jueves, 10 de septiembre de 2009

Los políticos y la libertad de prensa

Humberto Musacchio
Excélsior/10 de septiembre de 2009

Durante la campaña electoral, Demetrio Sodi acudió a un partido de futbol y ahí fue entrevistado por Televisa, que hizo aparecer el encuentro como algo casual, espontáneo, lo que sonó más falso que un billete de tres pesos, pues el entonces candidato del PAN a jefe delegacional en Miguel Hidalgo se hallaba en actitud de estar esperando a su entrevistador y éste soltó dos o tres frases, tan torpes, que acrecientan la idea de que todo estaba preparado. Pero esa es la impresión que produjo el hecho y las apariencias, ya se sabe, tienen valor político, pero no necesariamente jurídico, pese a lo cual se anuló la elección y se desconoció al panista como ganador.
Sodi representa inmejorablemente a una especie que se ha multiplicado de 1988 a la fecha, cuando empezó el trasiego de cuadros de un partido a otro, generalmente en busca de un cargo, lo que pese a ser legítimo no es garantía de firmeza o de solvencia. Pero otro punto nos ocupa.
Demetrio Sodi sostiene que no pagó por esa entrevista, con lo que hubiera rebasado el tope de gastos de campaña, y no hay prueba en contrario. Ahora llevará el asunto al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para que éste revoque la sentencia, lo que es muy probable, pues además de la proclividad del TEPJF por los fallos adversos al PRD, en este caso la razón jurídica asiste al candidato panista.
Pero más allá de una candidatura, lo que está en juego es la libertad de prensa. El Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales prohíbe expresamente contratar tiempo en radio y televisión, pero en el caso de Sodi no se ha probado que exista contrato o instrumento legal usado para establecer los términos y el pago de la entrevista al candidato del PAN.
Lo que debemos preguntarnos es si los periodistas de radio y televisión tienen o no derecho a ejercer su función en épocas electorales, si están en libertad de entrevistar o no a un candidato, si pueden analizar su actuación y opinar en su favor o en su contra. Éstas y otras actividades forman parte del ejercicio periodístico garantizado por la Constitución y el Cofipe no puede prohibirlo ni limitarlo.
Desde luego, no es cosa de ignorar el funcionamiento oligopólico de los medios, pero en ese caso lo que procede es democratizar tales medios, pero ese es otro cantar. Igualmente, puede resultar sospechoso que Televisa haya entrevistado a un solo candidato y no a sus contrincantes, lo que muestra un sesgo éticamente reprobable, pero no punible.
En el sexenio pasado, Vicente Fox dijo en algún momento que para vivir contentos lo mejor es no leer, lo que es una forma de legitimar la ignorancia y convertir el analfabetismo en boleto de entrada al nirvana. Antier, en Saltillo, Andrés Manuel López Obrador llamó a no leer a Germán Dehesa y a Armando Fuentes Aguirre Catón, a quienes acusó de lavar cerebros, manipular a la clase media de México y sacarla de la realidad. También pidió a los asistentes a su mitin que ya no vean los canales de Televisa, que no escuchen a Mario Ramón Beteta ni a Pedro Ferriz, pues AMLO, ignorante de la oportunidad informativa, cree que los medios de comunicación han orquestado una campaña en su contra para la que usan a Juanito, al que invitan a sus espacios noticiosos.
Ambos, Fox y López Obrador, desconfían de la inteligencia de los mexicanos y, antes que exponerlos a la pluralidad de ideas y enfoques éticos e informativos, prefieren mantenerlos en la ignorancia. No es algo nuevo ni mera ocurrencia de mentalidades rústicas. Paul Valéry, que algo sabía de la condición humana, sentenció que “la felicidad tiene los ojos cerrados”. Anatole France dijo que “no podemos ser felices sino al precio de cierta ignorancia”. Giacomo Leopardi creía que “la felicidad está en la ignorancia de la verdad”. Flaubert expresó lo mismo, aunque en forma un tanto brutal que conviene referir aquí: “Tres condiciones se requieren para llegar a ser feliz: ser imbécil, ser egoísta y gozar de buena salud. Pero —agregó el autor de Madame Bovary— si os falta la primera condición todo está perdido”.
Como es obvio, quien conoce los males del mundo no puede estar de acuerdo con un orden injusto ni disfrutar de la felicidad, si es que tal estado existe. Para fortuna de los mexicanos, en los medios de comunicación se expresan (nos expresamos) periodistas de las más diversas tendencias políticas. La oferta está ahí y el público lector, oyente o televidente puede contrastar visiones de la realidad, tendencias y opiniones que por supuesto nunca tienen toda la verdad, pues ésta se va construyendo con las verdades de todos.
La libre expresión es un derecho constitucional que no se respetaba, pero que hoy está en vigor, no por la gracia o buena fe de gobernante alguno, sino por una exigencia propia del movimiento social, por la tenacidad de los propios comunicadores y gracias a las decenas de colegas sacrificados por ejercer las libertades propias de su oficio. Predicar contra la libre expresión es escupir al cielo, es convertir la imbecilidad en virtud.
Que cada quien se haga cargo de sus palabras.
hum_mus@hotmail.com

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