Dossier Político/23 de junio de 2009
Como la guardería ABC, el proyecto transexenal de Eduardo Bours tampoco tenía salidas de emergencia.
A varios, el fuego los atrapó durmiendo un profundo sueño en el que se veían levantando la mano, inflamando el pecho y dejando caer el lapidario ‘¡sí, protesto!’ en medio de un estruendo de aplausos.
Los efectos políticos del incendio que hasta hoy ha costado la vida de 47 niños en Hermosillo son inocultables y por ello, resulta en vano pedir que el tema ‘no se politice’ (cualquier cosa que ese cliché signifique).
El tema ya se metió en la agenda política de la sucesión gubernamental en Sonora, y sus saldos son aún impredecibles.
El ejército rojo es el que registra mayores daños, lo que algunos explican a partir de que la fórmula tricolor se quedó sin discurso, sin mensaje, sin algo qué ofrecer al electorado.
Y es que su única oferta era Eduardo Bours. El nombre de Eduardo Bours, la obra de Eduardo Bours, la forma de hacer política de Eduardo Bours.
Cualquier observador medianamente acucioso, se habrá dado cuenta de que los candidatos del PRI fueron mimetizados en Eduardo Bours: se visten igual, hablan igual, con las mismas pausas, repeticiones y ademanes.
El caso de Alfonso Elías es el más emblemático, pero no el único.
Fueron entrenados para representar un papel y algunos lo han hecho muy desafortunadamente. La expresión gestual y corporal del Pano Salido, candidato a la alcaldía de Hermosillo, durante el debate organizado por el CEE, va a quedar para la historia de lo grotesco.
A todos les fue impuesto ese modelo, para trabajar gráficamente una campaña que los consolidaría como fuerza política alrededor de un líder: Eduardo Bours, al que ya imaginaban en Los Pinos el 2012.
Algunos ya se frotaban las manos hasta quemarse las palmas, nomás de imaginarlo.
La idea era buena, pero la legitimidad de Photoshop resultó más combustible que el poliestireno en la guardería ABC.
El 5 de junio, el incendio destapó lo que con más esmero que efectividad pretendía ocultarse: si algo sigue decidiendo las políticas públicas, eso es la insensibilidad y el tráfico de influencias; amiguismos, compadrazgos, corrupción y negligencia, entre otros antivalores que aparecieron al disiparse el humo del incendio en la guardería.
Por otro lado, el desencanto. El asombro. La indignación. La ira divina, como la llamó Antonio García Morales, el sacerdote de Catedral, durante un mensaje en la tercera marcha con que la sociedad civil ha cobijado a los padres dolientes, y que ya generó un movimiento llamado 5 de junio. Para que no se olvide la fecha.
La movilización social, le memoria colectiva erizada, la tardanza del proceso, las sospechas de que no se hará justicia o que se dejará libres a los responsables; el choque entre los gobiernos federal y estatal, la andanada de críticas al gobernador en la prensa nacional e internacional, todo se ha juntado para que, fiel a su estilo, Bours salte a los encordados y aluda a sus críticos como ‘gusanos que se arrastran en el lodo’.
Malo el cuento. Los bonos del gobernador no pasan por su mejor momento y no parece haber forma de recomponer entuertos antes de que se cumpla el primer mes de la tragedia, o sea, el 5 de julio, día de las elecciones.
Eso le pegará más duro a los candidatos del PRI-Sonora, una entidad creada por el propio Bours como una especie de ‘blindaje’ ante las malas influencias de los políticos priistas de vieja generación, que hoy observan con singular atención, pero con prudente distancia, la pelea.
Vaya, ni Elba Esther Gordillo lo ha tocado con el pétalo de una declaración en su defensa.
Mucho menos alguno de los candidatos, que tienen prohibido tocar el tema, bajo la premisa de no politizar un asunto que a estas alturas, no puede abordarse si no es en ese ámbito.
De hecho, urge un abordaje político, porque el reparto de culpas entre los distintos niveles de gobierno ha suscitado una escalada de beligerancia, que trae con los nervios de punta a todos los protagonistas de la vida pública.
Los avances en la investigación no sólo no convencen a la población, sino que la detención de siete empleados menores de la Secretaría de Hacienda, abrió nuevos frentes de protesta y encono social.
Como el de las familias de esos empleados que ya tomaron la calle, con la legítima sospecha de que se quiere hacer justicia en los bueyes de mi compadre.
El ‘clasismo’ con que se procura e imparte la justicia de Sonora está en el debate nuevamente. Se asomó hace tres meses, cuando el joven Fernando Noriega Soto, atropelló y dio muerte a Denisse y Víctor, en las playas de Bahía de Kino.
El muchacho es hijo de Francisco Noriega, un acaudalado empresario, miembro del Opus Dei y financiero de la campaña de Alfonso Elías Serrano.
Apenas ayer, apareció un desplegado de prensa firmado por los padres de Víctor y Dennisse, dirigido a la opinión pública y titulado: TENEMOS MIEDO DE QUE NO SE HAGA JUSTICIA.
“…Nos desconsuela saber que la justicia en Sonora ha sido selectiva y parcial. Ensombrece nuestro ánimo ver cómo las influencias políticas pudieran favorecer a quien cometió una falta que debe ser castigada. Llena de temor nuestros corazones imaginar que por relaciones políticas y amistades de conveniencia económica se pudiera entorpecer la administración y aplicación de justicia”, dicen.
Y exponen una serie de argumentos para reforzar sus temores en el sentido de que el homicida de sus hijos pueda alcanzar el auto de libertad en base a la manipulación del proceso.
Revivir el caso Noriega, en el contexto actual, donde los dueños de la guardería y funcionarios de alto nivel no son tocados ni con el pétalo de un citatorio judicial, agrega leña a la hoguera.
Nos acercamos, eso ni duda cabe, a una jornada electoral excepcional.
A varios, el fuego los atrapó durmiendo un profundo sueño en el que se veían levantando la mano, inflamando el pecho y dejando caer el lapidario ‘¡sí, protesto!’ en medio de un estruendo de aplausos.
Los efectos políticos del incendio que hasta hoy ha costado la vida de 47 niños en Hermosillo son inocultables y por ello, resulta en vano pedir que el tema ‘no se politice’ (cualquier cosa que ese cliché signifique).
El tema ya se metió en la agenda política de la sucesión gubernamental en Sonora, y sus saldos son aún impredecibles.
El ejército rojo es el que registra mayores daños, lo que algunos explican a partir de que la fórmula tricolor se quedó sin discurso, sin mensaje, sin algo qué ofrecer al electorado.
Y es que su única oferta era Eduardo Bours. El nombre de Eduardo Bours, la obra de Eduardo Bours, la forma de hacer política de Eduardo Bours.
Cualquier observador medianamente acucioso, se habrá dado cuenta de que los candidatos del PRI fueron mimetizados en Eduardo Bours: se visten igual, hablan igual, con las mismas pausas, repeticiones y ademanes.
El caso de Alfonso Elías es el más emblemático, pero no el único.
Fueron entrenados para representar un papel y algunos lo han hecho muy desafortunadamente. La expresión gestual y corporal del Pano Salido, candidato a la alcaldía de Hermosillo, durante el debate organizado por el CEE, va a quedar para la historia de lo grotesco.
A todos les fue impuesto ese modelo, para trabajar gráficamente una campaña que los consolidaría como fuerza política alrededor de un líder: Eduardo Bours, al que ya imaginaban en Los Pinos el 2012.
Algunos ya se frotaban las manos hasta quemarse las palmas, nomás de imaginarlo.
La idea era buena, pero la legitimidad de Photoshop resultó más combustible que el poliestireno en la guardería ABC.
El 5 de junio, el incendio destapó lo que con más esmero que efectividad pretendía ocultarse: si algo sigue decidiendo las políticas públicas, eso es la insensibilidad y el tráfico de influencias; amiguismos, compadrazgos, corrupción y negligencia, entre otros antivalores que aparecieron al disiparse el humo del incendio en la guardería.
Por otro lado, el desencanto. El asombro. La indignación. La ira divina, como la llamó Antonio García Morales, el sacerdote de Catedral, durante un mensaje en la tercera marcha con que la sociedad civil ha cobijado a los padres dolientes, y que ya generó un movimiento llamado 5 de junio. Para que no se olvide la fecha.
La movilización social, le memoria colectiva erizada, la tardanza del proceso, las sospechas de que no se hará justicia o que se dejará libres a los responsables; el choque entre los gobiernos federal y estatal, la andanada de críticas al gobernador en la prensa nacional e internacional, todo se ha juntado para que, fiel a su estilo, Bours salte a los encordados y aluda a sus críticos como ‘gusanos que se arrastran en el lodo’.
Malo el cuento. Los bonos del gobernador no pasan por su mejor momento y no parece haber forma de recomponer entuertos antes de que se cumpla el primer mes de la tragedia, o sea, el 5 de julio, día de las elecciones.
Eso le pegará más duro a los candidatos del PRI-Sonora, una entidad creada por el propio Bours como una especie de ‘blindaje’ ante las malas influencias de los políticos priistas de vieja generación, que hoy observan con singular atención, pero con prudente distancia, la pelea.
Vaya, ni Elba Esther Gordillo lo ha tocado con el pétalo de una declaración en su defensa.
Mucho menos alguno de los candidatos, que tienen prohibido tocar el tema, bajo la premisa de no politizar un asunto que a estas alturas, no puede abordarse si no es en ese ámbito.
De hecho, urge un abordaje político, porque el reparto de culpas entre los distintos niveles de gobierno ha suscitado una escalada de beligerancia, que trae con los nervios de punta a todos los protagonistas de la vida pública.
Los avances en la investigación no sólo no convencen a la población, sino que la detención de siete empleados menores de la Secretaría de Hacienda, abrió nuevos frentes de protesta y encono social.
Como el de las familias de esos empleados que ya tomaron la calle, con la legítima sospecha de que se quiere hacer justicia en los bueyes de mi compadre.
El ‘clasismo’ con que se procura e imparte la justicia de Sonora está en el debate nuevamente. Se asomó hace tres meses, cuando el joven Fernando Noriega Soto, atropelló y dio muerte a Denisse y Víctor, en las playas de Bahía de Kino.
El muchacho es hijo de Francisco Noriega, un acaudalado empresario, miembro del Opus Dei y financiero de la campaña de Alfonso Elías Serrano.
Apenas ayer, apareció un desplegado de prensa firmado por los padres de Víctor y Dennisse, dirigido a la opinión pública y titulado: TENEMOS MIEDO DE QUE NO SE HAGA JUSTICIA.
“…Nos desconsuela saber que la justicia en Sonora ha sido selectiva y parcial. Ensombrece nuestro ánimo ver cómo las influencias políticas pudieran favorecer a quien cometió una falta que debe ser castigada. Llena de temor nuestros corazones imaginar que por relaciones políticas y amistades de conveniencia económica se pudiera entorpecer la administración y aplicación de justicia”, dicen.
Y exponen una serie de argumentos para reforzar sus temores en el sentido de que el homicida de sus hijos pueda alcanzar el auto de libertad en base a la manipulación del proceso.
Revivir el caso Noriega, en el contexto actual, donde los dueños de la guardería y funcionarios de alto nivel no son tocados ni con el pétalo de un citatorio judicial, agrega leña a la hoguera.
Nos acercamos, eso ni duda cabe, a una jornada electoral excepcional.
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