Milenio/11 de junio de 2009
El cinismo no tiene ideología. Florestán
La tarde del viernes comenzaron a llegar los primeros informes periodísticos de lo que sería la peor tragedia infantil que se haya registrado en México, y por la que hasta hoy nadie ha pagado.
Los reportes hablaban del incendio en una guardería del IMSS, luego se sabría que “subrogada”, y mencionaba “varios niños muertos”. A eso de las seis de la tarde señalaba 15. En las siguientes horas aumentó a 22, y por la noche a 29. Durante el fin de semana creció el número de muertos y para el lunes eran 44, sin que hasta ese momento alguna autoridad hubiera asumido su responsabilidad en este criminal descuido, producto de la corrupción que domina la vida nacional.
Para el lunes, el gobernador Eduardo Bours reveló que una de las dueñas era familiar de Margarita Zavala, pero no dio a conocer en qué grado, o si esa relación había sido la llave para que el IMSS le diera el contrato para operar la guardería, que se firmó en 2000.
Esta relación familiar comenzó a desplazar, por intereses políticos, la gravedad del caso y la búsqueda de los verdaderos culpables de la tragedia.
Ese mismo lunes, Bours reconoció que los maridos de dos de las socias de la guardería trabajaban en su gobierno, el martes renunciaron y el miércoles hubo medios que titularon “Caen los dos primeros funcionarios”, lo que no sé si sea una estrategia para contener y desvanecer las responsabilidades, lo que es inaceptable.
La desgracia de Hermosillo no puede detenerse ahí, hay 44 niños muertos y ni un solo detenido, habiendo tantos responsables.
La gestión del presidente Calderón, en este caso, debe ir más allá de su inmediata presencia en los hospitales. Debería ponerse al frente de la indignada demanda nacional para que este crimen se sancione y no quede perdido, como tantos, en la impunidad, a lo que ya apunta.
Los reportes hablaban del incendio en una guardería del IMSS, luego se sabría que “subrogada”, y mencionaba “varios niños muertos”. A eso de las seis de la tarde señalaba 15. En las siguientes horas aumentó a 22, y por la noche a 29. Durante el fin de semana creció el número de muertos y para el lunes eran 44, sin que hasta ese momento alguna autoridad hubiera asumido su responsabilidad en este criminal descuido, producto de la corrupción que domina la vida nacional.
Para el lunes, el gobernador Eduardo Bours reveló que una de las dueñas era familiar de Margarita Zavala, pero no dio a conocer en qué grado, o si esa relación había sido la llave para que el IMSS le diera el contrato para operar la guardería, que se firmó en 2000.
Esta relación familiar comenzó a desplazar, por intereses políticos, la gravedad del caso y la búsqueda de los verdaderos culpables de la tragedia.
Ese mismo lunes, Bours reconoció que los maridos de dos de las socias de la guardería trabajaban en su gobierno, el martes renunciaron y el miércoles hubo medios que titularon “Caen los dos primeros funcionarios”, lo que no sé si sea una estrategia para contener y desvanecer las responsabilidades, lo que es inaceptable.
La desgracia de Hermosillo no puede detenerse ahí, hay 44 niños muertos y ni un solo detenido, habiendo tantos responsables.
La gestión del presidente Calderón, en este caso, debe ir más allá de su inmediata presencia en los hospitales. Debería ponerse al frente de la indignada demanda nacional para que este crimen se sancione y no quede perdido, como tantos, en la impunidad, a lo que ya apunta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario