
Milenio/2 de septiembre de 2009
A los panistas seguramente no les gustaría que la Iglesia católica estuviera “en manos de Lutero”, pero no han tenido inconveniente en poner la educación pública de México en manos de Elba Esther Gordillo. Tanto Fox como Calderón han propiciado alianzas con la señora Gordillo basadas en los principios más añejos del corporativismo priista, con el fin de obtener su apoyo político o electoral, a pesar de que ello signifique condenar a la mediocridad educativa a más de 30 millones de alumnos y, en consecuencia, minar el desarrollo futuro del país.
La subordinación de los gobiernos del PAN a la líder vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación está a la vista de todos, a veces de forma patética. Es el caso de Reyes Tamez, secretario de Educación Pública en el sexenio foxista, cuya sumisión en el cargo ha sido premiada por la maestra nada menos que con la coordinación de la bancada de su partido, Nueva Alianza, en la Cámara de Diputados. Fuera máscaras.
En el gobierno actual, la entrega de la Secretaría de Educación Pública a la dirigente del SNTE es el resultado de un pacto con el entonces candidato Felipe Calderón, quien a cambio del voto corporativo de los maestros, fundamental para su victoria, le otorgó a Gordillo la Subsecretaría de Educación Básica, a través de su yerno, además del compromiso de respetar escrupulosamente los intereses y dictados de la maestra.
Quien padeció ese oscuro acuerdo en carne propia fue Josefina Vázquez Mota, artífice de la Alianza por la Calidad de la Educación, cuyas diferencias con la jefa de la educación nacional llegaron a un punto de ruptura semanas antes de las elecciones intermedias. Ante la disyuntiva, explícita o implícita, de: “o quitas a Josefina o no te doy los votos de mis maestros”, el Presidente decidió sacrificar a una de sus más valiosas y cercanas colaboradoras. El resultado del cese significó decapitar un proyecto inteligente, concebido para realmente mejorar la calidad de la educación pública del país.
El poder de la señora Gordillo supera el compromiso gubernamental con la calidad educativa del país y, al menos en este ámbito, a la autoridad y el poder del Presidente de la República. En materia de educación, ello le resta credibilidad a su tercer Informe de gobierno.
Investigaciones realizadas por organizaciones internacionales como la OCDE, el BID, el Banco Mundial, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo o la Rand Corporation, así como los más serios especialistas mexicanos en la materia, demuestran que la dirigencia del SNTE es la principal causa de la baja calidad educativa del país, seguida por la burocracia de la SEP.
México invierte más en educación primaria y secundaria como porcentaje del PIB, que países como Finlandia, Estados Unidos, Francia, Alemania, España, Irlanda, Brasil o Chile, y a pesar de ello tiene el más bajo rendimiento en matemáticas, ciencia y lectura entre todos esos países, de acuerdo con la evaluación PISA de la OCDE. (Reforma 1/09/09) Mayor inversión no se traduce en mejor educación debido al binomio ineficacia-corrupción: el SNTE tiene un papel preponderante en la administración de esos recursos, de los cuales 90% se destina al salario de los maestros. Además, el ingreso anual del SNTE por concepto de cuotas de sus agremiados se calcula en alrededor de 2 mil millones de pesos. Ese enorme botín es manejado con total discrecionalidad por la maestra Gordillo, lo que le permite controlar una compleja red de líderes y dirigentes de todos los niveles a través de canonjías y prebendas (lo de las Hummers es una minucia), lo cual le confiere un inmenso poder político, cuyos beneficiarios han sido los dos presidentes panistas, al igual que sus antecesores.
En ese terreno de opacidad y corrupción impune, la experiencia del actual secretario de Educación en materia de transparencia y rendición de cuentas podría ser de gran utilidad. No obstante, si su propio jefe ha sucumbido ante la tentación del poder de la maestra, seguramente optará por guardar en el olvido dichos conocimientos y principios. Cuidado: cuando se enoja la maestra puede cortar apoyos, cabezas o hasta aspiraciones presidenciales.
Sólo queda un pequeño resquicio de optimismo: que la nueva coordinadora de la bancada panista en la Cámara de Diputados presida la Comisión de Educación y promueva reformas a la Ley General de Educación para dotar de fortaleza jurídica a la Alianza por la Calidad de la Educación que hoy está en manos de Elba Esther Gordillo.
La subordinación de los gobiernos del PAN a la líder vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación está a la vista de todos, a veces de forma patética. Es el caso de Reyes Tamez, secretario de Educación Pública en el sexenio foxista, cuya sumisión en el cargo ha sido premiada por la maestra nada menos que con la coordinación de la bancada de su partido, Nueva Alianza, en la Cámara de Diputados. Fuera máscaras.
En el gobierno actual, la entrega de la Secretaría de Educación Pública a la dirigente del SNTE es el resultado de un pacto con el entonces candidato Felipe Calderón, quien a cambio del voto corporativo de los maestros, fundamental para su victoria, le otorgó a Gordillo la Subsecretaría de Educación Básica, a través de su yerno, además del compromiso de respetar escrupulosamente los intereses y dictados de la maestra.
Quien padeció ese oscuro acuerdo en carne propia fue Josefina Vázquez Mota, artífice de la Alianza por la Calidad de la Educación, cuyas diferencias con la jefa de la educación nacional llegaron a un punto de ruptura semanas antes de las elecciones intermedias. Ante la disyuntiva, explícita o implícita, de: “o quitas a Josefina o no te doy los votos de mis maestros”, el Presidente decidió sacrificar a una de sus más valiosas y cercanas colaboradoras. El resultado del cese significó decapitar un proyecto inteligente, concebido para realmente mejorar la calidad de la educación pública del país.
El poder de la señora Gordillo supera el compromiso gubernamental con la calidad educativa del país y, al menos en este ámbito, a la autoridad y el poder del Presidente de la República. En materia de educación, ello le resta credibilidad a su tercer Informe de gobierno.
Investigaciones realizadas por organizaciones internacionales como la OCDE, el BID, el Banco Mundial, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo o la Rand Corporation, así como los más serios especialistas mexicanos en la materia, demuestran que la dirigencia del SNTE es la principal causa de la baja calidad educativa del país, seguida por la burocracia de la SEP.
México invierte más en educación primaria y secundaria como porcentaje del PIB, que países como Finlandia, Estados Unidos, Francia, Alemania, España, Irlanda, Brasil o Chile, y a pesar de ello tiene el más bajo rendimiento en matemáticas, ciencia y lectura entre todos esos países, de acuerdo con la evaluación PISA de la OCDE. (Reforma 1/09/09) Mayor inversión no se traduce en mejor educación debido al binomio ineficacia-corrupción: el SNTE tiene un papel preponderante en la administración de esos recursos, de los cuales 90% se destina al salario de los maestros. Además, el ingreso anual del SNTE por concepto de cuotas de sus agremiados se calcula en alrededor de 2 mil millones de pesos. Ese enorme botín es manejado con total discrecionalidad por la maestra Gordillo, lo que le permite controlar una compleja red de líderes y dirigentes de todos los niveles a través de canonjías y prebendas (lo de las Hummers es una minucia), lo cual le confiere un inmenso poder político, cuyos beneficiarios han sido los dos presidentes panistas, al igual que sus antecesores.
En ese terreno de opacidad y corrupción impune, la experiencia del actual secretario de Educación en materia de transparencia y rendición de cuentas podría ser de gran utilidad. No obstante, si su propio jefe ha sucumbido ante la tentación del poder de la maestra, seguramente optará por guardar en el olvido dichos conocimientos y principios. Cuidado: cuando se enoja la maestra puede cortar apoyos, cabezas o hasta aspiraciones presidenciales.
Sólo queda un pequeño resquicio de optimismo: que la nueva coordinadora de la bancada panista en la Cámara de Diputados presida la Comisión de Educación y promueva reformas a la Ley General de Educación para dotar de fortaleza jurídica a la Alianza por la Calidad de la Educación que hoy está en manos de Elba Esther Gordillo.
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