Milenio/26 de junio de 2009
Las encuestas realizadas por la empresa Berumen y Asociados para Público-Milenio tienen una característica que las diferencian del resto de las publicadas en otros medios: esta es la única empresa de las que han publicado en Guadalajara que se hizo la encuesta con boleta (otras al parecer las hicieron con veleta, pues han ido cambiando el resultado según sopla el viento, pero ese es otro tema). Lo importante de hacer la encuesta con boleta y urna es que le da certeza metodológica, reduce el número de personas que se niegan a contestar y, específicamente para esta elección, permite medir lo que ha sido el fenómeno y la novedad de este proceso: el voto nulo.
Del universo total de la encuesta en Zapopan y Guadalajara 6.6 por ciento de los encuestados anularon su voto tachándolo o escribiendo alguna frase encima de la boleta (mentadas de madre incluidas). Por otra parte, 10.5 por ciento sólo depositaron la boleta en blanco. Para efectos de la elección todas estos votos se hubieran contabilizado como voto nulo, pero en términos de la encuesta el voto en blanco significa cosas tan diversas como: no se por quién votar, no quiero decirte por quién voy a votar, o mi voto no es para nadie, que equivaldría a la anulación conciente. Es decir, parte del voto en blanco puede ser voto nulo, pero no lo sabemos con exactitud. De este universo hay que descartar a los que es muy probable que no vayan a ir a votar. Gente que anula su voto en la encuesta, pero no sabe cuándo es la elección o nunca ha votado, es en realidad un abstencionista vestido a la moda anulacionista. De ahí que la estimación de escenario electoral es que la gente que irá a las urnas a anular su voto en Guadalajara y Zapopan este 5 de julio poco más o meno 5 por ciento de los electores, una cifra que habla del tamaño del malestar que hay contra los partidos. El voto nulo es hoy la tercera fuerza electoral en Guadalajara.
Otro dato muy interesante es el perfil del votante nulo. Una tercera parte corresponde al tipo más visible del anulacionista: clase media alta y alta, de alto perfil educativo. La sorpresa, al menos para mí, fue encontrar que 40 por ciento del voto nulo es de mujeres y que 75 por ciento de éstas son amas de casa; o que 36.4 por ciento tiene estudios de secundaria o menos. Es decir, este es un movimiento que, como los anuncios sobre alcoholismo, no respeta sexo, estudios ni condición social. No es el enojo de un grupo sino una expresión de toda la sociedad que no es homogénea, no es encasillable y que sólo tiene en común una cosa: el hartazgo por la manera de hacer política de los partidos.
Del universo total de la encuesta en Zapopan y Guadalajara 6.6 por ciento de los encuestados anularon su voto tachándolo o escribiendo alguna frase encima de la boleta (mentadas de madre incluidas). Por otra parte, 10.5 por ciento sólo depositaron la boleta en blanco. Para efectos de la elección todas estos votos se hubieran contabilizado como voto nulo, pero en términos de la encuesta el voto en blanco significa cosas tan diversas como: no se por quién votar, no quiero decirte por quién voy a votar, o mi voto no es para nadie, que equivaldría a la anulación conciente. Es decir, parte del voto en blanco puede ser voto nulo, pero no lo sabemos con exactitud. De este universo hay que descartar a los que es muy probable que no vayan a ir a votar. Gente que anula su voto en la encuesta, pero no sabe cuándo es la elección o nunca ha votado, es en realidad un abstencionista vestido a la moda anulacionista. De ahí que la estimación de escenario electoral es que la gente que irá a las urnas a anular su voto en Guadalajara y Zapopan este 5 de julio poco más o meno 5 por ciento de los electores, una cifra que habla del tamaño del malestar que hay contra los partidos. El voto nulo es hoy la tercera fuerza electoral en Guadalajara.
Otro dato muy interesante es el perfil del votante nulo. Una tercera parte corresponde al tipo más visible del anulacionista: clase media alta y alta, de alto perfil educativo. La sorpresa, al menos para mí, fue encontrar que 40 por ciento del voto nulo es de mujeres y que 75 por ciento de éstas son amas de casa; o que 36.4 por ciento tiene estudios de secundaria o menos. Es decir, este es un movimiento que, como los anuncios sobre alcoholismo, no respeta sexo, estudios ni condición social. No es el enojo de un grupo sino una expresión de toda la sociedad que no es homogénea, no es encasillable y que sólo tiene en común una cosa: el hartazgo por la manera de hacer política de los partidos.
diego.petersen@milenio.com
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