jueves, 20 de agosto de 2009

En sus límites

Axel Didriksson
Excélsior/18 de agosto de 2009

El sistema educativo nacional está en sus límites, no tiene proyecto claro para enfrentar los retos y las oportunidades que se están presentando, tanto demográficos, como en la producción y transferencia de conocimientos, para atender la demanda social en la educación media superior y superior y vincular las capacidades sociales de aprendizaje a un nuevo modelo de desarrollo.
Los principales indicadores de desempeño del sistema están por los suelos. Por ejemplo, al nivel del financiamiento, no sólo el gasto público y el privado han disminuido en los últimos años, a pesar de los acuerdos pactados de alcanzar 8% del PIB para educación y 1% destinado a educación superior, y una cifra similar para la investigación científica, sino que ahora se anuncian nuevos recortes que están poniendo en alerta a los rectores de las principales instituciones de educación superior, de las cuales dependen la gran mayoría de los estudiantes de bachillerato.
En términos de lo que se aprende y se estudia, los resultados de las principales pruebas muestran que los estudiantes mexicanos carecen de los componentes de aprendizaje significativos más importantes respecto a sus capacidades de análisis, comprensión, lectura y escritura. Que la organización de la enseñanza en el aula se sustenta en procesos tradicionales de memorización y repetición hasta el cansancio y deja de lado posibilidades enormes para el análisis y la comprensión, del desarrollo cognitivo, creativo y afectivo, así como para poder multiplicar ambientes basados en las nuevas tecnologías e impulsar innovaciones curriculares y de gestión escolar y social.
La capacidad del sistema para brindar oportunidad de estudios a los distintos grupos de edad, incluidos los adultos, en lugar de ampliarse se está contrayendo. Tampoco se ponen en marcha mecanismos flexibles y pertinentes para alcanzar mayores niveles de retención, de aprobación de materias, de cursos, de grados de estudio y, cada vez más, hay jóvenes y adultos sin escolaridad básica y los que la tienen encuentran siempre más obstáculos para permanecer en el sistema y alcanzar la educación superior, como si no la necesitáramos. Junto con ello, el sistema educativo se está convirtiendo en un lugar de violencia, de bullying y de maltrato. La escuela como espacio de formación de valores ciudadanos, democráticos y de respeto a la multi y la interculturalidad, de formación para el diálogo y la tolerancia, se ha mutado por completo.
El ejemplo más paradójico, pero también dramático, que estamos viviendo, es el de estudiantes de bachillerato y de educación superior que llegan al extremo de movilizarse y ponerse en huelga de hambre, para exigir un lugar en alguna de las instituciones de su preferencia, cuando éstas se encuentran, también, al límite de sus posibilidades.
Qué futuro tenemos como país con un sistema educativo tan rígido, tan cerrado, que se sostiene con paliativos y remedos, con una burocracia gigantesca e ineficaz y jóvenes sin esperanza.
Con esta colaboración me despido de mis lectores. Agradezco sinceramente al periódico Nuevo Excélsior el generoso espacio que me reservaron durante estos años, que ejercí con absoluta libertad de pensamiento, como lo he hecho en mi función pública y académica, pero los caminos de la vida son tan intrincados que me he dispuesto a recorrerlos con más prisa. Mil gracias.
didrik@servidor.unam.mx

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