viernes, 27 de febrero de 2009

La bomba de la jubilación en la Unison


Nicolás Pineda
El Imparcial/27 de febrero de 2009

El domingo pasado salió publicada la convocatoria para el nombramiento de un nuevo rector en la Universidad de Sonora. La ocasión es propicia para echarle un vistazo a la situación de la educación superior en el Estado. De paso, planteamos los principales retos que, a mi juicio, aguardan a la futura Rectoría, uno de los cuales a mí me parece una bomba de tiempo.

La educación superior en Sonora

De los alrededor de 250 mil jóvenes entre 19 y 25 años que hay en Sonora, aproximadamente 65 mil son alumnos de alguna institución de educación superior del Estado. Es decir uno de cada cuatro jóvenes está estudiando licenciatura en una universidad. Aparte, hay 5 mil que hacen estudios de posgrado. Todos ellos asisten a alguna de las 30 universidades públicas y privadas que hay en el Estado.

El 85% de los alumnos de licenciatura estudia en instituciones públicas. De ésos, la Universidad de Sonora (Unison) atiende una matrícula anual promedio a nivel de licenciatura de alrededor de 21 mil estudiantes, es decir atiende al 40% de los estudiantes de licenciatura. De los estudiantes de la Unison, la mitad se concentra en las carreras de Derecho, Económico Administrativas y Sociales. Las Ingenierías y Exactas siguen teniendo menos demanda a pesar de tener mayores oportunidades de trabajo.

En los últimos cinco años, la matrícula de primer ingreso a nivel licenciatura de la Unison se ha mantenido en aproximadamente 5 mil 200 estudiantes. De los que ingresan, la mitad concluye sus estudios. El tiempo promedio que tardan estos estudiantes en terminar sus estudios es de once semestres. De cada 10 que egresan, siete alcanzan la titulación y tres se quedan sin el título. Para atender a esa población estudiantil, en las universidades sonorenses trabajan aproximadamente 5 mil profesores. De ésos, 2 mil trabajan en la Unison. O sea que la tasa de estudiantes por profesor en la Unison es de 10.5. De los profesores, la mitad es de tiempo completo y la otra mitad es de asignatura, es decir está contratado por horas sueltas. Del total de cursos en la Unison, más de la mitad es atendido por profesores de asignatura con cargas de trabajo hasta de 25 horas a la semana. O sea que muchos de éstos son funcionalmente de tiempo completo y viven exclusivamente de su empleo en la Universidad.

De los 2 mil profesores de la Unison, más de la mitad tiene estudios de posgrado y alrededor de 300 tienen el nivel de doctorado. De éstos, 159 pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores.

El presupuesto de la Unison es de aproximadamente 1,400 millones de pesos. De éstos, el 90% se destina a la nómina. Además, la Unison recibe otros 100 millones de pesos para proyectos de infraestructura y fortalecimiento institucional.

El reto de la calidad

Mucho se habla en la Unison de los avances logrados en materia de certificación de las carreras y hay que reconocerlos y felicitarlos. Buena parte de esto se aprecia en la imagen física. Sin embargo, ése es el vaso medio lleno. Ciertamente mucho ha mejorado el ambiente académico de la Unison y da gusto ver el funcionamiento de sus bibliotecas y los recursos de cómputo con que se cuenta. Pero todavía falta mucho que hacer en el cumplimiento y la evaluación de los programas académicos. En la actualidad, no se dispone de un verdadero sistema de evaluación de los egresados y no hay mecanismos para verificar el cumplimiento de los programas. La tendencia a eliminar el requisito de trabajo escrito de tesis no ayuda tampoco a verificar la calidad de la educación, aunque ha mejorado la tasa de titulación.

La bomba de la jubilación

El problema más serio que percibo en la Unison es el de la jubilación de los profesores. El problema es que, debido a las políticas de concurso y competitividad que se establecieron en el País hace más de 20 años, el sueldo de los profesores lo paga una parte la Universidad y otra parte viene de los estímulos que pagan la SEP y el Conacyt y que son conocidos como “tortibecas”. Este último ingreso se otorga en base a la productividad y méritos, sin embargo al llegar a la jubilación, se pierde todo eso. A esto hay que agregarle que la Unison ha pagado al Isssteson fondos reducidos de jubilación.

De modo que si un profesor se jubila, sus ingresos se ven reducidos a mucho menos de la mitad. Esto hace que nadie se jubile y no haya actualmente rotación de profesores, con el consecuente efecto de envejecimiento de la planta docente. El promedio de antigüedad actual de los profesores es de 25 años. En los próximos años, por necesidad biológica, va a tener que darse la jubilación de buena parte de los profesores. La presión va a ser grande para que se resuelva de manera positiva al mismo tiempo que habrá que contratar a una nueva generación de maestros. Es una bomba de tiempo. Tic tac, tic tac.

Agradezco a Rubén Flores la información que me proporcionó para este artículo. Suerte.

Nicolás Pineda. Analista político.

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