Excélsior/24 de febrero de 2009
Las declaraciones que se han sucedido en las últimas semanas, prodigadas por prominentes miembros del gabinete de la actual administración federal, pueden entenderse de dos maneras, una, como manifestaciones de supina ignorancia sobre lo que pasa en México, o bien como manifestación verdadera y sincera de cómo los asuntos del Estado y del contexto de la vida nacional son vistos y asumidos.
Nos referimos, según es conocido porque ya son parte de la mofa dentro de los círculos de la cultura política nacional, a las declaraciones del secretario de Economía cuando argumentó y concluyó que, como el narcotráfico ha penetrado al Estado, de seguir las cosas así, el próximo presidente será un narcotraficante; a las de la secretaria de Relaciones Exteriores cuando afirmó que en sólo tres estados de la República había evidencias de violencia incontrolada; a las del secretario de Turismo, al decir que los culpables de la mala imagen que tenía el país en el extranjero eran los medios de comunicación porque promocionaban una importancia exagerada al incremento de los niveles de violencia en el país o, las del líder del Congreso del Trabajo, quien reconoció la labor patriótica del Ejecutivo federal, o las de éste a favor del otro, desde un marco de verdadera decadencia. En el extremo están las declaraciones, enredadas entre grabaciones y llamadas por celulares, del secretario de Comunicaciones y Transportes.
Sorprenden las anteriores aseveraciones por su frecuencia y coincidencia, así como debido a su tremenda cobertura mediática (con intención o sin ella); pero, sobre todo, por la celeridad con la que nos han dejado pasmados, pues durante estos días el gabinetazo de Calderón ha dado la mejor muestra de su calidad.
Sería harto dudoso si alguien afirma lo contrario pero, desafortunadamente, al filo de las declaraciones comentadas, aquí se relacionan políticas que dan cuenta de que la forma también es contenido y que la impostura expresa también una realidad brutal: la de que la gobernabilidad que se expresa en el contenido del proyecto político de la derecha en el poder está conduciendo a su exacto contrario, porque la situación económica y social del país se está resquebrajando y quienes eran calificados como agoreros de la fatalidad y también representantes del catastrofismo, ahora aparecen como practicantes conservadores de la realidad.
Y es que la violencia cotidiana aparece todos los días y cobra mayor fuerza y organización con la seguridad y la impunidad con la que van y vienen los cargamentos de droga que alimentan el multimillonario negocio que relaciona, ahora, a comunidades enteras, zonas y regiones, y se expresa socialmente en acciones organizadas y abiertas, desafiantes, ante la grandilocuencia de las frases que van y vienen que dicen que al crimen organizado se le tiene acorralado y que éste sólo se expresa de forma limitada. Asimismo, por el lapso tan breve en el que ocurrió el análisis sesudo de los principales operadores del gabinete económico, que minimizaron cualquier detonante en las variables especulativas y econométricas que pudieran afectar al país, ante la desbordada condición de recesión generalizada y estancamiento que tenemos ahora.
Nos encontramos en la etapa superior del gobierno “fallido”, una que se caracteriza por su ineficacia total, cubierta de declaraciones absurdas. Sin embargo, para el caso, superior no quiere decir de consolidación, necesariamente.
didrik@servidor.unam.mx
Nos referimos, según es conocido porque ya son parte de la mofa dentro de los círculos de la cultura política nacional, a las declaraciones del secretario de Economía cuando argumentó y concluyó que, como el narcotráfico ha penetrado al Estado, de seguir las cosas así, el próximo presidente será un narcotraficante; a las de la secretaria de Relaciones Exteriores cuando afirmó que en sólo tres estados de la República había evidencias de violencia incontrolada; a las del secretario de Turismo, al decir que los culpables de la mala imagen que tenía el país en el extranjero eran los medios de comunicación porque promocionaban una importancia exagerada al incremento de los niveles de violencia en el país o, las del líder del Congreso del Trabajo, quien reconoció la labor patriótica del Ejecutivo federal, o las de éste a favor del otro, desde un marco de verdadera decadencia. En el extremo están las declaraciones, enredadas entre grabaciones y llamadas por celulares, del secretario de Comunicaciones y Transportes.
Sorprenden las anteriores aseveraciones por su frecuencia y coincidencia, así como debido a su tremenda cobertura mediática (con intención o sin ella); pero, sobre todo, por la celeridad con la que nos han dejado pasmados, pues durante estos días el gabinetazo de Calderón ha dado la mejor muestra de su calidad.
Sería harto dudoso si alguien afirma lo contrario pero, desafortunadamente, al filo de las declaraciones comentadas, aquí se relacionan políticas que dan cuenta de que la forma también es contenido y que la impostura expresa también una realidad brutal: la de que la gobernabilidad que se expresa en el contenido del proyecto político de la derecha en el poder está conduciendo a su exacto contrario, porque la situación económica y social del país se está resquebrajando y quienes eran calificados como agoreros de la fatalidad y también representantes del catastrofismo, ahora aparecen como practicantes conservadores de la realidad.
Y es que la violencia cotidiana aparece todos los días y cobra mayor fuerza y organización con la seguridad y la impunidad con la que van y vienen los cargamentos de droga que alimentan el multimillonario negocio que relaciona, ahora, a comunidades enteras, zonas y regiones, y se expresa socialmente en acciones organizadas y abiertas, desafiantes, ante la grandilocuencia de las frases que van y vienen que dicen que al crimen organizado se le tiene acorralado y que éste sólo se expresa de forma limitada. Asimismo, por el lapso tan breve en el que ocurrió el análisis sesudo de los principales operadores del gabinete económico, que minimizaron cualquier detonante en las variables especulativas y econométricas que pudieran afectar al país, ante la desbordada condición de recesión generalizada y estancamiento que tenemos ahora.
Nos encontramos en la etapa superior del gobierno “fallido”, una que se caracteriza por su ineficacia total, cubierta de declaraciones absurdas. Sin embargo, para el caso, superior no quiere decir de consolidación, necesariamente.
didrik@servidor.unam.mx
No hay comentarios:
Publicar un comentario