sábado, 20 de junio de 2009

De blanco

Zulema Trejo*
Expreso/20 de junio de 2009

A lo largo de la historia la humanidad ha sido sacudida por innumerables tragedias, que van desde los desastres ocasionados por fenómenos naturales como terremotos, tsunamis, huracanes; a errores humanos como la explosión del trasbordador espacial Challenger y la planta nuclear de Chernobyl; o epidemias como la peste negra, la gripe española, la viruela. En cada una de esas ocasiones la humanidad ha tenido que llorar la pérdida de familiares y amigos; ha sentido que la rabia, la impotencia y la frustración han hecho nido en sus ánimos.

Hoy no nos es difícil comprender las imágenes, los relatos que subsisten de las tragedias que forman parte de nuestra historia. Hoy podemos sentirnos en comunión con aquellos que registraron la muerte sucesiva de sus hijos a causa de la viruela, de cuya existencia y dolor nos quedan las actas del registro civil decimonónico. Hoy es posible sentir empatía con los padres de Hiroshima y Nagasaki en 1945, con los de Pakistán en 1947 o los de Ruanda en 1998, cuyos hijos pagaron el precio de un confl icto que no provocaron, ni entendieron.

Hoy Hermosillo, Sonora, México y el mundo se visten de blanco para decir adiós a los niños que arrebató el fuego. La Ciudad del Sol se cubrió de nubes para llorar la falta de risas, de voces agudas que cantan y preguntan, de pies presurosos que saltan, corren, caminan; de manos que se extienden, de miradas que iluminan. Hoy es fácil comprender los sufrimientos pasados y derramar lágrimas por los presentes.

Sin embargo, ahora como en el pasado son insufi cientes los lamentos y las lágrimas, porque no hay palabras de aliento que valgan para consolar la pérdida que sufrieron casi medio centenar de padres; ni para aliviar la angustia que viven quienes aún velan en los hospitales a la espera de un milagro.

Hoy es tiempo para recordar, porque en el recuerdo está la savia que nutrirá los esfuerzos que tanta gente está realizando para evitar que la tragedia de la guardería ABC vuelva a repetirse. En la dolorosa añoranza de las risas que consumieron las llamas, debemos encontrar la fortaleza para exigir el esclarecimiento de los hechos acaecidos el pasado cinco de junio, así como para asegurarnos que se tomen las medidas necesarias para que las circunstancias que propiciaron la tragedia no vuelvan a repetirse.

El incendio de la guardería ABC ha sido una forma muy dolorosa de recordarnos que aún somos capaces de olvidar nuestras diferencias en aras de luchar por lo que es justo, y lo justo en este caso es conocer la verdad de los hechos que hoy lamentamos, porque sólo conociéndola sabremos lo que debe hacerse, para que nuestros niños jamás tengan que vivir los horrores que se vivieron a causa del incendio en la estancia infantil. Como ciudadanos es nuestra responsabilidad asegurarnos que se tomen las medidas necesarias para que nunca más el fuego vuelva segar brotes de vida.

Hay que recordar hoy, mañana y siempre, porque recordando mantendremos la unidad que nos permitirá seguir luchando. Nuestro recuerdo, nuestra lucha son las flores más bellas que podemos ofrecer como tributo a los niños que partieron aquel viernes cinco de junio. Que estas fl ores nacidas del dolor y regadas con lágrimas sean perennes. Sirvan asimismo estas líneas como ramillete de recuerdos para los infantes que nos arrebató el fuego, y para quienes luchan porque su partida no sea en vano.

*Profesora-investigadora del Centro de Estudios Históricos de Región y Frontera de El Colegio de Sonora .

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