lunes, 9 de febrero de 2009

Ya preguntaba Lenin: ¿Qué Hacer?

Luis González de Alba
Milenio/9 de febrero de 2009

Creamos un monstruo: dejamos a los legisladores sin control de ningún otro poder. ¿Se otorgaron 3mil 600 millones en plena crisis y ya sin gasto alguno en publicidad de radio o tv? Pues déles las gracias: nada ni nadie les impide asignarse 10 veces más o un millón de millones.
Los partidos políticos se blindaron contra toda fiscalización ciudadana. ¿No hay forma de pararlos? Subieron a la Constitución que radio y tv deben transmitir sus spots, gratis, cada hora. Mas no por eso se disminuyeron de manera proporcional el financiamiento que toman de nuestros impuestos. Hicieron ley la prohibición de que un ciudadano ejerza, sin partido, su derecho elemental a ser elegido; nos prohibieron, a los ciudadanos sin partido, hablar a favor o en contra de un candidato; se prohibieron, entre sí, expresar los motivos por los que no debemos votar por cierto candidato, en descarada ofensa a la libertad de expresión y al derecho ciudadano a informarse, no sólo de los pros, sino de los contras, antes de votar. Esto es: eliminaron el razonamiento del voto.
Se asignaron 23 y medio millones de spots en radio y tv para abrumarnos, por mandato de la Constitución, con “dos y hasta tres minutos por cada hora de transmisión en cada estación de radio y canal de televisión..." (Art. 41, III). Serán seis infernales meses. Cuando Radio Educación suplicó que le permitieran seguir transmitiendo su ópera dominical sin cortes, como siempre hace, el IFE respondió, ciego y sordo: “El tipo de programación de la emisora no justifica el incumplimiento de obligaciones…” ¿Cuáles? Las exigidas por el artículo 41 de la Constitución. Y advirtió la sanción por no incluir spots de partidos a media ópera: “podrán incluir la orden de cancelación inmediata de las transmisiones” ¡Zas! (MILENIO, 4.II)
El razonamiento es imposible en los 20 segundos de un spot, ¿con qué lo sustituyeron? Con la más vil y rastrera mercadotecnia: “La chispa de la vida… es el partido Verde Ecologista”, “Soy totalmente Peje”. Con eso, ya lo dijeron, nos va a formar como ciudadanos.
Lo que vemos es una política envilecida por la rapiña de 3 mil 600 millones a cargo de impuestos, más casi un millón de pesos mensuales a cada diputado por salario, notas de restorán, peluquería y masajes, chofer, auto, teléfono, secretarias, etcétera.
¿Qué podemos hacer los ciudadanos? ¿Cómo castigarlos a todos por parejo? Podemos condicionar nuestro voto a la derogación de los obstáculos levantados contra la participación ciudadana. Por lo pronto, hay tres esenciales:
1. El excesivo gasto público en los partidos. Si destinaban a spots un 60 por ciento del dinero público recibido, y ya son gratuitos, deben recortarse en igual proporción el financiamiento. Es elemental.
2. Si ya hemos igualado las condiciones de la competencia entre partidos, los representantes plurinominales dejan de tener sentido porque, en su origen, tuvieron por finalidad dotar a los partidos perdedores con diputados por la suma general de sus votos, muy escasos en cada distrito cuando vivíamos condiciones adversas en los comicios y todo se lo llevaba el PRI.
Las 200 diputaciones plurinominales fueron un triunfo democrático bajo la hegemonía del PRI; pero ahora, al quedar en manos exclusivas de las cúpulas dirigentes, resultan cadena infalible para que el legislador se ate a la oligarquía de su partido y no a sus electores. Deben desaparecer.
Por idénticas razones, también la Cámara de Senadores deberá volver a su integración original.
3. Bajo el presente control ciudadano de las elecciones, no hay motivo para prohibir que la voluntad ciudadana se exprese por la reelección de los representantes que hayan demostrado interés en sus representados y calidad en la tarea legislativa.
Entonces, para votar el próximo julio, podríamos exigir: "O nos permiten participación plena, con al menos estos tres cambios, o no votamos. Jueguen solos con su pinche pelota".
Nunca me han gustado los llamados a la abstención y no he seguido ninguno. Pero no se ve ahora otra alternativa para exigir a los partidos que legislen contra sus más mezquinos intereses. Los diputados son la última instancia en la hechura y contrahechura de las leyes. Nos responderán sus risotadas, salvo que se vean, como López Portillo, haciendo campaña solos.
Verse con un candidato único, hizo pensar al PRI en una urgente reforma que abriera la participación plural. Dejémoslos, otra vez, predicando en el desierto.
http://www.luisgonzalezdealba.com/

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