jueves, 20 de agosto de 2009

El shock financiero y la educación

Carlos Pallán Figueroa*

Sí, sí existe la palabra en español. Tanto Martín Alonso como María Moliner o la propia Real Academia de la Lengua Española la consignan en sus respectivos diccionarios. Así, el primero de ellos define shock como un “golpe, encuentro violento… conmoción”, pero también como “repentina o grave depresión física o psíquica debida a una fuerte conmoción”. Con algunos matices, lo mismo se sostiene en los dos lexicones restantes. Así es que bastantes problemas tiene el secretario de Hacienda para que, además, lo acusen de emplear términos extranjeros.
La palabra fue cuidadosamente seleccionada por el doctor Agustín Carstens y tuvo su efecto: salvo los periódicos deportivos, estuvo presente en todas las primeras planas de los diarios nacionales del pasado miércoles 12 de agosto. Algo similar sucedió en los medios electrónicos.
El shock financiero, anunciado dentro del foro organizado por el Senado, es un avance de lo que contendrá el proyecto de presupuesto federal que la SHCP presentará, a más tardar, en la primera semana de septiembre. Aunque no hay nada nuevo que no hubiese sido previsto por analistas serios desde noviembre del año pasado, el anuncio del secretario tiene como “cualidad” hacer menos amarga la “medicina presupuestal” que la propia dependencia y la Cámara de Diputados prescribirán para el próximo año.
En pocas palabras, este primer año de crisis ha significado un “agujero fiscal” de 336 mil millones de pesos (mmdp). La potencial catástrofe que esa cifra significaba en 2009, para las finanzas nacionales, ha podido ser evitada por varios factores. Entre ellos: a) las coberturas petroleras (100 mmdp); las ganancias del Banco de México (95 mil); los llamados fondos de estabilización (92 mil) y “otros ingresos no recurrentes” (49 mil). A estas cantidades se han sumado los dos recortes ya instrumentados recientemente, sin que se descarten otro u otros antes de que finalice el año.
2009 será recordado como un buen año comparado con el que sigue. Por lo pronto, ya no habrá coberturas petroleras, las ganancias del Banxico son improbables con la inestabilidad de la política cambiaria y los fondos de estabilización, en el mejor de los casos, ascenderán a 60 mmdp.
En resumen: para 2010 se requieren 300 mmdp, y el proyecto de Hacienda tendrá que indicar de dónde saldrán los ingresos respectivos y la Cámara hacer ajustes a dicha propuesta. Posiblemente, como ya lo dijo el doctor Carstens: “la alternativa será un déficit moderado, medidas tributarias y administrativas y mayor recorte al gasto” (L. Flores, El Economista, 12/08/09). No se sabe aún, específicamente, en qué consistirá cada uno de estos rubros, pero sin duda sí su sabor… amargo.
El presupuesto federal de egresos de 2010 deberá rebasar los 3 billones de pesos. Para el sector educativo, la asignación más alta de la administración pública federal (alrededor de 500 mmdp, junto con el de ciencia y tecnología, 17 por ciento del total), la baja será considerable. Como sector tendrá argumentos para defender, dentro del debate legislativo, la pertinencia de sus asignaciones y la necesidad de incremento. Pero algo similar sucederá con otros: salud, vivienda, programas contra la pobreza, el tema hidráulico, la seguridad pública… y tantos otros. Por más vueltas que se le dé, el hecho es ineludible: los dineros no alcanzan para todos en las proporciones y montos que tuvieran en 2009.
Algo similar sucederá en el nivel superior del nivel educativo. Las universidades, el IPN, los tecnológicos y otros son muy importantes. Pero, ¿cómo hacerle para que el golpe no sea tan fuerte? En este mismo espacio se decía el año pasado: “la decisión final (del presupuesto) dejará damnificados en proporción directa al poder político y de movilización de los demandantes, así como de la fuerza de sus gestores en esa instancia legislativa” (Campus 297, 13/11/08).
Con una gran visión, la ANUIES ha iniciado este día (escribo el jueves 13), en su sede, la primera ronda de conversaciones con los partidos políticos, encabezados por sus president@s y, previsiblemente, con quienes tengan a su cargo las comisiones de educación, ciencia y tecnología, presupuesto y cuenta pública. ¿Será suficiente para atenuar el shock? Por lo pronto, esos contactos son muy valiosos.
* Ex secretario general ejecutivo de la ANUIES y consultor independiente.

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