miércoles, 12 de agosto de 2009

Guadalajara adulta

Diego Petersen Farah
Milenio/12 de agosto de 2009

Todas las ciudades tienen un límite de crecimiento. A nosotros, esta generación, que hemos vivido siempre en una ciudad que se multiplica rápidamente, nos parece impensable que un día este animal enorme que es Guadalajara vaya a dejar de expandirse. Lo mismo diríamos si nos dicen que la ciudad de México dejará de crecer. Pero todo tiene un límite, y la ciudad de Guadalajara lo alcanzará en unos veinte o treinta años más y llegará a una población máxima de entre 6 y 8 millones de habitantes. Salvo que ocurriera un milagro o un desastre, ese será el tamaño final de nuestra urbe.
El primero que planteó pensar a Guadalajara en el horizonte del 2042, es decir en el momento de una ciudad de 500 años, ya madurita y entrada en carnes, fue el arquitecto y urbanista Fabián Medina. Desde 1992, cuando la ciudad cumplía 450 años imaginó y planteó la necesidad de comenzar a pensar la ciudad de los siguientes 50 años. Años más o años menos, cuando Guadalajara cumpla su primer medio milenio habrá llegado finalmente a su edad adulta. Las ciudades son como las personas: mientras están creciendo no se les puede pedir que tengan todo lo que tiene una ciudad que ya acabó de hacerlo. Una ciudad en crecimiento, como un adolescente, consume toda su energía en la expansión, es demasiado pedirle que además lo haga con gracia, armonía y buen humor. A los adolescentes no les crecen al mismo ritmo las orejas, la nariz y las nalgas; crecen a trompicones. A las ciudades les pasa igual, cuando están en pleno crecimiento no hay presupuesto que alcance ni armonía posible en el desarrollo.
Guadalajara está entrando en una etapa que podemos llamar de juventud temprana. Ya no es propiamente una adolescente y tiene que comenzar a definir las cosas de las que dependerá su vida adulta: de qué va a vivir, con quién va a hacer negocios, cómo se va a mover, cuál es su vocación (o sus vocaciones), cómo se va a organizar con su gasto, cómo quiere ser y cómo se imagina a sí misma cuando llegue a la edad adulta. Esas definiciones están, ahora sí, al alcance de la vista. Ya no es ciencia ficción. Cuando en los años sesenta se intentaba imaginar el futuro de la ciudad, los esfuerzos eran contínuamente atropellados por una realidad que rebasaba las proyecciones. Hoy, por primera vez en la historia de esta ciudad, podemos ver o imaginar el tamaño final. De cómo planteemos en este momento la visión de la Guadalajara adulta depende en gran medida la calidad de vida que tendremos en 30 años.


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