, de la sala de Población: Una mirada demográfica de México, en el Museo de las Ciencias Universum.
Con esa sala el Consejo Nacional de Población y la UNAM buscan ampliar y consolidar la cultura demográfica de la sociedad a través de un conjunto de dispositivos multimedia que llevan a comprender de manera interactiva, lúdica y atractiva aspectos como el crecimiento poblacional, la distribución territorial de las personas en el país y la estructura por edad, así como sus implicaciones personales y sociales.
Su director general, el doctor René Drucker Colín, anunció que esta sala es parte del proyecto de remodelación del museo y que, entre otras cosas, se planea actualizar próximamente la sala de “la sexualidad”, que es un área del conocimiento que en la UNAM debe llevar a concretar la lucha contra la ignorancia y los prejuicios religiosos, así como al fortalecimiento de los valores laicos que tanto se han venido debilitando en los años recientes. Yo me pregunto: ¿qué sería hoy de México sin la UNAM?
gabriela_afluentes@prodigy.net.mx

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