Milenio/25 de junio de 2009
No sólo en México, en muchos países de mayor consolidación democrática el sistema dominante de partidos ha expropiado a la ciudadanía la capacidad para decidir quién gobierna realmente. Cuando ningún programa político es renovador y la práctica está contaminada por la corrupción y la negligencia, parece inevitable que la abstención activa sea la única opción electoral que tenemos los ciudadanos críticos e independientes. El debate sobre estos temas congrega “voces múltiples y disímbolas” a partir del inicio de las campañas políticas en marzo pasado. Existe al respecto una abundante documentación: basta buscar en la web bajo abstención electoral, voto nulo, etc., artículos de José Antonio Crespo, Ricardo Monreal Ávila, Francisco Velasco Zapata, Marcos Roitman, Alberto Aziz Nassif, Rosa Albina Garavito (“Ser de izquierda y anular el voto”, http://www.revistapantagruelica.com/), Denise Dresser, Héctor Aguilar Camín o los blogs http://www.yoanularemivoto.blogspot.com/, http://www.atari2600blogspot.com/, http://www.votaindependiente.org.mx/. Hay aportes enriquecedores publicados desde 2007 en España: Antoni Doménech (“Raíces de la abstención”, http://www.sinpermiso.info/), Josep Maria Vallès y muchos otros, e incluso una novela de José Saramago: Ensayo sobre la lucidez. Acerca de las candidaturas ciudadanas y la legislación electoral vigente acaba de publicarse el ensayo de Imer B. Flores, “El problema de las candidaturas a-partidistas, independientes o sin partido”, en John M. Ackerman (coord.), Nuevos escenarios del derecho electoral: los retos de la reforma de 2007-2008, IIJ-UNAM, México 2009 (http://www.juridicas.unam.mx/).
La abstención electoral activa —voto en blanco o voto nulo— es una forma legítima de participación que condensa el rechazo de muchos ciudadanos conscientes al sistema actual de partidos políticos. Se trata de arrebatarle a esta clase política degradada el control de las elecciones para que sea conquistado por la sociedad civil. El “voto de castigo” le resta legitimidad a todos los candidatos en contienda. ¿Y cómo medir el porcentaje de abstención activa si resulta un fenómeno significativo? Una vía es la comparación con elecciones anteriores, en particular con las intermedias de 2003 y 1997, tratar de entender qué es lo que sucede “normalmente”, y por qué crece la apatía cuando es la ocasión en que se eligen los representantes supuestamente más “cercanos” al electorado (alcaldes y diputados federales y locales…). ¿Será que la despolitización propiciada por los poderes fácticos refuerza la creencia en las superadas facultades “providenciales” del presidente?
¿Qué sigue después del 5 de julio? ¿Cómo arraigar en la base de la sociedad un programa consecuente de reformas políticas y en dónde radica una verdadera transformación democrática? Para “quitar el poder a estos partidos políticos y darlo a los ciudadanos”, debemos lograr: 1. El mecanismo legal para que en el recuento electoral se pueda calcular el porcentaje de votos “intencionalmente en blanco o nulos”, separándolo del habitual de votos nulos por error u otras causas y de la copiosa abstención pasiva: el sistema político se vería obligado a apreciar (en cantidad y calidad) el rechazo ciudadano; 2. Si este resultado crítico es significativo (bastaría que sumara más del 5% de los votos emitidos), habrá que convocar a una gran movilización ciudadana que proponga las reformas ineludibles: suprimir las candidaturas plurinominales, monopolizadas por las burocracias partidistas, y mantener sólo las de mayoría, elegidas por los votantes; reelección consecutiva de los legisladores para vincularlos a sus electores; impulsar las candidaturas independientes; establecer la segunda vuelta en las elecciones presidenciales (para evitar fraudes como los de 1988 y 2006); controlar los recursos para la difusión de las campañas y el acceso ciudadano a los medios; elevar el porcentaje de votos para el registro de un partido; reforzar la autonomía del IFE y la transparencia de los comicios.
En http://www.codigoradio.cultura.df.gob.mx/, los viernes a las 19:00, puede escuchar las Cribas.
La abstención electoral activa —voto en blanco o voto nulo— es una forma legítima de participación que condensa el rechazo de muchos ciudadanos conscientes al sistema actual de partidos políticos. Se trata de arrebatarle a esta clase política degradada el control de las elecciones para que sea conquistado por la sociedad civil. El “voto de castigo” le resta legitimidad a todos los candidatos en contienda. ¿Y cómo medir el porcentaje de abstención activa si resulta un fenómeno significativo? Una vía es la comparación con elecciones anteriores, en particular con las intermedias de 2003 y 1997, tratar de entender qué es lo que sucede “normalmente”, y por qué crece la apatía cuando es la ocasión en que se eligen los representantes supuestamente más “cercanos” al electorado (alcaldes y diputados federales y locales…). ¿Será que la despolitización propiciada por los poderes fácticos refuerza la creencia en las superadas facultades “providenciales” del presidente?
¿Qué sigue después del 5 de julio? ¿Cómo arraigar en la base de la sociedad un programa consecuente de reformas políticas y en dónde radica una verdadera transformación democrática? Para “quitar el poder a estos partidos políticos y darlo a los ciudadanos”, debemos lograr: 1. El mecanismo legal para que en el recuento electoral se pueda calcular el porcentaje de votos “intencionalmente en blanco o nulos”, separándolo del habitual de votos nulos por error u otras causas y de la copiosa abstención pasiva: el sistema político se vería obligado a apreciar (en cantidad y calidad) el rechazo ciudadano; 2. Si este resultado crítico es significativo (bastaría que sumara más del 5% de los votos emitidos), habrá que convocar a una gran movilización ciudadana que proponga las reformas ineludibles: suprimir las candidaturas plurinominales, monopolizadas por las burocracias partidistas, y mantener sólo las de mayoría, elegidas por los votantes; reelección consecutiva de los legisladores para vincularlos a sus electores; impulsar las candidaturas independientes; establecer la segunda vuelta en las elecciones presidenciales (para evitar fraudes como los de 1988 y 2006); controlar los recursos para la difusión de las campañas y el acceso ciudadano a los medios; elevar el porcentaje de votos para el registro de un partido; reforzar la autonomía del IFE y la transparencia de los comicios.
En http://www.codigoradio.cultura.df.gob.mx/, los viernes a las 19:00, puede escuchar las Cribas.
anaya.jess@gmail.com
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