miércoles, 9 de septiembre de 2009

Oso Nacional de Periodismo y flatulencias

Jairo Calixto Albarrán
Milenio/9 de septiembre de 2009

De no haber sido por el reportero de Tv Azteca que decidió darse un chapuzón en un encharcamiento profundo frente a millones de telespectadores (haciéndose así acreedor al Oso Nacional de Periodismo), nadie hubiera podido opacar a Calderón que, entre informes, decretos, desapariciones y rebajas, es el campeón mediático. Ni siquiera Juanito, que entre que gambetea, se pone sus moños, estira y afloja, atrae para sí cámaras y micrófonos ha sido incapaz de arrebatarle a Jelipillo un mendrugo de rating.
Bueno, y cuando Peñanieto & Peñapobre quiso hacerle sombra a Calderón queriendo aparecer con López-Dóriga como salvador de la inundaciones en Valle Dorado, se le cuatrapeó el protagonismo quedando cual piltrafa, casi como Ebrard que le quiso echar la culpa de los acuíferos problemas defeños a Tláloc, al igual que su émulo del Edomex.
Es lo malo de la realidad, es repelente a la demagogia.
Como quiera que sea, cuando ya habíamos visto al señor de Los Pinos construirse una leyenda convocando a la población a hacer lo que ni sus funcionarios han querido hacer (ni renuncian por no hacerlo), ahora con la varita mágica de su investidura esfumó tres secretarías tres, mandando al limbo a todo el personal. Y, ya en un acto escalofriante, fusionó y forjó supersecretarías que, seguramente, dada la natural eficiencia del régimen, nunca caerán en los viejos vicios de quien mucho abarca y poco aprieta. Sin contar el acto el califragilístico-populista de rebajarle el sueldo a la burocracia, en un homenaje tardío a la austeridad republicana.
¿El gran damnificado de los abracadabras calderónicos? El Negro Elizondo, quien dijera que “no es un día muy agradable para mí”. Y no era para menos, la industria turística se fue a pique, pero él se la pasaba bomba en la Riviera Maya.
Pero el que debe estar sufriendo más tendría que ser necesariamente Karstenstein, quien no fue ofrecido en sacrificio a las masas sedientas de sangre por Jelipillo, pero que será linchado por el pueblo bueno, el malo y el llano en su conjunto. Que haya atentado contra la canasta básica de la televisión de paga (o sea, ni modo de aguantar sólo a Tv Azteca y Televisa, no la frieguen) y que te la deje caer con primitivos impuestos, pasa, pero que se metiera contra la cerveza, sí me parece una perrada. Ya sé lo que sintió la Brugada cuando Juanito anunció que no le dejaba el hueso.
Mejor que grave el sobrepeso, cosa que aportaría más que tumultuarios despidos, o que le haga como en Estiria, Austria, donde por flatulencia aplican multa de 50 euros.
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