martes, 29 de junio de 2010

Una transición pendiente


Alberto Aziz Nassif
El Universal/29 de junio de 2010


Las grabaciones de los gobernadores del PRI en Oaxaca y Veracruz nos muestran cómo se ejerce el poder en esos estados. Control del árbitro de la contienda electoral, distribución de recursos con fines abiertamente partidistas, restricciones severas a la libertad de expresión y un discurso político que puede ubicarse en la década de los cincuenta. Sobre lo que ya se sospechaba, ahora hay pruebas y evidencias que muestran lo que pasa en esos territorios, en donde nunca llegó ese extraño e incierto fenómeno que hace unos años se conoció como la transición a la democracia.

Ya se había dado el gran desencanto con la democracia realmente existente en México. La última medición de Latinobarómetro 2009 nos ubica en el sótano en temas de confianza y apoyo a la democracia. Las fallas y regresiones graves a nivel federal, como el conflicto de la sucesión presidencial en 2006, deterioraron la imagen de los organismos electorales y la confianza institucional que se construyó entre 1996 y 2003. En diversos gobiernos, resultado de una alternancia a nivel estatal, el factor partido político de oposición, que gana elecciones competidas, dejó de representar una diferencia importante, porque las prácticas y la cultura política del viejo régimen contaminaron las formas de gobernar. Ya se había visto que los impulsos de la transición empezaron a agotarse, como recurso de un horizonte de futuro, y en su lugar llegó la desconfianza institucional. Los actores políticos, partidos y legisladores bajaron hasta el suelo en la confianza ciudadana. Expresiones de desafección y convocatorias para anular el voto fueron voces importantes que llegaron en 2009. Sin duda, hay graves problemas en la representación política y nos hemos llenado de una democracia que ha perdido su horizonte de futuro.


En unos cuantos años se ha vulnerado la democracia y los déficits de desigualdad, baja calidad ciudadana, la pérdida de capital político y un conjunto institucional poco confiable, forman algunas de las piezas que nos dejó la transición democrática. En este contexto aparecen los espejos locales y los gobernadores que operan para sus partidos, trafican con los recursos públicos y controlan todos los espacios en donde faltan las piezas fundamentales de una competencia democrática: equidad, debate, y tolerancia.


Ulises Ruiz y Fidel Herrera son la expresión concentrada de los gobiernos del PRI. Estas grabaciones muestran el nivel de violación a la legalidad y, sin embargo, siguen tan campantes rumbo a las elecciones del próximo 4 de julio. El PRI acusa al gobierno federal de usar los instrumentos del Estado con fines partidistas, y con ello defiende a sus gobernadores y a sus candidatos. Sin saber todavía el origen de las grabaciones, lo más probable es que no se conozca de dónde surgieron, quizá estemos ante una doble guerra sucia. La batalla en algunos casos no es entre demócratas y autoritarios, porque estos últimos están en los dos bandos, como sucede en Veracruz, en donde la opción es más PRI o el viejo PRI con acento magisterial y registro panista. Así los comicios locales se han convertido en un campo de batalla con diversos cruces, desde la propaganda sucia, la compra del voto, la debilidad del debate público, hasta los escándalos de las grabaciones, más lo que se acumule hasta el día de las elecciones, todo lo cual deja un ambiente político asfixiante. Alianza Cívica está documentado las irregularidades en la página www.cuidemoselvoto.org


La película que estamos viendo con estas elecciones me recuerda las primeras batallas electorales de la oposición al inicio de los la década de los ochentas, hace 25 años. Las estrategias son muy parecidas: era el control de su estructura corporativa, los descuentos forzados en los cheques de los trabajadores sindicalizados, el uso del dinero público, el aparato de gobierno al servicio de la campaña electoral y el gobernador como el capitán de los comicios. En ese entonces era un reto ganarle al partido gobernante, que en las elecciones era un Estado recubierto de forma partidista. Sin embargo, se pensaba que una alternancia podría cambiar la forma de hacer política. Hoy se repite la estrategia, pero se ha perdido esa expectativa, porque lo que se ha generado, en muchos casos, ha sido decepcionante.


A pesar de que ya vimos la película y lo que sigue, en varios estados es necesario completar los ciclos de la alternancia, porque esa pieza se necesita para que esos ciudadanos tengan la oportunidad de optar, quizá pasen por el desencanto y puedan llegar al hartazgo, pero hasta ahora no han experimentado una transición electoral y tienen derecho a tenerla...

Investigador del CIESAS

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