viernes, 25 de septiembre de 2009

LA INDECENCIA ABSOLUTA

Yolanda González Gómez
6 de Septiembre de 2009

Tres meses se cumplieron desde el fatal incendio en la guardería ABC que cobró 49 vidas y no se ha hecho justicia. Han fallado todas las autoridades encargadas de esclarecerlo y castigar a los culpables de tal negligencia. Todo el aparato judicial resultó un enorme monstruo que como elefante blanco sólo consume una gran cantidad de recursos sin cumplir sus funciones ni propósitos, dejando a la sociedad civil completamente indefensa. Y eso se llama indecencia absoluta.
Tres meses de dolor e impotencia, de realizar 11 marchas, de dimes y diretes, de ligereza de un gobernador corrupto e inepto que sólo espera una semana más para salir lavándose las manos de la mayor tragedia por la que será recordado Hermosillo en la historia nacional e incluso internacional. El caso de los niños de la guardería ABC exhibe la impunidad prevaleciente en México y constituye una marca vergonzosa no sólo para el nefasto aparato judicial sino también para el ejecutivo y legislativo que no han reaccionado a la altura de un incendio de esta dimensión que conmocionó al mundo entero.
La Procuraduría General de la República (PGR) y la estatal efectuaron ‘investigaciones’ sobre el siniestro, pero que están a mil años luz de ser verdaderos expedientes de datos investigados de manera profesional y científica. Aparte de que no existe el interés de los funcionarios judiciales de perder sus cargos, sólo se dedican a prolongar el ‘‘chambismo’’ de hacer como que trabajan para no importunar a sus jefes. Como es usual, no se aplicó ningún tipo de rigor en las investigaciones. A la fecha no entregan nada convincente, contundente, creíble, sensible. La indecencia en todo su esplendor, pues.
El ejecutivo. Ni el presidente Felipe Calderón y mucho menos el gobernador sonorense Eduardo Bours que va de salida, jamás se avocaron a aplicar toda su voluntad política para empujar acciones aclaratorias de todo tipo ante un desastre de esa magnitud donde 49 niños perdieron la vida. Ninguno reaccionó con un poco de sensibilidad. De Bours no se podía esperar nada, ya que los dueños de la guardería eran sus amigos y parte del círculo de ‘‘intocables’’ en Sonora, así que más bien se dedicó a protegerlos lo máximo que pudo. A una semana de concluir su sexenio, practicó a todas luces una indecencia absoluta al ofrecer un fondo fantasma a los padres de los pequeños para acallarlos, al dejar al estado hundido en una deuda enorme, mientras él se divirtió en cabalgatas ridículas, jugó el papel de bravucón político, se auto asignó bonos millonarios de gratificación junto a sus principales colaboradores, siguió con su vida de millonario que compra caballos pura sangre en el extranjero de cientos de miles de dólares, etc. Su vida, pues, no cambió antes ni después de la muerte masiva de la guardería. Cínicamente dejó en claro que dormía como bebé pese a la tragedia.
El poder legislativo. A nivel federal, fuera de algunos berrinches en la tribuna, nunca hubo una presión extrema o una acción concreta sobre el caso de las muertes en la guardería ABC. ¿Y cómo si estaban tan ocupados en su propio paraíso terrenal, gastando los dineros públicos en los gigantescos sueldos y viáticos que reciben? Una cámara de 500 diputados que sólo gastan cantidades exorbitantes para legislar poco y mal (Los inmorales de San Lázaro), que están divorciados de los asuntos de la vida nacional y que desperdician más tiempo en pleitos partidistas que en presentar iniciativas de ley. De desaparecer, a México no le haría ninguna falta esa clase de legisladores (sic).
Dentro de este panorama de autoridades apáticas, profundamente corruptas y que ‘no dieron la lata’, el lado positivo es que esta ineptitud e indecencia gubernamental sí cambió a Sonora. El estado es otro. La sociedad civil maduró de golpe. El ejemplo es la lucha que están dando los padres de las víctimas del incencio. En las entrevistas que he escuchado en todos los medios nacionales e internacionales, sus argumentos son congruentes, lúcidos, claros. Su dolor los ha llevado a sacar lo mejor de ellos mismos porque se les despojó de lo más preciado que cualquier ser humano posee: la vida de sus hijos. Se les colocó en el filo del abismo y están dando una batalla ejemplar por justicia. Para mi, ese es el tipo de ciudadano que se requiere en el servicio público. No se doblegaron ante el ‘cañonazo’ monetario que les ofreció Bours ni han cedido un ápice a sus principios en su grito por justicia.
En este punto de su lucha, personalmente creo que las marchas no están funcionando como forma de protesta. No por la marcha en sí sino porque estamos frente a autoridades que no ven, no escuchan ni sienten, que no hacen su trabajo ni hay nadie ni nada que los presione lo suficientemente para que actúen. Todas las instancias de gobierno carecen de voluntad política para responder a las necesidades de la sociedad civil. Tal vez podrían ‘escuchar’ a voces u organismos extranjeros. Es una posibilidad, como lo sería la exhibición de la falta de justicia en el país y en Sonora ante 49 muertes que siguen impunes después de 3 meses.
Es el país también el que pasa por una coyuntura especial porque es la sociedad civil la que está gritando BASTA. Y será la gente, el pueblo, las clases medias y bajas las que tendrán que fijar el rumbo del México que queremos. Ya han surgido varias iniciativas interesantes como la del ‘‘Movimiento 2010: por la refundación de México’’ impulsada por Alberto Carral Dávila Movimiento 2010, cuya declaración no tiene desperdicio: http://www.indymedia.org/media/2009/07//927108.pdf
Lo más interesante es que esta conciencia civil que se mueve se inicia justo a tiempo para el año decisorio del 2012, cuando tal vez los mexicanos elegirán a sus gobernantes de una forma muy distinta a la que hasta ahora hemos visto. Por lo menos buscaremos votar por gente que sí nos convenza a cabalidad, por aquellos que sus pensamientos sean congruentes con sus acciones. Y siendo así, es altamente probable que los actuales políticos sean borrados del mapa electoral por el mismo pueblo que hasta ahora han ignorado.

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