Luis González de Alba
Milenio/14 de junio de 2010
Al parecer, seguimos girando en torno de una fecha: 1982, el último año de la docena trágica, los sexenios de Luis Echeverría y José López Portillo que, para mi asombro, mis amigos del Instituto de Estudios para la Transición a la Democracia (IETD) plantean como el quiebre hacia un modelo que nos ha traído al desastre: “Los ingresos por persona no se han podido recuperar en comparación con los estándares alcanzados en 1981, cuando comenzó el ‘cambio de modelo’”.
¿Cuál modelo? El de economía basada en la “sustitución de importaciones”, precios controlados por el gobierno, adquisición por éste de empresas quebradas (un seguro gratuito al empresario ineficaz), etcétera. Así llegó el gobierno a ser dueño de Teléfonos, Electricidad, cadenas de radio y tv… El gobierno hacía cine, lo proyectaba en sus salas y ponía precio en las de otros: 4 pesos, vendía las palomitas y los refrescos; era dueño de Aeroméxico que, en vuelos a París, ofrecía: “¿Coca o Fanta?”, ni siquiera cerveza y tequila, mucho menos vinos baratos cargados en París; el gobierno tenía tortillerías y ladrilleras.
Y todo, desde Teléfonos hasta la venta de harina a precio controlado para birote popular, era una tortura para el usuario. Sólo la gente rica tenía teléfono, por una línea se debía esperar años y pagar a todo tipo de coyotes.
Echeverría elevó sueldos, presupuestos de universidades, prestaciones de sindicatos: gastó como rico para tener a todos contentos y hacernos olvidar Tlatelolco. Muy bien, sólo que vivíamos como texanos en un país que nos pagaba incrementando su deuda, que se cuadruplicó. En 1981, López Portillo destinó a subsidios un 31% del presupuesto de egresos de la Federación (EdeM).
¿Y eso llamado “sustitución de importaciones”? Lo recuerdo a los jóvenes, los demás lo conocemos porque lo sufrimos, salvo algunos que lo gozaron. Para sustituir importaciones y levantar la planta industrial del país, bastaba que un mexicano dijera que producía clavos, carburadores o un producto químico para que pudiera exigir el cierre de fronteras. El productor mexicano descubrió luego que ganaba más comprando su mercancía en el extranjero para revenderla porque una cláusula nacionalista cuidaba que, en caso de no poder surtir la demanda de su producto, podía importar los faltantes. El resultado fue una espeluznante danza de millones, corrupción, ineptitud y monopolios que retrasó la industrialización de México, abatió el empleo y los salarios maravillosos se hicieron polvo: lo opuesto a lo buscado.
“Los salarios alcanzados en 1981 todavía no se pueden recuperar”, dice el IETD. Cierto: una enfermera del IMSS, que ganaba 13 mil pesos, pasó de golpe, por orden del presidente Echeverría, a 30 mil. Esa navidad su aguinaldo fue de 90 mil pesos (un vocho con 3 años de uso costaba 12 mil). La inversión pública tuvo rubros con aumentos del 1,522 por ciento… sin que ese dinero viniera de un mejor sistema fiscal, sino de más y más deuda.
Pero al padre que vive de tarjetazo le cae el embargo. Y nos cayó. Entre “1972-1975 el déficit de la cuenta corriente creció a una tasa media anual del 55.25%”. Resultado: en 1976 tuvimos la primera gran crisis económica. Durante el suspirado gobierno de López Portillo, la devaluación del peso alcanzó 866 por ciento. Los 30 mil mensuales ordenados por Echeverría compraban en 1988 lo que 30 pesos de antes… el peso era milésimas.
El IETD se queja de “el tamaño del fracaso económico instalado entre nosotros durante una generación”… que comienza en 1982. Es al revés: la causa está en la docena 70-82. Seguimos pagando la borrachera. López Portillo, para cereza de su pastel regado con champaña, estatizó de un berrinche la banca, que era nacional. Así estuvimos a punto de la moratoria de pagos. ¿Ya lo olvidaron?
“A partir de 1982 existe un desequilibrio estructural de la fuerza de trabajo. El crecimiento del empleo formal ha estado muy por debajo de las necesidades de la población económicamente activa”. ¿Y antes de 1982 éramos un país de ocupación completa y jóvenes con futuros brillantes?
Se sorprenden al encontrar que, según el Latinobarómetro 2009, un 27 por ciento de los mexicanos creen “que puede ocurrir un golpe de Estado”… ¿Y de dónde la sorpresa, si Muñoz Ledo lo grita hace tres años, y con él los ahora senadores del PT, antes del PRD, antes del PRI?
Al IETD se le olvida que algunos de sus miembros fueron parte activa del mega desastre de 1981. Y yo también, porque aplaudí.
http://www.luisgonzalezdealba.com/
Milenio/14 de junio de 2010
Al parecer, seguimos girando en torno de una fecha: 1982, el último año de la docena trágica, los sexenios de Luis Echeverría y José López Portillo que, para mi asombro, mis amigos del Instituto de Estudios para la Transición a la Democracia (IETD) plantean como el quiebre hacia un modelo que nos ha traído al desastre: “Los ingresos por persona no se han podido recuperar en comparación con los estándares alcanzados en 1981, cuando comenzó el ‘cambio de modelo’”.
¿Cuál modelo? El de economía basada en la “sustitución de importaciones”, precios controlados por el gobierno, adquisición por éste de empresas quebradas (un seguro gratuito al empresario ineficaz), etcétera. Así llegó el gobierno a ser dueño de Teléfonos, Electricidad, cadenas de radio y tv… El gobierno hacía cine, lo proyectaba en sus salas y ponía precio en las de otros: 4 pesos, vendía las palomitas y los refrescos; era dueño de Aeroméxico que, en vuelos a París, ofrecía: “¿Coca o Fanta?”, ni siquiera cerveza y tequila, mucho menos vinos baratos cargados en París; el gobierno tenía tortillerías y ladrilleras.
Y todo, desde Teléfonos hasta la venta de harina a precio controlado para birote popular, era una tortura para el usuario. Sólo la gente rica tenía teléfono, por una línea se debía esperar años y pagar a todo tipo de coyotes.
Echeverría elevó sueldos, presupuestos de universidades, prestaciones de sindicatos: gastó como rico para tener a todos contentos y hacernos olvidar Tlatelolco. Muy bien, sólo que vivíamos como texanos en un país que nos pagaba incrementando su deuda, que se cuadruplicó. En 1981, López Portillo destinó a subsidios un 31% del presupuesto de egresos de la Federación (EdeM).
¿Y eso llamado “sustitución de importaciones”? Lo recuerdo a los jóvenes, los demás lo conocemos porque lo sufrimos, salvo algunos que lo gozaron. Para sustituir importaciones y levantar la planta industrial del país, bastaba que un mexicano dijera que producía clavos, carburadores o un producto químico para que pudiera exigir el cierre de fronteras. El productor mexicano descubrió luego que ganaba más comprando su mercancía en el extranjero para revenderla porque una cláusula nacionalista cuidaba que, en caso de no poder surtir la demanda de su producto, podía importar los faltantes. El resultado fue una espeluznante danza de millones, corrupción, ineptitud y monopolios que retrasó la industrialización de México, abatió el empleo y los salarios maravillosos se hicieron polvo: lo opuesto a lo buscado.
“Los salarios alcanzados en 1981 todavía no se pueden recuperar”, dice el IETD. Cierto: una enfermera del IMSS, que ganaba 13 mil pesos, pasó de golpe, por orden del presidente Echeverría, a 30 mil. Esa navidad su aguinaldo fue de 90 mil pesos (un vocho con 3 años de uso costaba 12 mil). La inversión pública tuvo rubros con aumentos del 1,522 por ciento… sin que ese dinero viniera de un mejor sistema fiscal, sino de más y más deuda.
Pero al padre que vive de tarjetazo le cae el embargo. Y nos cayó. Entre “1972-1975 el déficit de la cuenta corriente creció a una tasa media anual del 55.25%”. Resultado: en 1976 tuvimos la primera gran crisis económica. Durante el suspirado gobierno de López Portillo, la devaluación del peso alcanzó 866 por ciento. Los 30 mil mensuales ordenados por Echeverría compraban en 1988 lo que 30 pesos de antes… el peso era milésimas.
El IETD se queja de “el tamaño del fracaso económico instalado entre nosotros durante una generación”… que comienza en 1982. Es al revés: la causa está en la docena 70-82. Seguimos pagando la borrachera. López Portillo, para cereza de su pastel regado con champaña, estatizó de un berrinche la banca, que era nacional. Así estuvimos a punto de la moratoria de pagos. ¿Ya lo olvidaron?
“A partir de 1982 existe un desequilibrio estructural de la fuerza de trabajo. El crecimiento del empleo formal ha estado muy por debajo de las necesidades de la población económicamente activa”. ¿Y antes de 1982 éramos un país de ocupación completa y jóvenes con futuros brillantes?
Se sorprenden al encontrar que, según el Latinobarómetro 2009, un 27 por ciento de los mexicanos creen “que puede ocurrir un golpe de Estado”… ¿Y de dónde la sorpresa, si Muñoz Ledo lo grita hace tres años, y con él los ahora senadores del PT, antes del PRD, antes del PRI?
Al IETD se le olvida que algunos de sus miembros fueron parte activa del mega desastre de 1981. Y yo también, porque aplaudí.
http://www.luisgonzalezdealba.com/
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