miércoles, 9 de septiembre de 2009

Bolonia o la Mercantilización de la Universidad

Escrito de Manuel Moncada Fonseca en la Revista “Libre Pensamiento”, edición de abril de 2009, en la que cuestiona los acuerdos de Bolonia y la manera como estos representan un distanciamiento de la esencia de la universidad, convirtiéndola en una empresa más del mercado.

Con cuánta supuesta inocencia se conciben, presentan y difunden las cosas en el mundo del capital; con cuánto derroche propagandístico la publicidad con que cuenta el sistema ofrece sus falsas promesas, trampas en la que, en mayor o menor medida, caen diversos sectores sociales. La Academia misma, que tiende a presumir de ser conciencia crítica de la sociedad, también se ve sometida a la influencia del capital. Por eso, a tono con los intereses que éste sustenta, en ella sobradamente se hable de apoliticidad y desideologización como elementos que, supuestamente, caracterizan su quehacer. Eso se afirma justamente allí donde la ideología, en diversas expresiones, está siempre presente, tanto como ocurre con cualquier doctrina religiosa que, igualmente, presume de eso mismo.
Sin embargo, por más que haya casas de estudio queriendo alejarse de toda politicidad e ideologización, buena parte de ellas educa en la competitividad y no en la solidaridad; rechaza la lucha contra las políticas yanqui-europeas impuestas a los pueblos del mundo, pero no esas políticas, lo que dice hacer para “no meterse en política”; o bien rechaza a los que se oponen a la más que atada y condicionada “ayuda” del Primer Mundo al Tercer Mundo, pero no a la atadura y condicionamiento que ello encierra. Se aduce que la ayuda, venga como venga, debe ser invariablemente bienvenida, aunque conduzca al mismo infierno.
En la misma frecuencia, no pocos académicos hablan de “nuestros mercados”, en vez de las fuerzas o sectores sociales que necesitan recibir educación; de “nuestra oferta académica”, en vez de las carreras a servir; de “clientela” en vez de estudiantes, etc. Y pese al propósito de actuar ceñidas a estrictos marcos académicos y científicos, hay universidades comprometidas abierta o solapadamente con el mundo de la empresa y los empresarios.
En la tónica expuesta, no pocas personas del mundo académico se dejan seducir por la trilogía en boga “eficiencia”, “eficacia” y “calidad”, tomada por la pedagogía estadounidense del eficientismo industrial que, de forma mecánica, traslada al campo de las ciencias humanas y al de la pedagogía en particular, conceptos propios del mundo empresarial [1]. Y aunque no parezca del todo así, dentro de los marcos estrechos que impone la realidad capitalista, la insistencia de sustituir en lo posible la universidad presencial por la enseñanza virtual es parte de ese proceso conducente a crear unauniversidad amoldada por entero al mundo del capital [2]. ¿No es acaso una manera de librarse del personal docente “superfluo” en aras de reducir el gasto presupuestario?
Hoy el último grito de la moda que el capital impone a las universidades consiste no sólo en acercarlas a las empresas, sino en volverlas empresas. No en vano, José Luis Rodríguez Zapatero, presidente de España, declaró en enero de 2007 ante el Foro de la Nueva Economía, su deseo de que las universidades “sean más empresas” y éstas “más universidades”. Igual debe decirse de que la Comisión Europea señalara en 2005 que la UE había “financiado la conversión de sectores como la industria del acero o la agricultura” y que ahora estaba encarando “el imperativo de modernizar la industria del conocimiento y en particular sus universidades.” [3]

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