jueves, 10 de septiembre de 2009

¿De qué huye el estudiante Alejandro Ordaz?

Rafael G. Vargas Pasaye

Alejandro Ordaz Moreno saltó a la fama pública el 8 de marzo del año pasado cuando se le acusó de intento de homicidio contra dos policías a quienes confundió con ladrones. En aquel momento estudiante mexicano de doctorado en energía renovable, avecindado en la ciudad española de Sevilla, becado por el Conacyt (900 euros al mes), hoy engrosa la lista de los buscados por la Interpol, debido a que el 30 de julio de este año Alejandro no se presentó como cada quince días con el juez que daba credibilidad a su libertad condicional.
Luego de once meses en la prisión, el fiscal decide que no están del todo claras las cosas de parte del lado acusador y le dan la libertad condicional. No obstante, el joven de 30 años perdió la beca, la Universidad de Sevilla ya no lo admitió, la vida se complicó. Autoridades mexicanas representadas en la embajada le prestaron ayuda, incluso económica para solventar urgencias como la renta. A algunos sorprende su decisión de huir. Y preguntan de qué, de quién.
Al conocerse por la red el caso de Alejandro, éste recibió muestras de apoyo a través de grupos en redes sociales. Salió de la prisión el 18 de febrero de este año, más las cosas ya no serían iguales. Luego de su fuga el abogado defensor ha dicho que cabe la posibilidad de que Alejandro pueda estar en Guanajuato, México, donde vive su familia. Esto lo dice el licenciado entre sorprendido y un tanto decepcionado.
Probablemente ahora empiece a haber alguna respuesta en internet al respecto. Quizá se busque a su familia y se entreviste a alguien cercano. De encontrar la Interpol a Alejandro Ordaz deberá entregarlo a las autoridades españolas quienes de nueva cuenta lo ingresarán al reclusorio pero ahora con menos prebendas y beneficios que antes.
En una entrevista Ordaz Moreno declaró que la prisión española en Sevilla no era inhumana, que incluso estaba aprendiendo idiomas, que cuidaban la dieta de los reclusos y en sus actividades estaba el deporte. Al salir libre (aunque con libertad condicional) tuvo que enfrentar el terror de la soledad, de tener antecedentes penales, de saberse perseguido psicológicamente con un trajín de cada dos semanas firmar el documento que te permite estar fuera de las rejas, de no completar el dinero para la renta, de saberse sin beca, excluido de su escuela, de ya no alcanzar ese título de Doctor que era su objetivo. La vida cambia en un instante. Pero sólo él sabe por qué lo hizo, de qué huye, de quiénes huye.
Lo cierto es que en este espejo se pueden reflejar muchos jóvenes mexicanos que salen al extranjero. Vivir en el extranjero es vivir en un mundo ajeno. Para ello hay que estar preparados. Hoy estamos viendo una nueva generación que tiene al mundo como residencia. Les afecta poco el ambiente diferente. Pero no a todos.Alejandro pudo haber huido, si a especulaciones vamos, de ese mundo al que no pertenece, que en prisión se volvió un infierno. Y eso, hay que entenderlo.

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