Excélsior/25 de junio de 2009
El sábado, en una reunión de apoyo a Carlos Durán, candidato del PAN a delegado en Álvaro Obregón, el infaltable Manuel Espino confesó que su partido no tenía el triunfo seguro en esa jurisdicción y denunció que para seleccionar candidatos de su partido “el procedimiento no fue el correcto” y “se abandonó la democracia y se optó por las designaciones, sin importar la decisión de la militancia”. Pese a tan contundente denuncia, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación no se dio por enterado.
Por similares razones, porque el procedimiento no fue el correcto, el mismo Tribunal decidió que la candidata del PRD a delegada en Iztapalapa, Clara Brugada, debía dejar su lugar a Silvia Oliva, quien pertenece a la corriente de Los Chuchos. La orden del TEPJF para sustituir a la candidata perredista se emitió cuando ya no hay tiempo para imprimir nuevas boletas, de modo que quienes voten por la señora Oliva lo harán en el cuadro donde aparece el nombre de Brugada, lo que evidentemente desconcertará a muchos electores y va a propiciar, si no la derrota de los perredistas, sí el triunfo de Oliva, que por su militancia en Nueva Izquierda resulta tragable para el panismo.
Sin juzgar intenciones, a consecuencia del fallo emitido por el Tribunal, se produjo una confusión que lesiona al partido aurinegro y aun favorece su división, pues incluso ordenó al PRD y a los órganos electorales capitalinos registrar sin demora a Silvia Oliva, pese a que ni siquiera cumple con los requisitos del caso y pudiera quedar fuera de la contienda, lo que acrecentaría la desorientación de los electores.
Andrés Manuel López Obrador, a quien los medios todos los días dan por muerto, demuestra que es y que está muy vivo, pues de la grosera intromisión del TEPJF ha hecho el centro de su campaña y se ha planteado todo un reto, pues llama a votar por el Partido del Trabajo para que si resulta triunfador su candidato delegacional, el ex perredista Rafael Acosta, alias Juanito, éste renuncie de inmediato para que Marcelo Ebrard, de manera directa y en uso de sus facultades legales, designe titular de la delegación Iztapalapa a Clara Brugada.
Es una especie de triple salto mortal, pues habrá muchos despistados que voten por el PRD al ver en la boleta el nombre de la señora Brugada, en tanto que resultará difícil que los perredistas convencidos tachen el logotipo del PT, pues en la boleta aparecerá el nombre de otra persona, no el de Brugada, que en el mejor de los casos quedará en manos de Ebrard, quien puede ser presionado por Los Chuchos para que no complete la carambola proyectada por AMLO.
López Obrador apuesta buena parte de su capital político en esta operación que, de terminar frustrada, dará pie a sus enemigos para redoblar los ataques y mostrarlo por enésima vez como derrotado. No será el final de su carrera, pero el tabasqueño saldrá ciertamente raspado en caso de un resultado adverso y hará más fácil su inminente expulsión del PRD. En cambio, si las cosas salen como las planeó (si triunfa el PT, renuncia el candidato ganador y Ebrard nombra delegada sustituta a Brugada), volverá a demostrar que su largo colmillo es capaz de abrir surcos y que el electorado capitalino mantiene su fidelidad hacia él.
De ganar AMLO, Los Chuchos pensarán dos y más veces antes de expulsar a un cuadro capaz de ganar votos en las condiciones más difíciles, aunque en los procesos de descomposición no están en juego visiones estratégicas, sino meros intereses inmediatos, mezquinos. Recuérdese cuando la dirección del PPS en los años sesenta dejó fuera a Rafael Estrada Villa, que encabezaba una nutrida corriente, o la expulsión de quienes luego formaron el MAUS (Carlos Sánchez Cárdenas, Alberto Lumbreras, El Ratón Velasco y Miguel Aroche Parra). En esas operaciones no privó el interés de partido ni visión estratégica alguna, sino el mezquino afán por los mendrugos que el gobierno priista arrojaba a sus sirvientes: un puñado de diputaciones, algunas alcaldías o la escandalosa senaduría de coalición con el PRI en favor de Jorge Cruickshank.
Los hechos indican que se trabaja para hacer del PRD un nuevo PPS, sin un Lombardo y sin el proyecto que en algún momento pudo ser histórico. Pero se omite que hoy son muy otras las condiciones. En los años sesenta y setenta el viejo régimen podía otorgar cargos y regalar dinero para agradecer favores. El PRI tenía además el poder real, no sólo el papel membretado, sabía negociar, cooptar cuadros y ganarse organizaciones de masas. Entendía que la violencia se emplea sólo en última instancia, cuando fallan los mecanismos de la política, pues su empleo frecuente acaba por restarle filo a los cuchillos. Pero nada de eso tiene ni entiende el gobierno federal panista. Ya puede la PGR tomar por asalto el estado de Michoacán. Ya pueden el IFE y el TEPJF seguir santificando cochineros electorales como el de 2006 o imponiendo dirigentes y candidatos en el PRD. No lo saben, pero están levantando su mausoleo.
hum_mus@hotmail.com
Por similares razones, porque el procedimiento no fue el correcto, el mismo Tribunal decidió que la candidata del PRD a delegada en Iztapalapa, Clara Brugada, debía dejar su lugar a Silvia Oliva, quien pertenece a la corriente de Los Chuchos. La orden del TEPJF para sustituir a la candidata perredista se emitió cuando ya no hay tiempo para imprimir nuevas boletas, de modo que quienes voten por la señora Oliva lo harán en el cuadro donde aparece el nombre de Brugada, lo que evidentemente desconcertará a muchos electores y va a propiciar, si no la derrota de los perredistas, sí el triunfo de Oliva, que por su militancia en Nueva Izquierda resulta tragable para el panismo.
Sin juzgar intenciones, a consecuencia del fallo emitido por el Tribunal, se produjo una confusión que lesiona al partido aurinegro y aun favorece su división, pues incluso ordenó al PRD y a los órganos electorales capitalinos registrar sin demora a Silvia Oliva, pese a que ni siquiera cumple con los requisitos del caso y pudiera quedar fuera de la contienda, lo que acrecentaría la desorientación de los electores.
Andrés Manuel López Obrador, a quien los medios todos los días dan por muerto, demuestra que es y que está muy vivo, pues de la grosera intromisión del TEPJF ha hecho el centro de su campaña y se ha planteado todo un reto, pues llama a votar por el Partido del Trabajo para que si resulta triunfador su candidato delegacional, el ex perredista Rafael Acosta, alias Juanito, éste renuncie de inmediato para que Marcelo Ebrard, de manera directa y en uso de sus facultades legales, designe titular de la delegación Iztapalapa a Clara Brugada.
Es una especie de triple salto mortal, pues habrá muchos despistados que voten por el PRD al ver en la boleta el nombre de la señora Brugada, en tanto que resultará difícil que los perredistas convencidos tachen el logotipo del PT, pues en la boleta aparecerá el nombre de otra persona, no el de Brugada, que en el mejor de los casos quedará en manos de Ebrard, quien puede ser presionado por Los Chuchos para que no complete la carambola proyectada por AMLO.
López Obrador apuesta buena parte de su capital político en esta operación que, de terminar frustrada, dará pie a sus enemigos para redoblar los ataques y mostrarlo por enésima vez como derrotado. No será el final de su carrera, pero el tabasqueño saldrá ciertamente raspado en caso de un resultado adverso y hará más fácil su inminente expulsión del PRD. En cambio, si las cosas salen como las planeó (si triunfa el PT, renuncia el candidato ganador y Ebrard nombra delegada sustituta a Brugada), volverá a demostrar que su largo colmillo es capaz de abrir surcos y que el electorado capitalino mantiene su fidelidad hacia él.
De ganar AMLO, Los Chuchos pensarán dos y más veces antes de expulsar a un cuadro capaz de ganar votos en las condiciones más difíciles, aunque en los procesos de descomposición no están en juego visiones estratégicas, sino meros intereses inmediatos, mezquinos. Recuérdese cuando la dirección del PPS en los años sesenta dejó fuera a Rafael Estrada Villa, que encabezaba una nutrida corriente, o la expulsión de quienes luego formaron el MAUS (Carlos Sánchez Cárdenas, Alberto Lumbreras, El Ratón Velasco y Miguel Aroche Parra). En esas operaciones no privó el interés de partido ni visión estratégica alguna, sino el mezquino afán por los mendrugos que el gobierno priista arrojaba a sus sirvientes: un puñado de diputaciones, algunas alcaldías o la escandalosa senaduría de coalición con el PRI en favor de Jorge Cruickshank.
Los hechos indican que se trabaja para hacer del PRD un nuevo PPS, sin un Lombardo y sin el proyecto que en algún momento pudo ser histórico. Pero se omite que hoy son muy otras las condiciones. En los años sesenta y setenta el viejo régimen podía otorgar cargos y regalar dinero para agradecer favores. El PRI tenía además el poder real, no sólo el papel membretado, sabía negociar, cooptar cuadros y ganarse organizaciones de masas. Entendía que la violencia se emplea sólo en última instancia, cuando fallan los mecanismos de la política, pues su empleo frecuente acaba por restarle filo a los cuchillos. Pero nada de eso tiene ni entiende el gobierno federal panista. Ya puede la PGR tomar por asalto el estado de Michoacán. Ya pueden el IFE y el TEPJF seguir santificando cochineros electorales como el de 2006 o imponiendo dirigentes y candidatos en el PRD. No lo saben, pero están levantando su mausoleo.
hum_mus@hotmail.com
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