miércoles, 10 de junio de 2009

Eduardo Bours se come un gusanito

Jairo Calixto Albarrán
Milenio/10 de junio de 2009

Tres grandes momentos que te devuelven la fe: 1) En un acto lúcido y moral, el ex presichente Fox anuncia que el PRI no va a regresar en las próximas elecciones porque la gente recuerda sus 70 años diabólicos en el poder (otro que cree que en el efecto neurotiquito de Germy Martínez); 2) Asegura Calderón que pronto se acabará la recesión (lo que no apuntó es que se refería a Estados Unidos y no a nuestra querida patria, a la que quieren reactivar con imágenes de nuestros flacos, tristes, ojerosos y cansados ratones verdes con gorrita de Vive México); 3) Eduardo Bours, ese prohombre de Sonora, promete que no se protegerá a nadie en la investigación sobre la tragedia de la guardería ABC de Hermosillo.
Aquí, el priista tendría que poner de antemano la renuncia para que vayamos ahí medio creyéndole.
De otro modo, cómo vamos a tomar su promesa en serio habiendo involucrados apellidos de alto octanaje en la entidad como el secretario de Ganadería, o el ex jefe de finanzas del PRI, o una prima lejana de Margarita Zavala (ella ya advirtió que no importaba el parentesco, pero no estaría mal que se cerciorara, no vaya a ser la de malas) y una serie de relaciones interdisciplinarias articuladas en un bonito imperio de estancias infantiles al amparo del compadrazgo, el amiguismo y el nepotismo de tan arraigada tradición entre nuestros políticos.
Un negocio de a 2 mil pesos por niño que paga el IMSS, ni modo de dejarlo.
Es lógico y normal que esto ocurra y ni modo de cambiarlo. Las inercias ni se crean ni se destruyen, sólo se heredan sexenalmente.
Lo que sí es increíble es que estos programas de estancias infantiles, oficiales o subrogadas que tanto nos cacarean los partidos, sobre todo el PAN y el PRI, como grandes logros revolucionarios, no hayan sido tomados con la misma seriedad con la que Luis Carlos Ugalde, luego de criticar el voto nulo en MILENIO se mostrara casi paternal con él en WFM. Ugalde ya no sabe cómo recuperar algo de la popularidad perdida.
Cómo voy a creer que todos aquellos metidos en el enjuague, hinchándose de lana al amparo institucional, gozando chido del influyentismo, no se hubieran tomado la molestia de checar las instalaciones de la guardería incendiada. En esa lógica, reinstalarán el negocio junto a una gasolinera.
Seguramente Bours no es culpable directo, pero sí forma parte de la negligencia, la insensibilidad y el valemadrismo que cunde en el sistema y que se ha revelado con toda su voracidad en esta tragedia.
PD. Apoyemos a Carlos Albert, que nadie vaya al Azteca.
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