La Jornada/29 de junio de 2009
Normalistas rurales denunciaron que en las zonas de mayor marginación y pobreza del país cada vez hay menos maestros, no sólo por la falta de personal capacitado, sino por las condiciones de violencia e inseguridad que padecen, pues “caciques, narcotraficantes y explotadores de bosques y tierras son los primeros en ponernos en la mira”.
En la sierra o las regiones de montaña, agregaron, “son muy pocos los profesores que llegan, y menos todavía los que deciden quedarse y no ir de comunidad en comunidad porque las condiciones son muy difíciles”.
Alumnos de las normales de Ayotzinapa, Guerrero; Amilcingo, Morelos, y Saucillo, Chihuahua; afiliadas a la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM) –que agrupa a las 15 escuelas rurales del país– afirmaron que enfrentan una “guerra de baja intensidad”.
En las poblaciones, indicaron, el maestro normalista “no sólo enseña a leer y escribir; también orienta y organiza a la comunidad, y ante una creciente abandono de los derechos del campesino, esta tarea es cada vez más peligrosa”.
Sumidas en el abandono económico y el deterioro de infraestructura, las normales que subsisten en Campeche, Chihuahua, Durango, Aguascalientes, Guerrero, Jalisco, estado de México, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Puebla, Sonora, Tamaulipas, Tlaxcala y Zacatecas enfrentan un acelerado proceso de reducción en su matrícula, con lo que “en los hechos se elimina el derecho de los más pobres a recibir educación, pues en las comunidades hay adolescentes de 14 años que no saben leer ni escribir”, afirman.
Por ello, anunciaron que ante la negativa de las autoridades federales y estatales a atender sus demandas para garantizar mejores condiciones en los internados, aulas y espacios deportivos de las normales rurales del país, y frenar el avance de la privatización de la educación pública, la FECSM “no va a quedarse cruzada de brazos ni vamos a permitir que desaparezcan las escuelas rurales, a pesar de todo el empuje que le quieren dar a la Alianza por la Calidad de la Educación, y sus Planes Estatales de Fortalecimiento a la Educación Normal”.
En las normales rurales, afirmaron, “sabemos que estamos en la mira del Ejército y los cuerpos represores en los estados, pero eso no ha impedido que nos movilicemos, y si no se cumplen los acuerdos pactados, como el caso de la normal de Mactumactzá, Chiapas, donde desde hace tres años el gobierno estatal nos prometió la reapertura del internado, vamos por nuevas acciones de protesta”.
Los estudiantes aseguraron que las condiciones de deterioro y abandono no se limitan a las normales, sino también ocurren en planteles multigrado y comunitarios, donde “acuden la mayoría de niños que viven en condiciones de pobreza y en zonas muy alejadas”.
En las prácticas profesionales, indicaron, “llegamos a comunidades donde ni siquiera hay escuela ni aula de carrizos, y a veces hasta nos toca dar clase en pleno rayo del sol, lo que hace injustificable que la Secretaría de Educación Pública afirme que no se necesitan ni más escuelas ni maestros rurales, porque ya no hay niños”.
En la sierra o las regiones de montaña, agregaron, “son muy pocos los profesores que llegan, y menos todavía los que deciden quedarse y no ir de comunidad en comunidad porque las condiciones son muy difíciles”.
Alumnos de las normales de Ayotzinapa, Guerrero; Amilcingo, Morelos, y Saucillo, Chihuahua; afiliadas a la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM) –que agrupa a las 15 escuelas rurales del país– afirmaron que enfrentan una “guerra de baja intensidad”.
En las poblaciones, indicaron, el maestro normalista “no sólo enseña a leer y escribir; también orienta y organiza a la comunidad, y ante una creciente abandono de los derechos del campesino, esta tarea es cada vez más peligrosa”.
Sumidas en el abandono económico y el deterioro de infraestructura, las normales que subsisten en Campeche, Chihuahua, Durango, Aguascalientes, Guerrero, Jalisco, estado de México, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Puebla, Sonora, Tamaulipas, Tlaxcala y Zacatecas enfrentan un acelerado proceso de reducción en su matrícula, con lo que “en los hechos se elimina el derecho de los más pobres a recibir educación, pues en las comunidades hay adolescentes de 14 años que no saben leer ni escribir”, afirman.
Por ello, anunciaron que ante la negativa de las autoridades federales y estatales a atender sus demandas para garantizar mejores condiciones en los internados, aulas y espacios deportivos de las normales rurales del país, y frenar el avance de la privatización de la educación pública, la FECSM “no va a quedarse cruzada de brazos ni vamos a permitir que desaparezcan las escuelas rurales, a pesar de todo el empuje que le quieren dar a la Alianza por la Calidad de la Educación, y sus Planes Estatales de Fortalecimiento a la Educación Normal”.
En las normales rurales, afirmaron, “sabemos que estamos en la mira del Ejército y los cuerpos represores en los estados, pero eso no ha impedido que nos movilicemos, y si no se cumplen los acuerdos pactados, como el caso de la normal de Mactumactzá, Chiapas, donde desde hace tres años el gobierno estatal nos prometió la reapertura del internado, vamos por nuevas acciones de protesta”.
Los estudiantes aseguraron que las condiciones de deterioro y abandono no se limitan a las normales, sino también ocurren en planteles multigrado y comunitarios, donde “acuden la mayoría de niños que viven en condiciones de pobreza y en zonas muy alejadas”.
En las prácticas profesionales, indicaron, “llegamos a comunidades donde ni siquiera hay escuela ni aula de carrizos, y a veces hasta nos toca dar clase en pleno rayo del sol, lo que hace injustificable que la Secretaría de Educación Pública afirme que no se necesitan ni más escuelas ni maestros rurales, porque ya no hay niños”.
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