lunes, 7 de junio de 2010

Historias de huesitos

Sara Sefchovich
El Universal/6 de junio de 2010

La decisión de la comisión de celebración del bicentenario/centenario del gobierno federal, de sacar de su nicho en la Columna de la Independencia los restos de huesos que allí reposaban, para, según explicó la historiadora Carmen Saucedo, investigar si son o no son y llevarlos después al Palacio Nacional (aunque el director del INAH le dijo a Joaquín López Dóriga que regresarían a la columna) ha sido criticada por muchos con el argumento de que se trata de una acción inútil que no le agrega nada a la celebración ni al estudio de la historia. Luis Martínez de plano lo calificó de “humorada patriotera” ,“profanación y necrolatría”.

Seamos francos: los festejos del bicentenario y centenario se han convertido en poca cosa, en puras pequeñeces e inutilidades, eso sí, con un enorme desperdicio de recursos que se han ido, sobre todo, en mantener a una burocracia especialmente creada para ello tanto a nivel federal como estatal.

Las razones de esto son varias:

a. Un desesperado deseo de ser originales y como apuntó el historiador Enrique Florescano, de no hacer lo mismo que hizo Porfirio Díaz hace cien años;

b. Eso sumado al deseo de hacer algo muy grande, serio pero también llamativo, académico y además mediático, ilustrado pero al mismo tiempo popular, que lo incluya todo y lo abarque todo;

c. Pero que no sea susceptible de crítica porque hay terror a la crítica;

d. Y lo anterior, con una supuesta falta de presupuesto suficiente que aducen los funcionarios encargados de las comisiones.

Dado que estos cuatro requisitos son incompatibles en sí y entre sí, el resultado es que nadie sabe qué hacer y entonces todos los días se inventan actividades sin ton ni son, que van desde darles medallas y hacerles homenajes a un montón de personas e instituciones, hasta iluminar algún edificio o monumento público o ponerle letreros alusivos a una carretera o a un puente que ya existían y que así se convierten en parte de los festejos.

Y ahora esto de trasladar los huesos, que no es otra cosa que un espectáculo más, que de paso pretende, según afirmó la historiadora Verónica Zárate Toscano en un evento en El Colegio de México, que la ciencia sea el nuevo discurso ideológico, buscando una comprobación científica de algo que no lo necesita por ser un símbolo histórico.

El problema es que los festejos han dependido de lo que decide cada uno de los encargados de las comisiones, lo cual tiene que ver con su manera muy particular de representarse los sucesos históricos y de medir su importancia. En un artículo publicado el año pasado en la revista Nexos, Luis Medina Peña ponía sobre la mesa lo que se ha ido haciendo evidente y es que hay diferentes interpretaciones de la historia nacional y a los gobernantes panistas la historia oficial no les dice nada, no se reconocen en ella: “Debe ser sumamente difícil para la élite gobernante actual afrontar las celebraciones. Debe resultarles incómodo gobernar a una nación con cuya inmensa mayoría se encuentran en estado de constante disonancia cognoscitiva y tener que respetar los ritos y símbolos heredados”.

Esto explica que las acciones que se llevan a cabo sean lo que son, pues como bien afirma un estudioso, “celebrar es una decisión política”. ¿Por qué se decidió que estos son los héroes a exhumar y no los que están en el Monumento a la Revolución o en la Catedral o en el Panteón de San Fernando o en cualquier otra parte? ¿Por qué se decidió privilegiar el festejo de la Independencia por sobre el de la Revolución? Y en todo caso, ¿cómo hacer para, como han señalado los historiadores Enrique Krauze y Juan Escamilla, quitarnos la costumbre de festejar los momentos violentos y de destrucción en lugar de los tranquilos y de construcción?

A decir verdad, lo que han hecho todas las comisiones hasta ahora son actividades destinadas a fomentar el imaginario oficial en lugar de la reflexión o de nuevas interpretaciones del pasado y eso aunque nadie lo quiera reconocer y uno le eche en cara al otro que hace las cosas mal.

sarasef@prodigy.net.mx

Escritora e investigadora en la UNAM

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