Este año el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) cumple 25 años. ¿Hay motivo de júbilo? Es difícil saberlo por varias razones:
En primer lugar, el mismo SNI no ha anunciado un calendario de festejos o conmemoraciones, a diferencia de los distintos actos que ya se anuncian para celebrar el bicentenario de la Independencia o el centenario de la Revolución durante el próximo año. Es decir, nada de noticias acerca de un banquete suculento para los investigadores que pertenecen al nivel III; de un bono especial para quienes llevan más de diez años de membresía; de un aumento de la subvención mensual o de una ampliación extraordinaria de recursos para la ciencia y la tecnología.
Un segundo motivo de duda es que el SNI recientemente mandó a sus miembros una invitación a participar en el Estudio de Evaluación de Impacto del Sistema Nacional de Investigadores. La invitación sugiere que hasta el propio SNI tiene vacilaciones acerca de lo que podría haber ocurrido en los últimos 25 años. Por cierto, ésa es una característica común de la política pública —generalmente, las políticas suelen continuar por años, aunque no esté claro si el resultado fue el ideado—, pero llama la atención que el SNI tardó un cuarto de década para plantearse la pregunta. Causa también otra interrogante interesante: si de esta encuesta resulta que el impacto no fue lo deseado, ¿desaparecerá el SNI? Es decir, en vez de festejar, ¿asistiremos al sepelio?
Una tercera razón de duda es la organización de la encuesta. La práctica común del Conacyt por décadas ha sido que se abre anualmente una convocatoria para propuestas de investigación, donde los interesados presentan proyectos (con su justificación, su marco teórico, la metodología, la definición de la muestra y la revisión de la literatura, etcétera) que luego son evaluados severamente por pares. Suelen mediar otros factores en esta evaluación, como la membresía del SNI, contar con el perfil Promep o estar adscrito como investigador a una instancia que auspicia la investigación científica, etcétera, completo con cartas membretadas que avalan lo anterior. Estos criterios no siempre son agradables, pero han llegado a definir lo que se considera como investigación científica en México.
Sorprendentemente, para evaluar el impacto del SNI se siguió un procedimiento muy distinto: simplemente se contrató una empresa de consultoría privada, Esmart Consultores, la cual aplicará un cuestionario en línea para conocer la opinión de los miembros del SNI.
No quiero aquí poner en tela de juicio la aptitud de Esmart (parece ser una empresa seria) ni alentar un debate epistemológico o metodológico (actividades que cansan más que los ejercicios aeróbicos). Sin embargo, el cuestionario que me enviaron me causó serias dudas: básicamente me solicitan otro informe de actividades, parecido al que someto cada año. Mientras tanto, parecen estar ausentes muchas preguntas elementales: ¿impactó (de manera positiva o negativa) el SNI en su trabajo de investigación? ¿Qué aspectos del SNI se podrían mejorar para apoyar la investigación? ¿Es suficiente el presupuesto para la ciencia y tecnología? ¿Le han reprobado proyectos por falta de recursos? ¿Cuál es su ingreso del SNI en comparación con su salario y estímulos? O, finalmente: ¿opina usted que el SNI debe continuar tal como está? (de no ser así, mándenos sus sugerencias). Y, a lo mejor, valdría la pena encuestar a quienes no son miembros del SNI.
Digo, son sólo algunas propuestas de mejora para un proyecto de investigación. Mientras tanto, sigo con la duda de si habrá festejo este año.
* Profesor de la BUAP; integrante del SES.
En primer lugar, el mismo SNI no ha anunciado un calendario de festejos o conmemoraciones, a diferencia de los distintos actos que ya se anuncian para celebrar el bicentenario de la Independencia o el centenario de la Revolución durante el próximo año. Es decir, nada de noticias acerca de un banquete suculento para los investigadores que pertenecen al nivel III; de un bono especial para quienes llevan más de diez años de membresía; de un aumento de la subvención mensual o de una ampliación extraordinaria de recursos para la ciencia y la tecnología.
Un segundo motivo de duda es que el SNI recientemente mandó a sus miembros una invitación a participar en el Estudio de Evaluación de Impacto del Sistema Nacional de Investigadores. La invitación sugiere que hasta el propio SNI tiene vacilaciones acerca de lo que podría haber ocurrido en los últimos 25 años. Por cierto, ésa es una característica común de la política pública —generalmente, las políticas suelen continuar por años, aunque no esté claro si el resultado fue el ideado—, pero llama la atención que el SNI tardó un cuarto de década para plantearse la pregunta. Causa también otra interrogante interesante: si de esta encuesta resulta que el impacto no fue lo deseado, ¿desaparecerá el SNI? Es decir, en vez de festejar, ¿asistiremos al sepelio?
Una tercera razón de duda es la organización de la encuesta. La práctica común del Conacyt por décadas ha sido que se abre anualmente una convocatoria para propuestas de investigación, donde los interesados presentan proyectos (con su justificación, su marco teórico, la metodología, la definición de la muestra y la revisión de la literatura, etcétera) que luego son evaluados severamente por pares. Suelen mediar otros factores en esta evaluación, como la membresía del SNI, contar con el perfil Promep o estar adscrito como investigador a una instancia que auspicia la investigación científica, etcétera, completo con cartas membretadas que avalan lo anterior. Estos criterios no siempre son agradables, pero han llegado a definir lo que se considera como investigación científica en México.
Sorprendentemente, para evaluar el impacto del SNI se siguió un procedimiento muy distinto: simplemente se contrató una empresa de consultoría privada, Esmart Consultores, la cual aplicará un cuestionario en línea para conocer la opinión de los miembros del SNI.
No quiero aquí poner en tela de juicio la aptitud de Esmart (parece ser una empresa seria) ni alentar un debate epistemológico o metodológico (actividades que cansan más que los ejercicios aeróbicos). Sin embargo, el cuestionario que me enviaron me causó serias dudas: básicamente me solicitan otro informe de actividades, parecido al que someto cada año. Mientras tanto, parecen estar ausentes muchas preguntas elementales: ¿impactó (de manera positiva o negativa) el SNI en su trabajo de investigación? ¿Qué aspectos del SNI se podrían mejorar para apoyar la investigación? ¿Es suficiente el presupuesto para la ciencia y tecnología? ¿Le han reprobado proyectos por falta de recursos? ¿Cuál es su ingreso del SNI en comparación con su salario y estímulos? O, finalmente: ¿opina usted que el SNI debe continuar tal como está? (de no ser así, mándenos sus sugerencias). Y, a lo mejor, valdría la pena encuestar a quienes no son miembros del SNI.
Digo, son sólo algunas propuestas de mejora para un proyecto de investigación. Mientras tanto, sigo con la duda de si habrá festejo este año.
* Profesor de la BUAP; integrante del SES.
Tomado de: http://www.campusmilenio.com.mx/
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