martes, 9 de junio de 2009

Carlos Albert, Bours y Churchill en Cuscatlán

Jairo Calixto Albarrán
Milenio/9 de junio de 2009

Escucho a Eduardo Bours, gobernator de Sonora, buscando afanosamente la manera de escapar al juicio de la opinión pública que acusa a su gobierno de no poner énfasis en una materia tan delicada como el de las estancias infantiles subrogadas. Se quiere escabullir, cerrarle el paso al sospechosismo, pero como a nuestro inefable capitancito tricolor, Gerardo Torrado, el señalamiento de negligencia le hace la gambeta pasándole el balón por en medio de las piernas.
Le queda la salida fácil de prometer que la tragedia de Hermosillo será investigada hasta las últimas consecuencias. Por supuesto, nadie le cree.
En ese sentido, Bours no es muy distinto a Javier Aguirre, que, a pesar de reconocer el cuscatlanazo, promete que todo saldrá bien, que México estará en el Mundial. La demagogia cada vez es más predecible y aburrida. Lo más seguro es que no se sepa nada, como en el caso de nuestro compañero asesinado Eliseo Barrón, de MILENIO La Opinión de Torreón que, a dos semanas de su brutal deceso, las autoridades siguen jugándole al Conejo Pérez.
Y luego hay quien le entra al melodrama ranchero porque existan movimientos a favor del voto nulo. Tan respetables como aquel que ahora encabeza Carlos Albert, en su campaña contra la mediocre selección naconal. En lo personal, suelo ubicarme en las antípodas de Albert, al que considero neuras y tremendista, pero en esta ocasión me parece razonable. La única forma de demostrar que, en efecto, ya estamos hasta el queque de cuscatlanazos es dejando vacío el Azteca.
Incluso, yo iría más lejos: dejar sin rating las transmisiones de la ratoniza verde.
Claro, dejar sin alma los estadios y embarazando de blanco los sufragios no significaría en automático que la Femexfut o la clase política comprendieran un mensaje que no viene acompañados de un logotipo de Nike, Adidas, Coca Cola o de una narcomanta de La Familia michoacana.
Para defender la desnutrida democracia mexicana todos citan a Churchill, pero hasta donde se sabe el británico no conoció a la Nueva Banda TimbirIFE, ni a Ugalde ni al PRIcámbrico temprano, ni a los cavernicolitas blanquiazules, ni presenció el desembarco de Los Chuchos en la Normandía perredista.
No estoy seguro que de haber conocido al Niño Verde y su onda gore de la pena de muerte, don Winston refrendaría su idea de la democracia como mal necesario.
El voto no es la esencia de la democracia, como asegura Ebrard, es sólo su placebo.
Después de quemados los niños, los Bours de la patria andan en friega llamando a los bomberos.
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