martes, 2 de junio de 2009

Se decide afuera, se enmaraña adentro

Axel Didriksson
Excélsior/2 de junio de 2009

Los temas de la actual, subrogada, agenda nacional, se discuten, se difunden (y también, sin duda, se deciden) en Estados Unidos. Algunos dirán que es como descubrir el agua tibia, pero rechazo el que debamos aceptar esto como si fuera parte de un destino manifiesto.
Para el caso, hago referencia a algunos de los temas hechos públicos durante la pasada semana: la venta abierta, el trasiego legal e ilegal de armas que nutre y pertrecha a las bandas del narcotráfico que fue airadamente defendido, en EU y en contra de México, por quienes se sustentan como los nuevos cowboys, que viven y se benefician de un floreciente y pujante mercado. Ninguna consecuencia en el interior del país, porque el resultado fue que debemos respetar el actual estado de cosas decidido por ellos, pues no existe nadie que proponga una ley bilateral para el control de armas en las fronteras. Lo mismo pasa con los derechos de nuestros migrantes. Tampoco se hace nada en serio aquí, aunque allá sí se debate, se propone y se dispone.
Sin embargo, comentamos lo más novedoso y quizás lo más trascendente para el momento: lo referido a las telecomunicaciones, uno de los temas cruciales para el desarrollo económico y social del país, que también se discute y se decide en EU. La reciente entrevista a Carlos Slim, publicada en la revista New Yorker, da cuenta de ello. En México, el tema parecería ser sólo materia de interés para los expertos en el sensacionalismo (sobre todo televisivo), porque muy poco se ha analizado sobre las consecuencias de lo que se está discutiendo y decidiendo en materia de educación, cultura, telefonía, tecnologías y telecomunicaciones.
Para los educadores y los investigadores, esto debería de ser un asunto de verdadera importancia, porque constituye un tema central. Por ejemplo, en la revista Wired (junio, 2009), sus artículos de fondo hacen referencia a lo que se denomina “The New ‘New’ Economy” (La nueva “nueva” economía), para dar cuenta del modelo de relaciones comerciales, financieras, culturales y sociales articulado al desarrollo de componentes de alta tecnología e innovación que tiende a la miniaturización, a la pequeña empresa global y a las redes. Emergiendo, dicen, de las cenizas de la vieja organización manufacturera, las nuevas relaciones de intermediación económicas y sociales están impulsando un sistema económico que no depende del Estado, sino de las redes: núcleos plurales diseminados por todas partes que no dependen de ningún gobierno, pero están haciendo evolucionar a miles de pequeños negocios con miles de contratos de trabajo libre y abierto (freelance labor).
En uno de sus artículos, se hace referencia a la emergencia de un nuevo tipo de “socialismo”, que opera en el mundo de la cultura y de la economía bajo la forma de una descentralización extrema, como las wikis o la webificación que sustituye a las líneas manufactureras de montaje. La idea de un nuevo tipo de “socialismo” no tiene nada que ver con una visión ideológica de izquierda. Se trata de una referencia analógica de cooperativismo y colectivismo.
Así, por simple contraste, mientras la discusión de los temas de la agenda nacional ocurre en otro país, aquí estamos en una transición caótica, que rebasa todo lo que antes vivíamos y que impone reglas implícitas por encima de los derechos humanos y de cualquier normatividad democrática. Así las cosas, veremos qué siguen diciendo afuera.
didrik@servidor.unam.mx

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