Excélsior/11 de febrero de 2009
El lunes que viene se cumplirán nueve meses de que se gestó la Alianza por la Calidad de la Educación y no hay señales de que esté a punto de parir; al contrario, parece que va a malograrse. El desafío que le lanzan al presidente Calderón los dirigentes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, sus demandas exageradas y su falta de palabra, apuntan a una ruptura. La camarilla que dirige al SNTE tensa al máximo su relación con el Ejecutivo, acaso engolosinada por las prebendas que antes le concedió. Pero a fe mía que esta vez la táctica de Elba Esther Gordillo orilla a Calderón a tomar una decisión que tal vez no esté en su horizonte.
Es correcto, como han señalado algunos articulistas, entre ellos mi colega Jorge Fernández Menéndez, que no conviene ni al país ni al Presidente adquirir otra pugna política. Pero el sindicato de los maestros abrió ese nuevo frente, quizá pensando que le puede arrancar más concesiones a un gobierno débil, urgido de alianzas electorales. El SNTE le planteó por adelantado el pliego de negociación salarial y asuntos laborales al gobierno. Por primera vez el sindicato dirige al Presidente sus demandas, cuando es tradición que se las haga al jefe (hoy jefa) de la Secretaría de Educación Pública. Además, en un tono de exigencia, algo así como: “Si antes no me cumples lo pendiente de diez años no avanzamos en nada, no negociamos un ápice y nos olvidamos de la ACE”.
Satisfacer esos “rezagos” le costaría al país alrededor de 50 mil millones de pesos, en un año de limitaciones severas. El Congreso federal tomó cartas en el asunto, algunos diputados, en un tono comedido (y cándido), le piden al SNTE mesura y buena voluntad. Entretanto, el SNTE aprieta tuercas, su secretario general, Rafael Ochoa, vocifera y reclama que se les otorgue base a cerca de 25 mil docentes de primaria y más de dos mil de secundaria. Eso echaría por tierra lo único que valió la pena de la ACE, los exámenes para el ingreso a la profesión docente.
Dada la historia del SNTE, en particular el comportamiento de su presidenta vitalicia, Elba Esther Gordillo, era previsible que ella concibiera a la ACE (al igual que los pactos con el gobierno de Vicente Fox) como una ceremonia de escaparate, un motivo más para demostrar su poder y presumir que el SNTE se interesa en la calidad de la educación, y que luego no sucediera nada. Pero esta vez la porción de la burocracia modernista de la SEP se tomó en serio lo firmado, organizó el concurso de ingreso a la profesión docente (ayer mismo instaló una comisión con ese fin, sin la participación sindical) y puja por que los directores de escuela y los supervisores accedan a esos puestos mediante exámenes.
Como es sabido, el primer concurso para ingresar a la docencia fue motivo de controversia, causó malestar entre los maestros y la movilización más radical llegó por donde nadie la esperaba: Morelos y otros estados casi libres de fuerzas disidentes. Tal vez el movimiento de sus antiguos fieles causó desgaste en el ego de Elba Ester Gordillo. Los improperios que lanzaban los docentes movilizados (por la peor razón de que se tenga reminiscencia, hay que recalcarlo) eran contra ella, mientras que la secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota, recibía elogios en la prensa.
Lilian Hernández (en Excélsior, 9 de enero) informa que la Comisión Rectora de la ACE no se reúne desde hace cuatro meses, al parecer el SNTE boicotea las posibilidades de acuerdo. En la ACE se había convenido una reforma a la carrera magisterial, para que se consideraran nada más tres factores en cuanto al ingreso y la promoción de los docentes: primero, aprovechamiento escolar de los estudiantes, medido por la prueba ENLACE; segundo, cursos de actualización de los maestros, certificados de manera independiente y, tercero, desempeño profesional. El propósito, al menos el de la SEP, es construir un nuevo modelo de promoción y capacitación basado en el mérito. Pero el SNTE planteó un “segundo piso” a ese esquema, un molde que, en vez de estimular las mejores competencias pedagógicas, sea un escalafón horizontal. Pienso que cuando llegue el momento de hablar de porcentajes de incremento salarial y prestaciones, el SNTE multiplicará su presión sobre el gobierno. Encima, acaso trate de chantajear al Presidente, amenazándolo con formar alianzas del Panal, la maquinaria electoral de la señora Gordillo, con otros partidos.
Esta vez el SNTE perdió el sentido de las proporciones, la ACE va a abortar, pero no porque sus dirigentes lo quieran. No es que el Presidente desee un pleito, ni siquiera pienso que quiera escuchar la bravata de sus aliados incómodos, pero la razón de Estado se impondrá. El Ejecutivo no puede darse el lujo de aceptar amagos de ese calibre en un año electoral, en medio de la crisis económica y de una lucha contra el crimen organizado. A menos que piense que puede sosegar las ambiciones de esa camarilla con invocaciones a su buena voluntad.
Pienso que cuando llegue el momento de hablar de porcentajes de incremento salarial y prestaciones, el SNTE multiplicará su presión sobre el gobierno. Encima, acaso trate de chantajear al Presidente, amenazándolo con formar alianzas del Panal, maquinaria electoral de Gordillo, con otros partidos.
Es correcto, como han señalado algunos articulistas, entre ellos mi colega Jorge Fernández Menéndez, que no conviene ni al país ni al Presidente adquirir otra pugna política. Pero el sindicato de los maestros abrió ese nuevo frente, quizá pensando que le puede arrancar más concesiones a un gobierno débil, urgido de alianzas electorales. El SNTE le planteó por adelantado el pliego de negociación salarial y asuntos laborales al gobierno. Por primera vez el sindicato dirige al Presidente sus demandas, cuando es tradición que se las haga al jefe (hoy jefa) de la Secretaría de Educación Pública. Además, en un tono de exigencia, algo así como: “Si antes no me cumples lo pendiente de diez años no avanzamos en nada, no negociamos un ápice y nos olvidamos de la ACE”.
Satisfacer esos “rezagos” le costaría al país alrededor de 50 mil millones de pesos, en un año de limitaciones severas. El Congreso federal tomó cartas en el asunto, algunos diputados, en un tono comedido (y cándido), le piden al SNTE mesura y buena voluntad. Entretanto, el SNTE aprieta tuercas, su secretario general, Rafael Ochoa, vocifera y reclama que se les otorgue base a cerca de 25 mil docentes de primaria y más de dos mil de secundaria. Eso echaría por tierra lo único que valió la pena de la ACE, los exámenes para el ingreso a la profesión docente.
Dada la historia del SNTE, en particular el comportamiento de su presidenta vitalicia, Elba Esther Gordillo, era previsible que ella concibiera a la ACE (al igual que los pactos con el gobierno de Vicente Fox) como una ceremonia de escaparate, un motivo más para demostrar su poder y presumir que el SNTE se interesa en la calidad de la educación, y que luego no sucediera nada. Pero esta vez la porción de la burocracia modernista de la SEP se tomó en serio lo firmado, organizó el concurso de ingreso a la profesión docente (ayer mismo instaló una comisión con ese fin, sin la participación sindical) y puja por que los directores de escuela y los supervisores accedan a esos puestos mediante exámenes.
Como es sabido, el primer concurso para ingresar a la docencia fue motivo de controversia, causó malestar entre los maestros y la movilización más radical llegó por donde nadie la esperaba: Morelos y otros estados casi libres de fuerzas disidentes. Tal vez el movimiento de sus antiguos fieles causó desgaste en el ego de Elba Ester Gordillo. Los improperios que lanzaban los docentes movilizados (por la peor razón de que se tenga reminiscencia, hay que recalcarlo) eran contra ella, mientras que la secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota, recibía elogios en la prensa.
Lilian Hernández (en Excélsior, 9 de enero) informa que la Comisión Rectora de la ACE no se reúne desde hace cuatro meses, al parecer el SNTE boicotea las posibilidades de acuerdo. En la ACE se había convenido una reforma a la carrera magisterial, para que se consideraran nada más tres factores en cuanto al ingreso y la promoción de los docentes: primero, aprovechamiento escolar de los estudiantes, medido por la prueba ENLACE; segundo, cursos de actualización de los maestros, certificados de manera independiente y, tercero, desempeño profesional. El propósito, al menos el de la SEP, es construir un nuevo modelo de promoción y capacitación basado en el mérito. Pero el SNTE planteó un “segundo piso” a ese esquema, un molde que, en vez de estimular las mejores competencias pedagógicas, sea un escalafón horizontal. Pienso que cuando llegue el momento de hablar de porcentajes de incremento salarial y prestaciones, el SNTE multiplicará su presión sobre el gobierno. Encima, acaso trate de chantajear al Presidente, amenazándolo con formar alianzas del Panal, la maquinaria electoral de la señora Gordillo, con otros partidos.
Esta vez el SNTE perdió el sentido de las proporciones, la ACE va a abortar, pero no porque sus dirigentes lo quieran. No es que el Presidente desee un pleito, ni siquiera pienso que quiera escuchar la bravata de sus aliados incómodos, pero la razón de Estado se impondrá. El Ejecutivo no puede darse el lujo de aceptar amagos de ese calibre en un año electoral, en medio de la crisis económica y de una lucha contra el crimen organizado. A menos que piense que puede sosegar las ambiciones de esa camarilla con invocaciones a su buena voluntad.
Pienso que cuando llegue el momento de hablar de porcentajes de incremento salarial y prestaciones, el SNTE multiplicará su presión sobre el gobierno. Encima, acaso trate de chantajear al Presidente, amenazándolo con formar alianzas del Panal, maquinaria electoral de Gordillo, con otros partidos.
Carlos.Ornelas10@gmail.com
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