miércoles, 9 de septiembre de 2009

Mala espina

Carlos Ornelas
Excélsior/9 de septiembre de 2009

El mensaje del presidente Felipe Calderón con motivo del III Informe de Gobierno levantó expectativas entre los observadores de la vida pública nacional. Muchos calificaron su tono autocrítico y sus propuestas como un relanzamiento de su gobierno, un cambio de dirección y porque parece que, ahora sí, su mano se dejará ver más allá de su guerra al crimen organizado. Sin embargo, a mí me da mala espina, a juzgar por el texto del Informe y su discurso, cuando habla de educación. Él pone sus esperanzas en la Alianza por la Calidad de la Educación (ACE), que firmó el gobierno federal con el correspondiente Sindicato Nacional de Trabajadores (SNTE), mientras desprecia a cualquier otro actor, en especial a los gobernadores, quienes, al menos en la formalidad de la ley, son los patrones de los docentes.
En el texto del Informe y en su mensaje hay una falla institucional. Parece que para su gobierno no existe el programa Sectorial de Educación 2007-2012, que contiene propósitos y metas concretas (hasta en abundancia). Sólo hay dos menciones a ese documento, una de ellas en nota a pie de página. En cambio, hay 12 referencias a la ACE. En su mensaje, parece ser que su sexenio comenzó el 15 de mayo de 2008. Si uno le pone atención a los símbolos, para el Presidente es más importante un documento sin sustento legal alguno que su programa de gobierno. Pone a la alianza con el SNTE por encima de la Secretaría de Educación Pública, al menos en educación básica. Allí no hubo autocrítica, uno deduce que no hay razón para variar el rumbo.
Al día siguiente, mi tribulación se acrecentó. En una entrevista radiofónica con Pedro Ferriz de Con (resumida en Excélsior del 6 de septiembre de 2009), el Presidente ratificó lo dicho en su mensaje sobre un reforma en la educación, mas rehuyó responder a una pregunta directa. Ferriz de Con le dijo que “en el proceso educativo el enemigo está en casa” y que había que afectar los intereses de los líderes.
El Presidente respondió: “A lo que apuesto es a que haya una conciencia y un propósito de trascender también en quienes tienen responsabilidades magisteriales y sindicales (...) mi convocatoria es un espíritu de fondo que cambie la ruta que México ha seguido hasta ahora, incluso en materia educativa”. También dijo que habló con Elba Esther Gordillo para insistirle en que es el momento de cambiar a fondo y afectar intereses. Aunque no mencionó la respuesta de la señora Gordillo, no es difícil conjeturar que se trata de la ACE. Ahí ella va en el asiento del chofer. Hay algo que no caza en mi comprensión. Un día dice que ya tiene proyecto seguro en educación y al siguiente que hay que cambiar.
Al leer el capítulo 3.3, Transformación Educativa del III Informe de Gobierno, otra vez sentí la espina. Allí no hay nada de autocrítica ni habla de corregir rumbos, el texto es, como todos los informes de quienes le precedieron, un ejercicio en alabanza a su gobierno: cifras y datos que muestran las bondades y el crecimiento en todo, bueno, en casi todo.
Cuando el Informe hace el elogio al federalismo educativo suena a oratoria añeja. El texto ofrece las cifras del FAEB (Fondo de Aportaciones a la Educación Básica) y dice cuánto se les transfirió a los estados y a los municipios, pero también afirma que, con la nueva fórmula de distribución, los órganos de control centrales tienen mayores facultades para fiscalizar a los estados. ¿Cuál soberanía y autonomía estatal, pues? Lo mejor sería abandonar esa retórica hueca de federalismo, el sistema educativo está más centralizado que nunca.
Además, el Informe muestra la desconfianza del Presidente en los gobiernos estatales. No les transfirió fondos para la infraestructura educativa, aunque habla de grandes logros en ese terreno (muy alegre para ser todo cierto). La prueba de que para este gobierno los estados no pintan en educación es bien clara y desdice el mensaje “federalista”: “En el marco de la Alianza por la Calidad de la Educación, en 2008 se puso en marcha el Programa Mejores Escuelas (...) Bajo el auspicio de este nuevo programa se otorgó un subsidio federal directo para acciones de mejoramiento y rehabilitación a los beneficiarios representados por las organizaciones de participación social en la educación”. De nuevo, ¿dónde quedan los gobiernos de los estados? Además, la investigación educativa ha puesto en claro que, donde existen esos consejos, los dirigentes sindicales llevan la mano.
En fin, por más que uno quiera compartir con los colegas el optimismo por el mensaje presidencial, no se puede. Los hechos y el Informe mismo contradicen al discurso reformista. Si el Presidente de veras buscara un cambio profundo en la educación nunca hubiera firmado un pacto con el SNTE. Los dirigentes sindicales echan a perder cualquier intento de reforma.
Retazos
Un colega académico que escuchó la entrevista de radio me comentó con una sonrisa: “Ya la hicimos, el señor Presidente apela a la conciencia de Elba Esther Gordillo”.
Carlos.Ornelas10@gmail.com

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