La situación económica, social y política del país está que arde. Va a afectar a la política educativa y a las instituciones públicas de educación superior. En lo que sigue, hago un breve resumen sobre la gravedad de la crisis, menciono cómo se retoma una imagen negativa de las universidades públicas y planteo lo que puede pasar con estas instituciones.
Hay un pesimismo creciente con la situación económica. Desde finales de 2008 la caída del PIB viene aumentando. De menos 2.8 ahora andamos en menos 6.0, casi igual que en 1995, y todavía no se sabe bien a bien cuál será el fondo. Lo que si parece estar claro es que la recuperación no será inmediata, que probablemente 2010 será algo mejor, en el sentido de tener un PIB negativo menor al que se alcanzará este año. O sea, también va a ser un año difícil.
Por lo pronto, hay una tasa de desempleo muy alta, por arriba de 5 por ciento, semejante a las peores épocas económicas del país, que tampoco se ve para cuándo dejará de crecer. Sigue aumentando el número de trabajadores informales, que ya pasan los 12 millones. La crisis en la ocupación ha hecho mella en los ingresos de las familias y tiene impacto sobre su consumo, a lo cual se agrega la contracción de las ventas por la falta de turismo causada por la influenza. Exceptuando el consumo básico, no hay quien compre, ni rebajando el precio de los productos.
Con el descenso de los precios del petróleo y la caída en las ventas petroleras, la capacidad financiera del gobierno disminuirá, a lo cual se suman los problemas de recaudación. En estos días, se ha comunicado que para este año hay un boquete en las finanzas públicas de 300 mil millones de pesos. Que el gobierno no ahorra y gasta en cosas superfluas. La elaboración del presupuesto de 2010 se hará en muy malas condiciones. En ese momento podremos apreciar de qué tamaño será el ajuste y el recorte al gasto social, que incluye a la educación.
Por si fuera poco, el sistema político tiene una enorme rigidez; no genera condiciones para llegar a acuerdos. Los gobernantes no quieren escuchar, no aceptan la crítica ni discutir otra opción de desarrollo. Los partidos están tronando. Escándalos, el poder por el poder, pleitos entre grupos de interés. Acusaciones de corrupción, de robo de dinero público por miles de millones de pesos o de su manejo sin control, como en el SNTE. Impunidad absoluta. No pasa nada, salvo que el descrédito y la falta de confianza en la clase política están igual de graves que la economía. Y tampoco sabemos hasta dónde va a llegar la descomposición.
Cuatro cosas preocupan. La falta de respuesta del Estado ante la gravedad de la situación, la inexistencia de una fuerza política con capacidad de darle rumbo al país, que el resultado de las próximas elecciones traiga más de lo mismo en la Cámara y el hartazgo de la ciudadanía con los políticos. Hay desesperación y visos de algunos estallidos sociales. Un rumor de que el voto no sirve. Estamos discutiendo cuáles son los mecanismos de resistencia para que no siga reproduciéndose esta clase política y si lo mejor es abstenerse o anular el voto en las elecciones de julio. Ya no se puede votar por quienes se enriquecen inexplicablemente en la política. La sociedad está saturada del régimen.
En la gravedad de la crisis, la situación política y las alianzas del gobierno no dejan avanzar al sistema educativo. Las universidades públicas tendrán problemas financieros. Como en otros momentos de crisis fiscal, los recortes se van a justificar insistiendo en su poca utilidad para el país. No faltará quien lance dardos contra las universidades públicas para dañarlas. Ya se ha comenzado a decir que son fábricas de desempleados, desvinculadas del aparato productivo; que la oferta educativa está disociada del mercado laboral; que hay desorientación vocacional, rezago en la eficiencia terminal, deserción; que las políticas para redireccionar las instituciones son un fracaso; que las autoridades universitarias no son capaces de reformar las instituciones, entre otras cosas.
Habrá que señalar, al contrario, que la falta de empleo se debe a las pocas oportunidades de trabajo que ofrece el mercado para las personas preparadas. Apoyarse en investigaciones que señalan que los egresados de las universidades consiguen trabajos estables y tienen más perspectivas de largo plazo que los egresados de las escuelas tecnológicas. Que las universidades han ido modificando su oferta educativa abriendo nuevas carreras. Que están formando personas en los campos de la biotecnología, la ingeniería y las ciencias ligadas a la computación, que por estos días son indispensables. Y, felizmente, que también siguen formando humanistas y científicos sociales.
Por lo pronto, la rigidez política y la escasez económica implican que las autoridades universitarias dediquen mucho tiempo al cabildeo para conseguir recursos extraordinarios. En lo interno, van a quedarse en un perfil bajo, sin hacer cambios institucionales necesarios, ante un escenario incierto. Cuidemos que lo académico no quede en segundo plano, que nuestras fortalezas eviten la parálisis y que las burocracias no hagan más perversa la evaluación. Bajo condiciones favorables, los universitarios tenemos la capacidad para dar respuesta a los problemas de México.
Aparte. En mayo de 1929, la movilización estudiantil llevó a la autonomía de la Universidad Nacional. La hemos ejercido estos 80 años para mantener nuestro liderazgo académico y nuestra independencia política. Festejamos este aniversario para honrar las convicciones que nos legaron. * Seminario de Educación Superior, IIS. Profesor de la FCPS. UNAM.
Hay un pesimismo creciente con la situación económica. Desde finales de 2008 la caída del PIB viene aumentando. De menos 2.8 ahora andamos en menos 6.0, casi igual que en 1995, y todavía no se sabe bien a bien cuál será el fondo. Lo que si parece estar claro es que la recuperación no será inmediata, que probablemente 2010 será algo mejor, en el sentido de tener un PIB negativo menor al que se alcanzará este año. O sea, también va a ser un año difícil.
Por lo pronto, hay una tasa de desempleo muy alta, por arriba de 5 por ciento, semejante a las peores épocas económicas del país, que tampoco se ve para cuándo dejará de crecer. Sigue aumentando el número de trabajadores informales, que ya pasan los 12 millones. La crisis en la ocupación ha hecho mella en los ingresos de las familias y tiene impacto sobre su consumo, a lo cual se agrega la contracción de las ventas por la falta de turismo causada por la influenza. Exceptuando el consumo básico, no hay quien compre, ni rebajando el precio de los productos.
Con el descenso de los precios del petróleo y la caída en las ventas petroleras, la capacidad financiera del gobierno disminuirá, a lo cual se suman los problemas de recaudación. En estos días, se ha comunicado que para este año hay un boquete en las finanzas públicas de 300 mil millones de pesos. Que el gobierno no ahorra y gasta en cosas superfluas. La elaboración del presupuesto de 2010 se hará en muy malas condiciones. En ese momento podremos apreciar de qué tamaño será el ajuste y el recorte al gasto social, que incluye a la educación.
Por si fuera poco, el sistema político tiene una enorme rigidez; no genera condiciones para llegar a acuerdos. Los gobernantes no quieren escuchar, no aceptan la crítica ni discutir otra opción de desarrollo. Los partidos están tronando. Escándalos, el poder por el poder, pleitos entre grupos de interés. Acusaciones de corrupción, de robo de dinero público por miles de millones de pesos o de su manejo sin control, como en el SNTE. Impunidad absoluta. No pasa nada, salvo que el descrédito y la falta de confianza en la clase política están igual de graves que la economía. Y tampoco sabemos hasta dónde va a llegar la descomposición.
Cuatro cosas preocupan. La falta de respuesta del Estado ante la gravedad de la situación, la inexistencia de una fuerza política con capacidad de darle rumbo al país, que el resultado de las próximas elecciones traiga más de lo mismo en la Cámara y el hartazgo de la ciudadanía con los políticos. Hay desesperación y visos de algunos estallidos sociales. Un rumor de que el voto no sirve. Estamos discutiendo cuáles son los mecanismos de resistencia para que no siga reproduciéndose esta clase política y si lo mejor es abstenerse o anular el voto en las elecciones de julio. Ya no se puede votar por quienes se enriquecen inexplicablemente en la política. La sociedad está saturada del régimen.
En la gravedad de la crisis, la situación política y las alianzas del gobierno no dejan avanzar al sistema educativo. Las universidades públicas tendrán problemas financieros. Como en otros momentos de crisis fiscal, los recortes se van a justificar insistiendo en su poca utilidad para el país. No faltará quien lance dardos contra las universidades públicas para dañarlas. Ya se ha comenzado a decir que son fábricas de desempleados, desvinculadas del aparato productivo; que la oferta educativa está disociada del mercado laboral; que hay desorientación vocacional, rezago en la eficiencia terminal, deserción; que las políticas para redireccionar las instituciones son un fracaso; que las autoridades universitarias no son capaces de reformar las instituciones, entre otras cosas.
Habrá que señalar, al contrario, que la falta de empleo se debe a las pocas oportunidades de trabajo que ofrece el mercado para las personas preparadas. Apoyarse en investigaciones que señalan que los egresados de las universidades consiguen trabajos estables y tienen más perspectivas de largo plazo que los egresados de las escuelas tecnológicas. Que las universidades han ido modificando su oferta educativa abriendo nuevas carreras. Que están formando personas en los campos de la biotecnología, la ingeniería y las ciencias ligadas a la computación, que por estos días son indispensables. Y, felizmente, que también siguen formando humanistas y científicos sociales.
Por lo pronto, la rigidez política y la escasez económica implican que las autoridades universitarias dediquen mucho tiempo al cabildeo para conseguir recursos extraordinarios. En lo interno, van a quedarse en un perfil bajo, sin hacer cambios institucionales necesarios, ante un escenario incierto. Cuidemos que lo académico no quede en segundo plano, que nuestras fortalezas eviten la parálisis y que las burocracias no hagan más perversa la evaluación. Bajo condiciones favorables, los universitarios tenemos la capacidad para dar respuesta a los problemas de México.
Aparte. En mayo de 1929, la movilización estudiantil llevó a la autonomía de la Universidad Nacional. La hemos ejercido estos 80 años para mantener nuestro liderazgo académico y nuestra independencia política. Festejamos este aniversario para honrar las convicciones que nos legaron. * Seminario de Educación Superior, IIS. Profesor de la FCPS. UNAM.
Tomado de: http://www.campusmilenio.com.mx/
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