domingo, 13 de septiembre de 2009

Felipe Calderón: priista de cepa

René Avilés Fabila
Excélsior/13 de septiembre de 2009

La diplomacia mexicana tenía características que ha perdido. La primera y más importante era la agudeza y el valor de nuestras relaciones internacionales, México tenía un proyecto para el exterior. Nos visitaban grandes personalidades, el presidente de México era a su vez recibido por los mandatarios de los países más distinguidos y se manejaba muy bien en el pantanoso sistema internacional, lo mismo en la guerra fría que durante las épocas en que EU imponía sus criterios de manera brutal, hasta Bush hijo. La otra era la selección cuidadosa de buenos diplomáticos de carrera o de escritores afamados cuyo prestigio e inteligencia les permitía hacer un magnífico papel en pro del país. Relaciones Exteriores (bajo la dirección de Rosario Green) publicó tres hermosos volúmenes con la historia de todos esos grandes talentos literarios que dignamente sirvieron a México. La lista es interminable y pasa por Amado Nervo, Jaime Torres Bodet, Rodolfo Usigli, Alfonso Reyes, Jorge Gorostiza, Octavio Paz…
Pero hubo un defecto: las embajadas servían para deshacerse de los enemigos o para darles trabajo de consolación a pésimos funcionarios despedidos por incapacidad, pero cercanos al corazón del presidente en turno. Eso degradaba a la diplomacia mexicana. De pronto encontraba uno a cada idiota en las embajadas que daba vergüenza. Pero así se hacía. Cuando Luis Echeverría (y voy a un ejemplo escandaloso) fue un estorbo para su compañero y sucesor José López Portillo, lo mandó, por consejo de Jesús Reyes Heroles el bueno, a las islas Fidji y allá lo tuvo un rato. Un amigo mío, cercano a Echeverría, me contó que al llegar López Portillo a Los Pinos, mientras le explicaba que no sabía cómo diablos tuvo tanto éxito, no le encontró otro acomodo que enviarlo a un país europeo donde pasó años maravillosos. La lista es infinita. Fue una fea y costosa manía que llegó hasta Fox. De otra parte, Jorge Castañeda tuvo la ocurrencia de resucitar la práctica de poner escritores y mandó por todo el mundo a muchos de ellos. Lo sé bien porque fui uno de sus invitados a ocupar un cargo diplomático que desde luego decliné. Los resultados fueron desastrosos, todos usaron el empleo para viajar y escribir y así lo dijeron cínicamente. Ninguno era diplomático de carrera y a nadie le interesaba otra cosa que pasear. Uno declaró a los medios: Qué padre, voy al lugar donde nació U2. Otro dijo que Nueva York era un sitio espléndido para escribir y uno más señaló que París le encantaba. Los resultados fueron nulos: regresaron con las manos llenas de originales y sin éxitos para México.
Ahora Felipe Calderón recupera la desafortunada costumbre de mandar a los amigos que despidió por incapaces, como diplomáticos a estupendos países. De las enseñanzas del Matías Romero nada saben, pero tampoco les preocupa, quieren vacacionar y meditar qué hicieron mal en sus respectivos cargos. Todos con un sueldo magnífico y sin trabajo, pues lo realizarán diplomáticos de carrera, esos que sufren para ascender y que cuando consiguen los méritos suficientes cumplieron 65 años y deben jubilarse.
Siguiendo las prácticas priistas, Felipe Calderón está por mandar a sus amigos al exterior. Jesús Reyes Heroles, el malo, a Alemania. Eduardo Medida Mora va a Inglaterra a dar cursos a Scotlan Yard de cómo atrapar criminales. A su vez, el incapaz de Elizondo a Portugal. ¿Qué tal? El PAN fue feroz crítico de un sistema que ahora utiliza en sus virtudes y en sus peores costumbres. Es lamentable y costoso para el país. Por más que el gobierno diga que existe el servicio profesional de carrera, es falso. Los cargos en México se ganan a través de la amistad con el presidente, así lo hizo en la SEP y así fue en Conaculta.
El PAN va de error en error, por ello perdió las pasadas elecciones de modo contundente. Entonces dije, para qué queremos clones si podemos tener a los originales. Y así es. Luego del proyecto para “superar” la crisis económica, de las brutales medidas para sortearla, del choque que tendrá con los diputados, el presidente quedará tan debilitado que poco podrá hacer para impedir que el PRI regrese a Los Pinos. La alternancia fue un sueño, para otros un desastre. Lo lamentable es que el enorme prestigio de México en el campo internacional se diluyó. Ahora lo tienen países como Brasil y aunque no lo crea la Venezuela de Hugo Chávez que posee proyecto y personalidad. Equivocado o no en la intentona de imponer un socialismo sui géneris en su nación, el presidente venezolano viaja marcando una agenda que sus diplomáticos cumplen con precisión. Aquí el rumbo no es incierto sino inexistente. Los embajadores improvisados van al país que les tocó en suerte a decir cualquier cantidad de zarandajas que poco ayudan a que México sea una nación respetable. Salvo en contados casos, nuestros agentes diplomáticos no saben hacer las cosas porque en países claves están políticos elementales e inexpertos en relaciones internacionales.
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