viernes, 4 de septiembre de 2009

Jimena

Clara Scherer
Excélsior/4 de septiembre de 2009

Nombre que evoca la escuela secundaria, concretamente, la clase de Literatura Española, cuando era obligatoria la lectura del Cantar de Mío Cid. Jimena, la esposa de Rodrigo Díaz, encarnación del prototipo del caballero con las máximas virtudes, fuerte y leal, justo y valiente, prudente y templado, guerrero y culto.
Pero de Jimena no se dice más que era hija del conde de Oviedo, nieta de Alfonso VI y biznieta de Alfonso V, que se casó con Rodrigo, un soleado 19 de julio del año del Señor de 1074. Que tuvo dos hijas: doña Sol y doña Elvira, a quienes casaron con dos infantes de Carrión que, además de humillarlas, las abandonaron.
Jimena, según el significado del nombre, es la que escucha, la mujer prudente, reservada y cautelosa. Digamos que una digna esposa de un caballero como Rodrigo Díaz de Vivar. El sentido de Sol, es claro: radiante, brillante, centro de luminosidad. Elvira, nombre germánico, significa guardiana noble.
Jimena, el huracán que desde el 1° de septiembre azota las costas mexicanas, ha estado cambiando profundamente el horizonte, trastocando hasta el significado del bello apelativo.
Cuando llegó Jimena, el huracán, no sólo produjo cambios en la geografía. Al parecer, también revolucionó el discurso del presidente Calderón en éste, su Tercer Informe de Gobierno. Sorprendió cuando dijo que “hay que asumir cambios profundos, con los riesgos que ello implica”. ¿Cuál será el significado de las palabras “cambios profundos” para esas Jimenas, escuchadoras, prudentes, reservadas y cautelosas? El Presidente afirmó que prestará oídos a las distintas voces que quieran aportar algo a la agenda transformadora del país. Atender a las muy diversas voces de las mujeres es, entonces, un imperativo.
Uno de los cambios, urgentísimo y que hablaría del cumplimiento al artículo primero de nuestra Constitución, sería el que en las escuelas se promoviera la equidad, no sólo en lo cuantitativo, sino también en lo cualitativo. Es decir, si bien es importante que a las escuelas asistan todas las niñas y todos los niños en edad de hacerlo, igualmente importante es que se eduque en el respeto al derecho de ser diferente. Diferente en cuanto al género, a las preferencias sexuales, a la pertenencia étnica, a la adscripción religiosa, etcétera.
Cambio, para los millones (53) de Jimenas mexicanas, madres muchas de ellas, trabajadoras de la doble jornada (cerca de 40%), sería que se invirtiera en el desarrollo de sus hijas e hijos menores de tres años, en establecimientos seguros, con personal capacitado, que fomente la autonomía y la participación de las pequeñas y pequeños, para aumentar sus oportunidades a una vida digna. Que para sus hijas e hijos de cuatro a 17 años, se construyeran espacios que apoyaran el desarrollo en condiciones de seguridad.
Cambio profundo para las Soles y Elviras, mujeres abandonadas, madres solas (25% de las familias mexicanas), significaría apoyo del Estado para hacer que los infantes de Carrión sean hombres responsables, padres que apoyen a hijas e hijos, porque desde la escuela tienen información sobre su sexualidad, asumen compromisos y dan la cara por sus deseos y sus consecuencias.
claschca@prodigy.net.mx

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