La Jornada/12 de junio de 2009
De las 35 mil aulas-escuela a donde asisten los niños de zonas de mayor marginación en México, 6 mil aún carecen de materiales sólidos de construcción, por lo que se trata de espacios acondicionados con palos de madera e incluso, son palapas que funcionan como centros educativos.
El 70 por ciento de dichos espacios se encuentran incomunicados vías de fácil acceso y carecen de luz eléctrica, mientras que 60 por ciento, unas 21 mil, funcionan con letrinas, apuntó el coordinador Nacional de Infraestructura del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe), Rogelio Martínez.
El funcionario expresó que ubicaron mil 200 servicios educativos que funcionaban en casas prestadas, así como en el “portalito” y hasta el “gallinero” de los hogares en estas zonas de mayor pobreza y vulnerabilidad en el país, y aunque reconoció que en algunos casos “puede ser que el servicio (escolar) empiece de esta manera”, esto es, en viviendas de las pequeñas comunidades, hoy día, el Conafe sólo brinda atención si los espacios cumplen con las condiciones de seguridad previstas para los espacios educativos.
En entrevista, Rogelio Martínez enfatizó que el Conafe no ha tenido un recorte presupuestal y, por el contrario, ha invertido 2 mil millones de pesos en la construcción de 6 mil aulas. Sin embargo, los recursos destinados para el mantenimiento de la totalidad de sus espacios ascendieron a 400 millones de pesos en 2007; en 2008 se destinaron 300 millones de pesos y, para 2009 la cifra descendió a 150 millones de pesos.
Las microlocalidades a las que se dirige esta institución tienen un rango de población que va desde menos de 100 habitantes hasta 500, aunque el promedio es de 50 miembros. Hoy día, atiende a 35 mil aulas multigrado, con un promedio de 15 alumnos desde primer año hasta el sexto de primaria.
De ese total, añadió, se identificaron al inicio del sexenio 12 mil aulas construidas con materiales provisionales como madera o también se ubicaron palapas que funcionan como escuelas.
Con el programa de infreastructura, dijo, hoy día se ha atendido a 50 por ciento de dichos espacios y restan “6 mil (aulas) para estar completos con todas las medidas de seguridad”, las cuales estarán listas en 2012.
Apuntó que en dichas zonas rurales, las aulas deben estar ubicadas en sitios alejados de ríos, por las inundaciones, así como de arboledas, ante la posibilidad de incendios forestales. Los salones tienen tres metros cuadrados por niño, mientras que en la ciudad es de metro y medio. Son lugares abiertos, en donde los escolares “tienen toda la facilidad de entrar y salir”, apuntó.
En cuanto a los materiales de construcción de dichos espacios, indicó que “la versatilidad es muy grande” ya que depende de las zonas; por ejemplo, en Durango, en donde hay nevadas es necesario poner lámina para el deslizamiento de los copos de hielo, mientras que en sitios calurosos, se deben utilizar materiales aislantes del calor.
Por último, insistió en que aunque 6 mil aulas aún carecen de materiales de construcción sólidos, se ubican fuera de las zonas de riesgo y “si vamos a abrir un nuevo centro, los requisitos principales son la seguridad, si no, no se da el servicio”.
El 70 por ciento de dichos espacios se encuentran incomunicados vías de fácil acceso y carecen de luz eléctrica, mientras que 60 por ciento, unas 21 mil, funcionan con letrinas, apuntó el coordinador Nacional de Infraestructura del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe), Rogelio Martínez.
El funcionario expresó que ubicaron mil 200 servicios educativos que funcionaban en casas prestadas, así como en el “portalito” y hasta el “gallinero” de los hogares en estas zonas de mayor pobreza y vulnerabilidad en el país, y aunque reconoció que en algunos casos “puede ser que el servicio (escolar) empiece de esta manera”, esto es, en viviendas de las pequeñas comunidades, hoy día, el Conafe sólo brinda atención si los espacios cumplen con las condiciones de seguridad previstas para los espacios educativos.
En entrevista, Rogelio Martínez enfatizó que el Conafe no ha tenido un recorte presupuestal y, por el contrario, ha invertido 2 mil millones de pesos en la construcción de 6 mil aulas. Sin embargo, los recursos destinados para el mantenimiento de la totalidad de sus espacios ascendieron a 400 millones de pesos en 2007; en 2008 se destinaron 300 millones de pesos y, para 2009 la cifra descendió a 150 millones de pesos.
Las microlocalidades a las que se dirige esta institución tienen un rango de población que va desde menos de 100 habitantes hasta 500, aunque el promedio es de 50 miembros. Hoy día, atiende a 35 mil aulas multigrado, con un promedio de 15 alumnos desde primer año hasta el sexto de primaria.
De ese total, añadió, se identificaron al inicio del sexenio 12 mil aulas construidas con materiales provisionales como madera o también se ubicaron palapas que funcionan como escuelas.
Con el programa de infreastructura, dijo, hoy día se ha atendido a 50 por ciento de dichos espacios y restan “6 mil (aulas) para estar completos con todas las medidas de seguridad”, las cuales estarán listas en 2012.
Apuntó que en dichas zonas rurales, las aulas deben estar ubicadas en sitios alejados de ríos, por las inundaciones, así como de arboledas, ante la posibilidad de incendios forestales. Los salones tienen tres metros cuadrados por niño, mientras que en la ciudad es de metro y medio. Son lugares abiertos, en donde los escolares “tienen toda la facilidad de entrar y salir”, apuntó.
En cuanto a los materiales de construcción de dichos espacios, indicó que “la versatilidad es muy grande” ya que depende de las zonas; por ejemplo, en Durango, en donde hay nevadas es necesario poner lámina para el deslizamiento de los copos de hielo, mientras que en sitios calurosos, se deben utilizar materiales aislantes del calor.
Por último, insistió en que aunque 6 mil aulas aún carecen de materiales de construcción sólidos, se ubican fuera de las zonas de riesgo y “si vamos a abrir un nuevo centro, los requisitos principales son la seguridad, si no, no se da el servicio”.
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