miércoles, 16 de junio de 2010

Sudáfrica 1, Calderón off side


Arnoldo Kraus
La Jornada/16 de junio de 2010

Me cuentan algunos amigos que Felipe Calderón decidió llevar a cabo una encuesta. Ninguno de mis amigos es político. Les creo. La encuesta propuesta por el Presidente era muy sencilla: preguntaba si era adecuado o no viajar a Sudáfrica para apoyar a la Selección Mexicana en el partido inaugural contra los anfitriones del Mundial Sudáfrica 2010.

Ignoro cómo se efectuó la encuesta y dudo mucho que los respondedores hayan sido escogidos al azar. No se requiere ser científico para saber que las encuestas o los experimentos no deben ser manipulados. Cuando las encuestas no son transparentes los resultados deben cuestionarse o descreerse. No en balde la ciencia, incluido el ejercicio de encuestar, debe someterse a un escrutinio muy sólido. De no ser así, los resultados de las encuestas y de los experimentos dejan muchas dudas.

No por azar, sino por necesidad, la estadística es motivo de incontables bromas. Comparto una ironía memorable acerca de la investigación biomédica. Un conferencista explica al auditorio los resultados de un experimento con un nuevo fármaco realizado en ratones: “33 por ciento se curó, 33 por ciento murió y el tercer ratón se escapó”. Ante los destrozos que sufre el país es impensable que la encuesta auspiciada por Calderón y su grupo no haya sido manipulada.

Ya que la encuesta, como aseguran fuentes presidenciales favoreció el viaje, Calderón aceptó el mandato del pueblo y tomó el avión. Y no sólo viajó, sino que cumplió: una foto de La Jornada lo muestra al lado del arzobispo Desmond Tutu. En el retrato se le observa muy preocupado; lo he visto en muchas fotografías, y, en ésta, lo encuentro profundamente atribulado. Pocas veces la prensa lo ha mostrado tan desmejorado. Ni siquiera cuando informa que se estableció una nueva marca en el número de asesinatos como consecuencia de la guerra contra el narco se le observa tan desarticulado.

En el estadio de futbol el guiño de Calderón es sincero. La razón es lógica: México perdía uno a cero. La algarabía de Desmond Tutu, tras el gol sudafricano ocultó casi todo el rostro de Margarita Zavala. La presidenta, como es su costumbre, estaba sentada. Por eso, y por el júbilo de Tutu sólo se observa su frente. No la arruga y no parece conmoverse ante el dolor del pueblo mexicano tras el gol de los rivales. Cuatro hipótesis explican la inacción de la señora Margarita Zavala: o no entendía lo que sucedía, o no le interesaba el partido del futbol, o intuye, que aunque México se corone en el Mundial, el triunfo no servirá de paliativo para un país tan dañado y sin esperanza como el que dirige su esposo; por último, no descarto que debido al circo organizado en torno a nuestra selección, y a las vilezas espetadas por el entrenador de nuestro equipo, la señora Margarita haya inclinado sus sentimientos en favor de los sudafricanos.
Salvo por los ratones que participaron en la encuesta, y por el gobierno de Sudáfrica que nos informó antes que el nuestro del viaje de Calderón, muchos somos los sorprendidos de los tiempos y los gastos para emprender un periplo tan largo e inútil. El tiempo de emprender el viaje es el de un país al borde de la quiebra, el de un país con amplias zonas controladas por el narco y el de una nación que requiere la presencia de su mandatario en casa y no en un estadio de futbol. Por honestidad y por autocrítica no debería haber diseñado una encuesta tan irrisoria; por respeto a su partido y a las vidas de los familiares de todos los asesinados y expoliados durante su régimen no debería haber viajado.

Entre una miríada de malas noticias, en torno al partido inaugural, Calderón no se enteró de que el viernes fue “La jornada más violenta: 77 muertos”; no se acercó a los familiares del niño asesinado en la frontera con Estados Unidos, a pesar de que “El agente de EU que mató al menor violó la frontera”; no dialogó con Amnistía Internacional, a pesar de que esa organización ha solicitado “garantizar el paso de ayuda a Copala”; no opinó acerca de lo sucedido en Monterrey, donde, “desquician 28 narcobloqueos la zona metropolitana de Monterrey” y… etcétera (no cuento con más espacio).

En lugar de haber viajado a Sudáfrica, y en vez de aceptar el mandato de las encuestas, Calderón debería haberse sentado al lado del féretro del joven Sergio Adrián Hernández; tendría que haber acompañado a los familiares de Anastasio Hernández Rojas, debería haber dialogado con los mineros de Cananea y… etcétera (ahora sí agoté el espacio que me brinda La Jornada).

Concluyo: Calderón vive en off side. El problema es que no lo sabe.

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