domingo, 23 de agosto de 2009

Simplemente Juanito

Alvaro Cueva
Milenio/23 de agosto de 2009

Un país donde existen historias como la de Juanito no puede tener ningún futuro, merece que lo bombardeen, que lo borren del mapa.
¿Por qué? Porque representa una amenaza para la democracia, para la estabilidad. Es una vergüenza que afecta a todos los mexicanos, independientemente de la ciudad en la que vivan.
De seguro usted, como millones de personas, sabe lo que está pasando aquí y si no, déjeme lo pongo en antecedentes.
México, Distrito Federal, es la capital de todos los mexicanos, está dividida en 16 delegaciones políticas y, en contraste con lo que sucede en la mayoría de los rincones del país, es gobernada por el Partido de la Revolución Democrática.
En los últimos años, el PRD ha sufrido enemil fracturas. Uno de los líderes que más ha contribuido a esto es Andrés Manuel López Obrador, su ex candidato a la Presidencia de la República que hasta el día de hoy goza de una popularidad impresionante.
El mes pasado hubo elecciones y como las tendencias le iban a restar poder al grupo del señor López Obrador, éste le prestó su imagen a otros partidos, como el del Trabajo para impedir una catástrofe.
En estas elecciones se votó, entre varios rubros, por los jefes de las delegaciones del Distrito Federal.
Como en el caso de la delegación Iztapalapa no quedó la candidata perredista que le convenía a don Andrés Manuel, éste invitó a todos sus seguidores de todos sus partidos a votar por el candidato del PT, un personaje alucinante apodado Juanito.
La condición era que al ganar, porque iba a ganar, el susodicho renunciara y le entregara el puesto a su candidata perredista para que, al final, Iztapalapa quedara de acuerdo con sus intereses.
Y en efecto, Juanito, con el apoyo del ex candidato presidencial, ganó, sólo que a la hora de los trancazos como que creyó que había ganado por sí mismo, como que le encontró sabor al poder o como que le gustó la fama, pero ya no se quiere ir o al menos ya no se quiere ir tan fácilmente.
Exige cierto tipo de participación, un porcentaje de plazas en el gobierno y si a esto le agregamos su imagen pública, el resultado es una farsa cuajada de color en el peor estilo de telenovelas populacheras como Dos mujeres, una camino, El premio mayor o Los Sánchez.
¿Por qué le digo que esto es una vergüenza que afecta a todos los mexicanos?
No, no es por la forma de hablar o de vestir de don Juanito, cuyo nombre real es Rafael Acosta, tampoco por una cuestión de clasismo o de partidismo, es por la manera como retrata el manejo del poder en nuestra nación.
Fíjese cómo los nombres van y vienen a capricho de las grandes cabezas y cómo lo menos importante es la gobernabilidad, hacer algo de provecho, resolver.
Usted, medio México y yo nos podemos pasar meses enteros discutiendo este asunto, pero cuando acabemos, si es que algún día acabamos, las cosas van a seguir estando igual de podridas a como estuvieron antes de las elecciones.
Ni Juanito ni la candidata de López Obrador ni ninguno de estos hombres y mujeres tiene los elementos que una delegación como Iztapalapa necesita para convertirse en un municipio de primer mundo. Ninguno. Sólo estamos perdiendo el tiempo.
¿Y qué me dice del mensaje que don Andrés Manuel nos está mandando?
Si alguien se ha quejado de los poderes detrás de los poderes acusando a personas como Carlos Salinas de Gortari de ser algo así como un Vito Corleone de El Padrino, ha sido él.
¿Y no es él, con jugadas como la de Juanito, un Vito Corleone perredista, un poder detrás del poder? ¿Así o más contradictorio?
Si esto sucede con el PRD en Iztapalapa no me quisiera ni imaginar lo que sucede con el PRI en Hermosillo, con el PAN en Jalisco o lo que pudiera suceder en las próximas elecciones presidenciales.
¿Cómo cree usted que se lea este sainete en el resto de América Latina, en Estados Unidos y Canadá, en Asia y en la Unión Europea?
¿Quién va querer venir de visita a un país como éste? ¿Quién va a querer invertir sus dólares, sus yuanes o sus euros en una nación donde pasan estas cosas? ¡¿Quién?!
¡Oh, sí! ¡Qué chistoso es Juanito! Vamos a tomarnos una foto con él. ¡Tan simpático! Al final, cuando nadie quiera saber nada de nosotros, eso será lo único que nos quede. El retrato de nuestro patetismo. ¿A poco no?
¡Atrévase a opinar!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuando el mundo mediatico, trata de cubrir al real, siempre hay consecuencias. Informese antes de opinar. o por lo menos diga su opinion, ahora resulta que a juanito lo escojio el peje y no la gente de ixtapalapa.
Renunciare a mi cargo, por que yo si tengo palabra.
At.
Rafael acosta "Juanito"