El Universal/3 de febrero de 2009
Las élites seleccionan a los candidatos y los ciudadanos escogen entre esas opciones; ese es el único juego real de los ciudadanos, y ese será el alcance de las elecciones del próximo 5 de julio. Este proceso está en el corazón de la teoría sobre la democracia que postuló el economista austriaco Joseph Schumpeter en 1942, y que los partidos políticos en México han decidido aplicar al pie de la letra: “La democracia significa tan sólo que el pueblo tiene la oportunidad de aceptar o rechazar a los hombres que han de gobernarlo (…) es el gobierno del político”.
¿Dónde quedó la posibilidad de la ciudadanía de tener algo que decir sobre los candidatos para la próxima contienda electoral? Sencillamente es una posibilidad secuestrada por las élites de los partidos. Una vuelta de tuerca más para consolidar la partidocracia, que es la única pieza que se afianza dentro del sistema político electoral.
Ahora se puede entender con más claridad por qué los partidos han sido opositores sistemáticos hacia la reelección legislativa. Si existiera esta figura, los aparatos partidistas tendrían que moderar la imposición de sus camarillas y redes.
¿De qué forma se puede exigir cuentas a los candidatos que llegarán a integrar la 61 Legislatura? De la misma forma que con los actuales legisladores, es decir, no hay manera. Hoy vemos cómo la huida en San Lázaro ya se produce todos los días, porque los actuales diputados están en la búsqueda del siguiente puesto. Podemos preguntarnos para qué todo el armado de reglas que hablan de precampañas, reuniones, asambleas, competencia, si al final las listas salen de los acuerdos que hicieron unos cuantos líderes políticos.
No importa el color partidista, no hay que hacerse bolas, como dicen los clásicos: el PRI elegirá en una convención de delegados a sus mejores cartas para 294 distritos; la cúpula del PAN elegirá a 195 personas para igual número de distritos; el PRD hará una comisión de candidaturas para negociar entre sus tribus las listas (EL UNIVERSAL, 18/I/09).
En esta lógica, cualquier candidato tiene que quedar bien con su jefe que lo designó, y si llega a ser legislador, tendrá que seguir las instrucciones del aparato que lo puso en la curul de San Lázaro. ¿Qué importan el voto ciudadano y los compromisos que se establezcan con el electorado? La verdad prácticamente no tendrá importancia, porque los ciudadanos que lleguen a votar por un diputado posiblemente no lo volverán ver, y si acaso la suerte los vuelve a poner en la ruta de otra candidatura, sencillamente se apostará al olvido. Ahora ha iniciado el periodo de las precampañas, que tendrá una duración máxima de 40 días; luego vendrán las campañas, que serán otros 60 días, y al final llegará el día de la votación.
Las dos características principales de las últimas elecciones intermedias en 2003 fueron la abstención y el altísimo costo económico. ¿Vamos hacia otro 2003? Ahora se jugará con nuevas reglas en materia de medios y financiamiento.
Sin embargo, habrá que observar con precisión si, a pesar de las nuevas reglas del juego, se repiten las características de hace seis años. A pesar de todo, nada nos librará de un estremecedor bombardeo mediático de millones de spots para las precampañas y campañas. Para ello, los partidos contarán con los tiempos oficiales, porque con la última reforma electoral los partidos ya no tendrán que gastar dinero para contratar tiempo en radio y televisión. Pero el problema ahora es la administración de esos tiempos, que ya abrieron un nuevo conflicto por la interrupción que hubo el domingo pasado de los partidos de futbol para transmitir spots políticos. Lo cual fue condenado por los partidos, el IFE se deslindó y acusa que la decisión fue de las televisoras.
El financiamiento público para los partidos será de 3 mil 633 millones de pesos, pero sólo 2 mil 700 serán para campañas. Mucho dinero en tiempos de crisis económica. En este cuadro sólo nos faltará saber cuántos ciudadanos, de los 78 millones de mexicanos del padrón electoral, votarán.
¿Vamos hacia otra elección cara y abstencionista? Quizá el problema electoral de fondo sea comprobar que Schumpeter tenía razón; por eso en 2009 tendremos otra vez políticos ricos, muchos spots y poco voto ciudadano.
Investigador del CIESAS
¿Dónde quedó la posibilidad de la ciudadanía de tener algo que decir sobre los candidatos para la próxima contienda electoral? Sencillamente es una posibilidad secuestrada por las élites de los partidos. Una vuelta de tuerca más para consolidar la partidocracia, que es la única pieza que se afianza dentro del sistema político electoral.
Ahora se puede entender con más claridad por qué los partidos han sido opositores sistemáticos hacia la reelección legislativa. Si existiera esta figura, los aparatos partidistas tendrían que moderar la imposición de sus camarillas y redes.
¿De qué forma se puede exigir cuentas a los candidatos que llegarán a integrar la 61 Legislatura? De la misma forma que con los actuales legisladores, es decir, no hay manera. Hoy vemos cómo la huida en San Lázaro ya se produce todos los días, porque los actuales diputados están en la búsqueda del siguiente puesto. Podemos preguntarnos para qué todo el armado de reglas que hablan de precampañas, reuniones, asambleas, competencia, si al final las listas salen de los acuerdos que hicieron unos cuantos líderes políticos.
No importa el color partidista, no hay que hacerse bolas, como dicen los clásicos: el PRI elegirá en una convención de delegados a sus mejores cartas para 294 distritos; la cúpula del PAN elegirá a 195 personas para igual número de distritos; el PRD hará una comisión de candidaturas para negociar entre sus tribus las listas (EL UNIVERSAL, 18/I/09).
En esta lógica, cualquier candidato tiene que quedar bien con su jefe que lo designó, y si llega a ser legislador, tendrá que seguir las instrucciones del aparato que lo puso en la curul de San Lázaro. ¿Qué importan el voto ciudadano y los compromisos que se establezcan con el electorado? La verdad prácticamente no tendrá importancia, porque los ciudadanos que lleguen a votar por un diputado posiblemente no lo volverán ver, y si acaso la suerte los vuelve a poner en la ruta de otra candidatura, sencillamente se apostará al olvido. Ahora ha iniciado el periodo de las precampañas, que tendrá una duración máxima de 40 días; luego vendrán las campañas, que serán otros 60 días, y al final llegará el día de la votación.
Las dos características principales de las últimas elecciones intermedias en 2003 fueron la abstención y el altísimo costo económico. ¿Vamos hacia otro 2003? Ahora se jugará con nuevas reglas en materia de medios y financiamiento.
Sin embargo, habrá que observar con precisión si, a pesar de las nuevas reglas del juego, se repiten las características de hace seis años. A pesar de todo, nada nos librará de un estremecedor bombardeo mediático de millones de spots para las precampañas y campañas. Para ello, los partidos contarán con los tiempos oficiales, porque con la última reforma electoral los partidos ya no tendrán que gastar dinero para contratar tiempo en radio y televisión. Pero el problema ahora es la administración de esos tiempos, que ya abrieron un nuevo conflicto por la interrupción que hubo el domingo pasado de los partidos de futbol para transmitir spots políticos. Lo cual fue condenado por los partidos, el IFE se deslindó y acusa que la decisión fue de las televisoras.
El financiamiento público para los partidos será de 3 mil 633 millones de pesos, pero sólo 2 mil 700 serán para campañas. Mucho dinero en tiempos de crisis económica. En este cuadro sólo nos faltará saber cuántos ciudadanos, de los 78 millones de mexicanos del padrón electoral, votarán.
¿Vamos hacia otra elección cara y abstencionista? Quizá el problema electoral de fondo sea comprobar que Schumpeter tenía razón; por eso en 2009 tendremos otra vez políticos ricos, muchos spots y poco voto ciudadano.
Investigador del CIESAS
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