José Darío Arredondo López
La página de la Universidad de Sonora, se ha convertido en una vulgar gaceta que recoge los desatinos de la administración y que pretende hacerlos pasar por logros, argumentos, razones y verdades, utilizando entrevistas a personajes de sectores ajenos a la universidad y que, sin embargo, se toman la libertad de opinar acerca de ella y sus problemas, libertad concedida y propiciada por las propias autoridades universitarias.El micrófono que le ponen enfrente a un personaje de la iniciativa privada, es una herramienta que consuma la escasa voluntad de la administración por conciliar los diferendos internos y, en cambio, concitar voluntades ajenas a la institución e ignorantes de las circunstancias institucionales.
Se cae en la vulgar repetición de argumentos en contra de la huelga, en forma de descalificaciones al sindicato e insinuaciones dolosas acerca de la transparencia de la dirigencia sindical en la comunicación de los avances en las negociaciones, se parte del supuesto de que la palabra escrita y las declaraciones de representantes de la clase patronal, son lo suficientemente convincentes como para hacer ceder a los sindicalistas universitarios, en una lucha mediática en donde se parte del principio de que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad.
En este caso, la opinión pública recibe diariamente el impacto de notas redactadas con la intención de que algo quede en su conciencia, en su memoria y que, una vez tomada por cierta, la reproduzca en sus relaciones cotidianas. Y qué mejor que a través de la propia página web de la institución, además de la campaña orquestada en los medios como prensa escrita, radio y segmentos informativos en los canales locales de televisión.
Sin embargo, somos una sociedad informada, que poco a poco hemos aprendido a discernir lo que es verdadero de lo que no es. Estamos conscientes de que muchas de las notas contra el movimiento de huelga y las que insisten en el tema de las clases extramuros, carecen de fundamento, magnifican ciertos aspectos mientras que minimizan otros. Se parcializan los hechos y se deforma la realidad al gusto del "cliente", del usuario intencionado de los medios a cambio de los beneficios de ponerse del lado de quien puede pagar, en efectivo o en especie, los favores de una prensa que dejó la ética en el basurero.
Como quiera y cuando quiera que termine este conflicto laboral, lo que no parece estar por concluir es el malestar que se siente de manera cada vez más generalizada entre los universitarios, respecto a la escasa voluntad de gestionar los recursos necesarios para lo que pudo haber sido la pronta solución del problema.
Estos días y semanas han servido para ver la verdadera cara de muchos, para conocer la verdadera catadura de quienes tiene la responsabilidad, no cumplida, de proveer lo necesario para que la institución funcione, conforme a derecho, con respetuosa civilidad, con un verdadero espíritu universitario, resistente a los encantos del logro fácil, a la inescrupulosa presión mediática de quienes se alejaron de la universidad estando en el oficio de dirigirla.
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