viernes, 11 de septiembre de 2009

Entre buenos y malos

Javier Solórzano
El Universal/11 de septiembre de 2009

Con eso de que llevamos un buen tiempo cargando el fin de las ideologías, la definición de la llamada geometría política, léase izquierda, derecha y centro, ha pasado a segundo plano. Hoy son otros los elementos que definen las posiciones políticas de las personas y de los partidos. La claridad con la que en otro tiempo se definían los terrenos del pensamiento político hoy se mide por muchas razones bajo otras reglas. ¿Es el PRD de izquierda? ¿Es el PAN de derecha? ¿Qué es el PRI?
¿Podríamos definir el pensamiento del multicitado Rafael Acosta Juanito cuando vive en medio de vaivenes y es cosa de que se le acerquen para que se le iluminen los ojos? ¿Cuentan el pensamiento, las ideas, las convicciones, los principios, o lo que cuenta es la etiqueta de las personas y las ocurrencias?
Unos y otros están metidos en el descrédito en buena medida porque no se sabe qué piensan, lo que deriva en que a todos se les vea igual. Prevalece el maniqueísmo y se vive bajo la máxima de los que están conmigo y los que están contra mí.
Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador paradójicamente se parecen precisamente en esto, ambos viven de alguna u otra forma en medio del maniqueísmo. Se ven distintos y al mismo tiempo llegan ser parecidos. A diferencia de otros personajes, en lo que corresponde a ideas y estrategias se establecen con claridad sus diferencias pero, de nuevo paradójicamente, en algunos temas se tocan. Recuerde su oposición en asuntos como el aborto y la diversidad sexual.
El maniqueísmo de lo que hoy llaman izquierda y derecha nos ha llevado a la ausencia de diálogo y de comunicación. Esta tendencia lleva por lo menos tres años, independientemente de lo que provocó el proceso electoral de 2006, el cual a nadie dejó satisfecho, suponemos que ni a los que ganaron. Como no hay debate de ideas, nos la pasamos en los lugares comunes. En Los Pinos llevan un buen rato calificando a todos. Sí la crítica es contra ellos puede convertir a cualquiera en buenos y malos, pasando a segundo plano pensamientos, ideas y sobre todo el sentido de la críticas, y en esto casi todos se parecen.
Si terminamos en el maniqueísmo de los “buenos y los malos” será cosa de que nos avisen para ubicarnos. En medio de la ausencia de ideas hemos entrado en el maniqueísmo pleno en donde lo que se dice de unos igualmente se puede decir de los otros. A estas alturas no se ve como puedan cambiar porque entre los enconos y las descalificaciones lo que menos cuenta es el debate de las ideas. Por lo pronto no vendría mal que nos digan en que se diferencian para dejar de jugarle a los buenos y a los malos.
¡OUUUUCHCH! Así la vieron. Gran acto organizado entre la CNDH y el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM para celebrar los 200 años de la figura del ombudsman. Estaban invitados casi todos los presidentes y presidentas de las comisiones de derechos humanos del país. De repente apareció el único que no tenía invitación. Era el de la CDHDF. Junto con la sorpresa por su llegada se dio la inmediata ausencia de uno de los organizadores.

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