viernes, 11 de junio de 2010

¡Todos a Sudáfrica!


Miguel Angel Granados Chapa
Reforma/11 de junio de 2010

El miércoles 9, la ciudad de Monterrey fue prácticamente tomada por la delincuencia organizada, capaz de realizar 28 bloqueos callejeros según cifras oficiales, ( o hasta 40 según versiones de los vecinos afectados), en acción que todas las autoridades pasaron por alto no obstante su magnitud y gravedad. La omisión del alcalde Fernando Larrazabal se explica por su ausencia. Volaba con su familia hacia Johannesburgo, donde asistirá al juego inaugural de la Copa del Mundo, entre el equipo de México y el del país anfitrión.

Dos homicidios graves en que las víctimas fueron mexicanos asesinados por agentes policiales norteamericanos han generado un gran tensión fronteriza, especialmente porque uno de los casos ocurrió en la dolida Ciudad Juárez. Los cónsules de ese lugar y el de san Diego se ocupan de las secuelas de esos delitos. Pero si de pronto fuera necesaria la intervención de la secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa, no será posible contar con ella porque también viajó intempestivamente a Sudáfrica.

No cesa y ni siquiera disminuye la inseguridad en todo el país: La delincuencia organizada ha tomado un pozo en la cuenca de Burgos, para su explotación particular; bandoleros enfrentan a marinos, recién llegados a la lucha contra el crimen organizado; hoy hace 4 semanas que Diego Fernández desapareció; el conflicto en Cananea no ha sido resuelto; miembros de su gabinete están en entredicho ante la Suprema Corte de Justicia. Nada de eso, y muchos otros sucesos y fenómenos estorban el buen ánimo del Presidente Calderón que junto con el presidente Jacob Zuma y el padre de la nación sudafricana Nelson Mandela asiste al juego inaugural de la Copa del Mundo.

Para evitar que sea ostensible la frivolidad de cruzar en diagonal el Atlántico, con escalas en Brasil y Costa de Marfil, la Cancillería sacó de la manga una artificiosa explicación a un viaje oficial con actividades protocolarias que no incluyen la asistencia al estadio Soccer City. La Secretaría de Relaciones exteriores ha de creer posible que los legisladores a quienes informó en esos términos del viaje presidencial y el público en general, somos imbéciles y que el Presidente, ya entrado en gastos, aprovechó su esperada y promisoria visita al país que superó el apartheid para darse una vueltecita por el coso donde el Tri defiende los colores patrios.

Convertida en visita oficial la gana presidencial de ver triunfar a la oncena de Javier Aguirre -contratado por la Federación mexicana de futbol por sugerencia de Calderón-, se justifica la comitiva que lo rodea: Desde luego, sus guardias del Estado mayor, algunos siempre con él, otros que se adelantan para recibirlo; su señora esposa Margarita Zavala, la canciller Espinosa, el jefe del mencionado Estado mayor, la secretaria particular del Presidente. La fatua pretensión de que todo momento del día presidencial debe quedar registrado, y eventualmente inscrito en los bronces, hace que la comitiva se complete con un camarógrafo, un fotógrafo y la jefa de la sala de prensa de Los Pinos. Y es que con su anfitrión, que se anticipó a comunicar la visita del Presidente de México, antes de que lo supiéramos aquí, debe entablar pláticas para acrecentar los intercambios de todo tipo entre las dos naciones y para actuar de consuno en los escenarios internacionales.

En el programa de relleno apresuradamente confeccionado para que parezca que el viaje cobró rango de diplomacia en la cumbre, amén del encuentro con su anfitrión (no solo en el palco donde cada uno fingirá que le da lo mismos el resultado), Calderón hablará con estadistas como el príncipe Alberto de Mónaco, si bien dedicará unos minutos a conversar con el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon y con el vicepresidente norteamericano Joseph Biden. ¡Y tendrá el privilegio de imponer el Águila Azteca al legendario Nelson Mandela!, acto ése sí justificador del presuroso y apresurado viaje.

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