Roberto Rodríguez Gómez*
roberto@servidor.unam.mx
Ni siquiera llegó a polémica. Apenas un escarceo. Me refiero al intercambio de declaraciones, la semana pasada, en que participaron el rector de la UNAM, José Narro Robles, y el coordinador del PAN en el senado, Gustavo Madero Muñoz. La anécdota es conocida: el rector Narro, en la inauguración del Segundo Encuentro Universia 2010, señaló la importancia de apoyar a las universidades de la región latinoamericana: comprensión y presupuesto. Más adelante, el senador Madero replicó que la UNAM debe rendir cuentas claras del presupuesto que la federación le asigna.
Según las notas de prensa, Madero habría señalado que la Universidad Nacional recibe la mitad del presupuesto nacional en ciencia y tecnología, y que debe justificar los resultados de esa inversión en términos de “bienes públicos, bienes para la nación vía patentes, vía descubrimientos, vía aportaciones” (El Universal, 03/06/2010). El rector replicó, finalmente, que la universidad rinde sistemáticamente cuentas al Congreso y que informa públicamente de todas sus actividades.
El incidente no tendría trascendencia —el propio senador Madero ha buscado matizar su apreciación crítica— si no fuera porque expresa la opinión de un sector político relevante (cuando menos parte del PAN) y en tanto manifiesta un profundo desconocimiento de la realidad universitaria. En seguida algunos datos para aclarar dos cosas: la UNAM no recibe la mitad del subsidio en ciencia y tecnología, y su contribución científica y tecnológica sigue siendo muy relevante para el país.
En lo correspondiente a Ciencia y Tecnología, el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2010 asciende a 47 mil 373.3 millones de pesos. Esa suma integra el gasto para actividades de investigación científica y desarrollo tecnológico (36 mil 362.4 mdp), educación de posgrado (5 mil 271 mdp), y “otras funciones y subfunciones de ciencia y tecnología” (5 mil 739.9 mdp). De ese total, es decir, de los 47 mdp y pico, se asignaron a la UNAM 5 mil 168.5 mdp (investigación y posgrado), cantidad que equivale a sólo 11 por ciento del gasto público en ciencia y tecnología.
Por otra parte, el PEF 2010 autoriza un total de 8 mil 378.2 mdp para la función “ciencia y tecnología” del Ramo 11 (educación pública). La cifra representa el subsidio federal en ciencia y tecnología (sin contar educación de posgrado) a ser ejercido por las instituciones de educación superior del país, entre ellas la UNAM. De esta suma corresponde a la Universidad Nacional la cantidad de 3 mil 469.5 mdp, poco más de 40 por ciento. Tómese en cuenta, además, que las universidades de los estados complementan el subsidio federal con recursos fiscales de las entidades federativas. En no pocos casos los subsidios estatales se ubican en el rango entre 40 y 50 por ciento del gasto federal asignado.
Conviene mencionar, por último, que el presupuesto de la UNAM aprobado por el Consejo Universitario para este año asciende a poco más de 27 mdp. Ese total integra la asignación federal de 24 mil mdp aprobada en el PEF 2010 más 3 mil mdp en recursos propios. En el presupuesto UNAM se contempla aplicar en la función de investigación poco más de siete mil mdp, cifra que se alcanza mediante la asignación fiscal ya indicada y por medio del uso de recursos autogenerados.
A la luz de las cifras oficiales ¿de dónde sale el dato según el cual la UNAM maneja la mitad de los recursos públicos de ciencia y tecnología? Quizás, es una especulación, provienen de la comparación simple entre el subsidio federal para la UNAM (los 23 mil mdp) y el gasto federal total en ciencia y tecnología (los 47 mil mdp). La operación tendría validez si la UNAM fuese una entidad dedicada exclusivamente a la investigación. Pero no lo es: principalmente se dedica a la formación en bachillerato, licenciatura y posgrado, actividades a las que destina la mayor parte de sus recursos humanos y financieros.
Pese a lo anterior y según los indicadores disponibles, la Universidad Nacional concentra entre una tercera parte y la mitad de la capacidad de investigación científica del país y es también una institución de alto impacto tecnológico. Veamos algunos datos simples. De la membresía total del Sistema Nacional de Investigadores (16 mil quinientos investigadores este año), la UNAM participa con 22 por ciento (3 mil quinientos investigadores). Esta tasa de participación se incrementa notablemente en el nivel III del SNI hasta alcanzar más de 45 por ciento del total nacional. Los datos, en el portal del Conacyt.
De la producción científica de circulación internacional, según los reportes del ISI-Thomson Web of Knowledge, los académicos de la UNAM participaron en 2008 en un total de 2 mil 696 artículos en revistas indexadas y recibieron un total de 812 citas. Este volumen representa más de 35 por ciento de la producción científica nacional y más de 50 por ciento de la correspondiente a las IES públicas del país. En contraste, las instituciones educativas y las empresas privadas en México reportaron, el mismo año, 761 artículos, es decir, menos de 10 por ciento del total nacional. Los datos están en la página web del Estudio Comparativo de Universidades Mexicanas (ECUM).
Según el Atlas de la Ciencia Mexicana 2009, de los investigadores mexicanos que cuentan con doctorado, la mitad lo obtuvo en el extranjero, una cuarta parte en la UNAM, y el resto en alguna otra institución del país (Conacyt y Academia Mexicana de Ciencias). El Atlas... está publicado.
Aunque el desarrollo tecnológico dista de ser la prioridad académica de la UNAM, la institución también destaca en materia de patentes solicitadas y patentes registradas. Según los datos del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, la Universidad Nacional es la segunda entidad pública, después del Instituto Mexicano del Petróleo en ambos rubros y supera con creces al resto de las universidades y centros de investigación con presencia en este rubro. En los recientes 20 años la UNAM ha solicitado en torno de 140 patentes (en todas las áreas de conocimiento científico aplicado) y obtenido más de noventa, cifras superiores a las de cualquier otra universidad o conjunto institucional, incluidos los centros de investigación Conacyt, el Cinvestav o los más de 200 institutos tecnológicos. Los datos son públicos y están en el IMPI.
* UNAM. Instituto de Investigaciones Sociales. Seminario de Educación Superior.
Tomado de: http://www.campusmilenio.com.mx/372/opinion/rr.html
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