martes, 11 de agosto de 2009

Pablo Latapí

Axel Dridriksson
Excélsior/11 de agosto de 2009

Uno de los investigadores educativos más reconocidos del país, el doctor Pablo Latapí Sarre, murió a los 82 años el pasado martes 4 de agosto. Educador por excelencia y profesor de muchas generaciones, deja como legado un trabajo monumental contenido en estudios, libros, ensayos, artículos y múltiples aportaciones orientados a la construcción del campo de conocimiento educativo, así como un conjunto de posturas críticas frente a la terrible situación en la que se encuentra la realidad educativa en el país.
La mejor manera de enaltecer su pensamiento y su figura es dar a conocer algunos de los conceptos y señalamientos que formuló durante la última fase de su vida. Recojo sobre todo lo que escribió y documentó en uno de sus últimos libros, La SEP por dentro (Fondo de Cultura Económica, 2004), en donde entrevista a cuatro secretarios de Educación respecto a sus políticas, que abarcan el periodo de 1992 a 2004 y, en el mismo, hace reflexiones que vale la pena presentar.
Según Latapí, uno de los principales escollos en la educación nacional está en el SNTE. Sus puntos de vista y los contrastes que podemos derivar de la lectura de este libro, al respecto, son muy interesantes. Por ejemplo, en la entrevista con el ex secretario Reyes Tamez éste señaló: “En mi gabinete no hay un solo subsecretario que proceda de las filas del SNTE y hubo un respaldo absoluto del presidente Fox para evitar este tipo de imposiciones” (p. 228). Más adelante declaró que, “así como hemos sido muy respetuosos de la vida sindical, también pido que se respeten las atribuciones de la Secretaría; al respecto puedo afirmar que no se ha nombrado a ningún funcionario por presiones sindicales” (p. 229). ¿Qué pensará el ahora diputado Reyes Tamez de sus relaciones con el SNTE y de la actual composición del gabinete de la SEP? Vueltas que da la vida.
Asimismo, en la entrevista al maestro José Ángel Pescador, éste jerarquiza (de manera chusca, como lo menciona él mismo, pero que no deja de revelar las prioridades que tienen los secretarios de Educación) las funciones del cargo: en primer lugar, la relación con el Presidente, con el gabinete, los gobernadores y, muy especialmente, el sindicato; en segundo, la imagen; en tercero, lo administrativo; luego, lo financiero; después el marco jurídico y lo normativo; en último lugar: ¡lo educativo! (p. 152-153).
Cito, finalmente, dos reflexiones del doctor Latapí sobre su visión crítica del sistema educativo: “Adolece de inequidades estructurales que no logran ser superadas a través de programas compensatorios, becas y otras medidas; las pautas de asignación de plazas de maestros a las zonas más deprimidas o el aprovechamiento de la riqueza de la multiculturalidad exigen también reformas importantes; los costos unitarios de las diversas modalidades deberían de corresponder a una preocupación continua por la equidad” (p. 324).
En el último párrafo de su libro aparece el siguiente comentario: “Sólo confiando en que en el futuro surjan líderes, tanto en el sindicato como en el gobierno, que por ahora no aparecen, se puede esperar que decline o termine el actual cautiverio de la educación básica del país por parte del sindicato y se recupere el indispensable ordenamiento de las relaciones entre las autoridades y el magisterio del país” (p. 342). Un abrazo sincero para María Matilde.
didrik@servidor.unam.mx

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